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La Paz: agitada, no revuelta

Cada vez estoy más contenta por haber decidido hacer esta etapa del viaje sin guía. Las guías ayudan, qué duda cabe; ayudan, siempre que sean tomadas como lo que son: un punto de referencia, nada más.

Sin embargo, desde que dejé Asia atrás, estoy viajando sin guía. Reconozco que en Buenos Aires me tomé la molestia de entrar en varias librerías para preguntar por la “Biblia Planet” en su versión “Sudamérica con mochila”; no la encontré: ni en castellano, ni en inglés (siendo éste un detalle que me sorprendió bastante: ¿cómo es posible que la mayoría de las guías que pueden verse en las librerías de Argentina, estén en inglés?). Como tampoco era éste un tema que me preocupase demasiado, cuando me quise dar cuenta llevaba ya dos semanas viajando sin “biblia”; y ya lo dejé estar.

Por supuesto, tengo un cuaderno donde anoto todos los datos que pueden parecerme interesantes o útiles, en su mayoría recomendaciones y advertencias de otros viajeros, o referencias que he buscado en Internet. De momento, me está yendo bien. Admito que al principio sufrí mucho la carencia de mapa (llegaba a una ciudad y lo primero que pensaba era: “mi maaaapa, mi maaaapa, ¿hacia dónde tengo que ir ahora?”), malacostumbrada que me tenía la guía. Ahora he aprendido a sacarme las castañas del fuego: consigo mapas hasta debajo de las piedras -de los folletos informativos, en los trípticos de propaganda de los hostales…- y, a decir verdad, esto de viajar libre de “prejuicios” tiene más ventajas que inconvenientes.

Tiwanaku (2)

El gran continente, sin guía... ¡chan, chan, chan! (Foto: Panel informativo en el Museo de Tiwanaku)

Para empezar, buscar los hostales por mi misma me está llevando a lugares bastante auténticos, y suelo pagar menos que la mayoría de la gente con la que me he cruzado (y bastante menos de lo que dicen las guías, dicho sea de paso). Pero sin duda, lo que verdaderamente marca la diferencia, lo mejor de viajar sin guía, es la recuperación de la capacidad de SORPRESA. A menos que se sea un docto en la materia o se tenga una memoria prodigiosa, es difícil acordarse de todo lo que hace meses se ha leído sobre un determinado lugar; y eso hace que muchas cosas te pillen de sorpresa.

Tal ha sido el caso, por ejemplo, del descenso hacia la ciudad de La Paz. Creo yo que, se vaya advertido o no, la experiencia impacta por igual a cualquiera. Pero a mí, que me pilló completamente desprevenida, sencillamente me dejó sin aliento, con la nariz pegada a la ventanilla del autobús, y sin ser capaz de articular palabra.

Tiwanaku (1)

Vista de la Cordillera Real, cerca de La Paz

La llegada a La Paz, como digo, es un descenso. Si bien la ciudad se encuentra situada a unos 3.660 m.s.n.m, es tal su posición, encajada (nunca mejor dicho) en el cañón del río Choqueyapu, con sus casitas como “colgando” precariamente ladera abajo (realmente da la impresión de que por el mismísimo centro se las estuviese engullendo la tierra), que la entrada en ella, obligatoriamente,  se hace “hacia abajo”. Aunque luego caminando por sus calles no lo parezca, la vista que ofrece desde las alturas es la de una ciudad extensísima, cuyas cientos (¡miles!) de pequeñas casitas de ladrillo (que apenas sí llegan a distinguirse del terreno en el que se asientan), parecen haber sido arrojadas desde lo alto, para caer a su libre albedrío, de cualquier manera, sobre las laderas del valle.

Vistas La Paz (1)

Tengo que poner tres fotos para abarcarlo todo, porque el conductor NO fue tan amable de parar en un lugar con mejor punto de vista...

