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Broche en Sapa y el viaje más largo del mundo

Ayer prometí ración doble, con tan mala suerte que a las 11 de la noche, tras dos horas sin parar de escribir, me echaron del «ciber», y tuve que dejarlo a medias. Así pues, continúo ahora con esta doble entrada sobre mis últimos días en Vietnam.

¿En Vietnam? ¿Estás segura? Si me lo hiciesen jurar sin un mapa delante, no sabría que decir…

A todos los efectos, Sapa es otro país dentro de Vietnam; un mundo aparte. Y de haberlo sabido un poquito antes no hubiese tenido la menor duda en recortar mi recorrido anterior (omitiendo ciertas paradas que no me han aportado nada), para poder dedicarle cinco o seis días, e incluso una semana. Lamentablemente, dado que mi visado terminaba el día 18, y que en cualquier caso ya andaba justa de tiempo para Laos debido a la boda que tengo en Indonesia dentro de dos semanas, apenas he podido disfrutarlo tres días justitos… Una auténtica pena.

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Vista de la ciudad de Sapa

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Sapa ha supuesto un verdadero respiro tras mi pesadilla vietnamita. Y es que lo tiene todo a favor: el clima (fresquito y lluvioso, ¡pero no sabéis cómo se agradece!), los paisajes (dejo un extenso álbum de fotos que intenta dar reflejo de ello), la amabilidad de la gente (¿seguro que sigo en el mismo país? ellos no se consideran vietnamitas…) y la salida del circuito turístico de la costa, del que ya he mencionado que en absoluto ha sido de mi agrado…

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Ambientillo en el pueblo

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No voy a mentir: Sapa es turístico; pero nada que ver con el rollito playero de Nha Trang o Mui Ne, ni mucho menos con las hordas de visitantes de Halong Bay (si bien este sí es un “pequeño infierno” que no se puede dejar de sufrir) o Dalat.

La primera impresión al llegar al pueblo de Sapa (que no es más que el “campamento base” para poder visitar las montañas, campos de arroz y villas de los alrededores) da un poco de miedo: una espesa niebla oculta la cima azulada de las montañas, y en ocasiones la bruma y las nubes están tan bajas que parece que puedan tocarse con la mano.

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Plaza-mercado principal de Sapa 5:30 a.m

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Segunda gran impresión: nada más llegar (lo que la mayoría de los autobuses suelen hacer sobre las cinco de la mañana, cuando el sol apenas sí ha salido), el viajero somnoliento y todavía quitándose las legañas de los ojos verá cómo de esa niebla empiezan a emerger figuras que, desde todos los ángulos, se encaminan en su dirección, con paso lento paro firme. Cuando la distancia permite hacerlas reconocibles, es difícil creer lo que se está viendo: decenas de niñas y mujeres, de piel oscura y curtida por el clima de montaña, y vestidas con trajes típicos de sus tribus, se acercan hasta el forastero, y ya no le soltarán a menos que sea inevitable (por ejemplo, cuando éste entre en su hotel), e incluso en ese caso, puede tener por seguro que a la salida habrá otra esperándole.

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Mujeres rodeando a su presa

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Son las mujeres de las minorías étnicas de la zona: H’Mong, Dao, Tay… que cada mañana llegan a Sapa caminando desde sus villas de origen (algunas incluso a 15 kilómetros de la ciudad) con la intención de vender sus bolsitos, pulseras, chales…, o convencer a algún  turista para que se quede en su casa a dormir por precios irrisorios. Ya lo he dicho: si lo llego a saber, no hubiese dudado en venir por más tiempo para poder quedarme con la familia de alguna de ellas.

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"ai-ho! ai-ho! a casa a descansar..."

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Alguno pensará: “ya, ya… pero tener a una mujer encima, siguiéndote todo el día como una sombra, no hay quien lo aguante…”. Nada más lejos de la realidad. Su presencia, lejos de ser molesta, resulta encantadora. Las mujeres hablan un inglés más que aceptable (¡muchas lo hablan mejor que yo!), son simpatiquísimas, y se muestran encantadas de acompañarte a todas partes, darte cualquier tipo de información que necesites y hablar contigo de sus cositas. En más de una ocasión, la ayuda de una de ellas me salvó de más de un apuro; por ejemplo, haciendo de traductora en la estación de autobuses para comprar el billete a la frontera con Laos, ya que, como ya he dicho, los vietnamitas ni hablan inglés ni hacen ningún esfuerzo por entenderte.

Además, son muy graciosas. Puedes estar tranquilamente comiendo en una terraza, y de repente ver como una cabecita (son muy bajitas) aparece por la barandilla y empieza a darte conversación hasta que has pagado la cuenta. Te vas del restaurante, y la mujer sigue contigo, sin dejar de contarte cosas, o en el caso de que el turista sea un poco borde, en silencio, como si fuese un paje…

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Cu-cu!

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Cu-cu-cu!

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Yo hablo lo que quieras, pero no me insistas, que no tengo dinerorrrrrr....!

Su vestimenta es de lo más peculiar. Destacan, por mayoría, las que llevan un peine clavado en la cabeza. Sí, sí… como una peineta. Es el peine de moda. Si se lo pedís, no tendrán ningún problema en quitárselo para mostraros, orgullosas, su larguísima melena, que cuidan con devoción, ¡incluso las más ancianas!

Aunque eso de la edad es algo difícil de definir… Por lo general, todas parecen envejecidas muy prematuramente. Con más de una me llevé una sorpresa al descubrir que sólo tenía 27 años (la dentadura y la piel correspondían más bien a las de una mujer de 50), e incluso las más jóvenes, con las que no se tiene ninguna duda de que no pasan de los 17, te paralizan al contarte, como si tal cosa, que ya tienen tres hijos…

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Enamorada de la moda juvenil

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Pero, sin duda, el mayor atractivo de Sapa, y motivo principal para desplazarse hasta allí, son sus alrededores. Ya sea en un trekking de uno o varios días, en bici (algo más complicado) o en moto; la visita a los campos de cultivo (maíz y arroz, fundamentalmente) compensa todo lo sufrido hasta ahora. El encuentro con los lugareños; con las mujeres que, cargando sus enormes cestos, vienen o van a la ciudad; con los niños que juegan en los campos y se bañan en las cascadas; o la visión de diez hombres y mujeres de todas las edades, encorvados, cultivando los arrozales, es indescriptible. Tanto, que mejor os dejo con las fotografías; aunque temo, como siempre, que no le hagan la debida justicia… (él album es enorme, ya sabéis a qué ateneros…).

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Abandonado Sapa, llegó el momento de dejar atrás también Vietnam. Pero este país no estaba dispuesto a ponérmelo fácil… Había oído muchos rumores acerca de la frontera de Tay Trang, la mayoría indicando que ese paso se encontraba cerrado por el momento, o que era imposible conseguir el visado allí mismo. Respecto a lo segundo, yo ya me había hecho con el mío en Hanoi, por lo que no tenía ningún problema; respecto a lo primero… más le valdría que asi fuera, o al menos que alguien avisase de la tortura china que esperaba al incauto que se aventurase a cruzar la frontera con Laos por esa zona… para que no lo hiciese.

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Primer pinchazo, "pasado por agua"

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Segundo pinchazo, bajo un calor humedo y sofocante

Ha sido durísimo, un viaje de casi tres días durante los cuales, yo y el resto de turistas que me acompañaban (pocos…), hemos viajado en minibuses, en jeeps, en el suelo de autobuses de carga…, sin posibilidad de ir al baño (para los hombres eso no suponía ningún problema, para las mujeres un poquito más… y para las mujeres “con problemas de mujeres”, mejor no os cuento…), sin comida, sin bebida… droga dura. Parecía que no fuese a terminar nunca. Al final del día, tras un viaje de más de doce horas, nos dejaban en un pueblo fantasma (donde hemos llegado a dormir en un “hotelito de ambiente” que mejor no describo, ni mucho menos el póster que decoraba la pared de mi habitación…), y al día siguiente, vuelta a empezar…

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Mi lugar en el bus, comodisimo (5 a.m)

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A esto ya casi lo podriamos considerar un lujo!

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Paradas en pueblos de pelicula

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O en casi-pueblos de pelicula...

Eso, por no mencionar el estado de la carretera… si es que se le puede llamar así. Las lluvias habían provocado cortes que nos han hecho deshacer el camino andado en más de 100 kilómetros (en ese terreno, el equivalente a tres horas), o peor aún: esperar, durante casi CUATRO horas en mitad de la nada a que una excavadora limpiase el camino, porque el barro impedía que los autobuses pudiesen subir la cuesta de la montaña…Aunque no sé qué era peor, si el temor a quedar atrapados en pleno monte, porque la noche estaba cayendo, o cuando, pasado el bache, el vehículo cogía velocidad para ganar tiempo, y serpenteaba a 200 kilómetros por hora al borde de un precipicio…

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Y ahora, a que se debe este atasco?

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Pala haciendo su trabajo

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Estado en que iba quedando nuestro minibus tras mas de diez intentos por subir

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Cerdos: nuestro maximo entretenimiento durante esas 4 horas... hicieron "de todo"

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Una de las zonas mas transitables

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Velocidad para recuperar tiempo perdido (panico...)

Una auténtica a aventura, de esas que seguramente dentro de unos años contaré a mis nietos (si los tengo). ¡Qué digo años! sin esperar tanto tiempo, ahora, “a toro pasado”, pienso “¡qué alucinante!, ¡vaya paisajes!», pero claro, eso es ahora… En el momento de vivirlo, cuando yo era una de esas mujeres que necesitaban urgentemente un baño “de verdad”, sólo podía pensar “que termine ya, por favor, que termine ya…”.

Y ese ha sido el motivo de mi retraso: no he publicado antes porque estaba viviendo mi “Odisea” personal. La llegada a Laos ha sido refrescante… es uno de esos países que, desde el momento en que entras en ellos, sabes que te va a gustar.

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Y a 200 metros de la frontera... carretera cortada de nuevo

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Adios, autobus, adios...

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Divisando Laos!

Es posible que tarde otros tres o cuatro días en volver a escribir… necesito descansar un poco, y para ello he escogido el pueblo de Luang Prabang, una joya en el centro del país. Soy consciente de que tengo muy poco tiempo para disfrutarlo, de modo que éste me ha parecido el mejor lugar para hacer una parada de al menos una semana, y recuperar fuerzas. Ya sabéis que yo prefiero ver menos sitios, pero verlos bien, y además… el cuerpo me pide un descanso. No lo digo yo, me lo dijo él mismo cuando ayer desperté a las tres de la mañana con unas nauseas terribles y fiebre de 38,6 grados… Un susto. Ahora ha bajado a 37,5… aunque todavía tengo picos de casi 38 y no me encuentro muy bien, así que en Luang Prabang me quedo… hasta que me den el alta ;)

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Muang Khoua, primer signo de civilizacion unas cinco horas despues de haber cruzado la frontera

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Paisajes de Laos

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12 comentarios en Broche en Sapa y el viaje más largo del mundo

  1. Ku 19 junio, 2010 at 4:38 #

    Para los mas observadores: si, me he cortado el pelo. Asi cortaba tambien las malas vibraciones que me habia dejado Vietnam… (bueno, y las puntas abiertas, que ya me llegaban hasta las orejas). El problema es que la chica se paso un poquito… demasiado. De modo que dudo que me volvais a ver en ninguna foto, sino es con coleta…

  2. Daniel Rivas 19 junio, 2010 at 9:20 #

    ¡¡Ni se te ocurra comprar las bolas de coco frito a una señora que hay haciendolas por la calle en Luang Prabang!! Y, si lo haces, al menos no te comas la docena de una tacada, que no es bueno…
    Más aquí: http://danidiariodeviaje.blogspot.com/2009/01/ms-luang-prabang.html

    Y las consecuencias aquí: http://danidiariodeviaje.blogspot.com/2009/01/luang-prabang-cascadas-y-clase-de.html

  3. Rubén 19 junio, 2010 at 10:43 #

    Me encantan las fotos de los arrozales! Menuda odisea te has marcado para salir del país, pero por lo menos has puesto como colofón el cruzarte con gente agradable para dejar atrás tanta mala experiencia :)

  4. LOURELLA 20 junio, 2010 at 20:46 #

    te juro que me había fijado en tu pelo ( no sé por qué) y mira… jejejej lo que me he reido con «incluso habland mejor inglés que yo»…Me he perdido algo?? No es coña, seguro que ya vuelves muy curtida en el inglés…Tía lo de las señoras no me cunde nada.. no sé…No se te hacía pesado???

    PD: CUÍDATEEEEEEEEEE,

    Descansa lo que necesites

  5. riky 20 junio, 2010 at 21:04 #

    Preciosas! las fotos, los arrozales,los paisajes..
    Del viajecito mejor ni hablar…
    Que te mejores Ku..

  6. MAMI 21 junio, 2010 at 21:28 #

    No se que decir, la verdad, es que no tengo palabras. Se que has pasado momentos duros y…para una mamma, ( mi papel) que solo busca tu felicidad, me resulta un poco duro.Dejemoslo en que VIAJAR ES ESO.
    Lo de los peines ya lo hemos vivido o visto. Como prefieras.Es gracioso.
    Te has cortado el pelo ¡que le vamos a hacer! ya crecera. Te quiero, incluso con el pelo corto. Ja-ja.
    Ya queda poco. T.Q. mami.

  7. David 23 junio, 2010 at 14:46 #

    Bueno, veo que sigue todo bien, quitando la fiebre (espero que estes bien), sigo metiendome poco a poco aqui y disfrutando de tus fotos, viajes e historias, me alegro muchisimo!. A ver cuando vuelves y me cuentas cosas con un cafe/cerveza

    mua!

  8. Isabel 23 junio, 2010 at 15:26 #

    Ei! Me alegro que ya estés por Laos! Ponte buena pronto que nos tienes que explicar cosillas del país!

    Saludos,

  9. Laura 28 junio, 2010 at 0:14 #

    Hacia mucho que no pasaba por aqui, pero es que no tengo apenas tiempo!!! Ya veo que tu viaje sigue viento en popa… A partir de ahora te seguiré de nuevo…

    Muy buenas fotos, como siempre!

    Viaje al atardecer
    All About Cities

  10. Maribel 3 febrero, 2012 at 15:42 #

    Hola Carmen, me encanta esta entrada, Sapa es uno de los lugares que más huella me ha dejado de Vietnam, aunque no el único, no tengo tu sensación de pesadilla, y lo cierto es que excepto la zona del Mekong de la que esperaba más (tal vez por que el acercamiento anterior desde Tailandia con miniparada en Laos fué mejor)
    Perdón, a lo que iba, me molesta mucho la fama que muchas guías ofrecen de Sapa, es turístico, sí, pero la gente es mucho más amable de como la pintan. Recorrer los arrozales, las escuelas, las aldeas, ver tantísimos niños, algunos caminando, jugando sobre zancos (que usan cuando el arrozal está inundado..)ha sido una de las mejores etapas del viaje. Y viendo tus fotos compruebo que no somos los únicos enamorados de todo ese colorido, esas mujeres trabajadoras, fuertes…el mercado de Bac Ha ha sido uno de los lugares con más colorido de los que recuerdo en nuestros viajes, si a eso le añado el mercado de búfalos….
    Vamos, que me enrollo y lo que importa es que me gusta lo que cuentas, que hiciste muy bien en cortarte el pelo, jejeje, se destroza en esos climas, y que me ha encantado revivir tu, mi, viaje a través de tantas fotos, es una crónica visual,
    gracias por compartir ;-)
    El Guisante Verde Project

    • Ku 4 febrero, 2012 at 11:53 #

      ¡Hola Maribel!

      Me ha encantado tu comentario, ¡yo también soy una enamorada de Sapa! Es turística, no lo podemos negar…. pero nada comparado con el resto de Vietnam. Incluso omitiendo la comparación, para mi es una maravilla de lugar. ¡Y qué gente más simpática! Si mi visado no expirase a los dos días, no hubiese dudado en quedarme más :D

      El recuerdo de «mi pesadilla» es una cosa completamente al margen. Fue el viaje de Sapa a Laos, y fue la repera… Al menos así em lo pareció a mi entonces. Hasta ese momento del viaje, nunca había vivido un viaje igual de duro. Y claro, como el diario era casi «en directo»… quedó para la posteridad, jeje.

      ¡Un abrazo muy fuerte!

  11. crateres 30 marzo, 2017 at 17:00 #

    Sa Pa ha cambiado mucho. Están construyendo por todas partes día y noche y es molesto. Vale la pena? Si, me gustó porque fui con pareja, pero en el pueblo se come mal y caro. Demasiado turístico.
    Felicidades, fantástico viaje y magnífico blog.

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