Vistas La Paz (2)

Vistas La Paz (3)

Al fondo, el pico nevado del volcán Illimani

Una vez “dentro”, esa sensación no nos abandona. La ciudad de La Paz no tiene una sola calle “bien puesta” (exceptuando la enorme avenida de «El Prado», la única que parece seguir una línea recta y ofrece un punto de orientación al visitante), sino que, como al levantarla tuvieron que adaptarse naturalmente a la topografía del lugar, las calles empiezan rectas, luego se tuercen, suben, bajan, giran bruscamente… haciendo de su recorrido una verdadera atracción de feria. Además, es tal el conglomerado de barrios, de zonas completamente diferentes entre sí, pegadas las unas a las otras, que más bien parece que alguien hubiese metido en una coctelera los proyectos de varias ciudades distintas, y luego lo hubiese agitado bien (“agitado, no revuelto”), para ver qué salía de ello.

Vistas La Paz (5)

Una ciudad irregular...

Sagárnaga y alrededores (6)

Calle Sagárnaga hacia abajo (está "chupao")

Sagárnaga y alrededores (5)

Calle Sagárnaga hacia arriba (y esto es sólo el comienzo)

Por todo esto, La Paz es una ciudad de la que resulta difícil aburrirse. Al menos a mí, personalmente, me ha tenido entretenida durante casi una semana, y no ha habido día que no haya descubierto un nuevo lugar; en ocasiones, a menos de tres metros de la zona en la que me he estado moviendo el día anterior. Y es que, como digo, la ciudad de La Paz, es una sorpresa constante: nunca sabes lo que te vas a encontrar al doblar la esquina.

Mercado de hechicería (1)

Alrededores de la calle Sagárnaga y Mercado de Hechicería

El guetto de los turistas por excelencia; aquí se concentra lo mejor y lo peor de La Paz. Si es lo primero que se ve al llegar, puede erróneamente ser tomado como el “casco antiguo”, debido a sus calles empedradas, sus subidas y bajadas, iglesias de estilo colonial, edificios de época… Sin embargo, en cuanto uno da un paseo por cualquiera de los barrios ubicados en las laderas del valle, se da cuenta de que toda La Paz es así, salvo determinadas y muy concretas excepciones, como la avenida de El Prado. Lo que diferencia los alrededores de la calle Sagárnaga de cualquier otro barrio de La Paz, son fundamentalmente dos cosas: la gran cantidad de tiendas de artesanías y souvenirs, hostales, cafés y restaurantes que se encuentran aquí concentrados, y el Mercado de Hechicería.

Sagárnaga y alrededores (1)

Sagárnaga y alrededores (4)

Sagárnaga y alrededores (3)

Sagárnaga y alrededores (7)

El Mercado de Hechicería, o Mercado de las Brujas, es tan bizarro (creo que la RAE todavía no me acepta esta acepción al término, pero a mí es la que más me gusta) que cuesta creer que no se trate de un invento pensado y creado de cara al turista. En sus puestos, y desde hace años, las “brujas” de la cultura Kallahuaya venden remedios, ungüentos, hierbas, amuletos e incluso conjuros para hacer realidad nuestros más profundos deseos. A destacar: las consultas privadas, donde no sólo te leen el pasado y el futuro, sino que te solucionan la vida en un momento; por no mencionar los fetos de llama que aparecen colgados en todas las tiendas… por lo que me cuentan, con la finalidad de ser quemados en un extraño ritual para atraer la suerte y la fortuna.

Mercado de hechicería (2)

Mercado de hechicería (7)

Mercado de hechicería (12)

Mercado de hechicería (9)

Mercado de hechicería (14)

Plaza Pedro D Murillo

El verdadero centro de la ciudad; aunque, si soy sincera, ¡no lo descubrí hasta el último día!  Aquí se encuentra La Catedral, el Palacio Legislativo, el Palacio Presidencial… y algunos edificios históricos más, como el Palacio de los Condes de Arana, ahora convertido en Museo Nacional del Arte. La Plaza Pedro D Murillo es un lugar muy animado, donde cuesta encontrar un banco libre en el que sentarse, tal es el número de personas que viene aquí a pasar  la tarde, a disfrutar de un helado o dar de comer a los pájaros. Si se viene por la mañana, tampoco sería improbable encontrarse con algún alto cargo del Gobierno entrando o saliendo del trabajo… aunque las posibilidades de reconocerlo sean escasas (hablo desde mi completa ignorancia, por supuesto).

Plaza Pedro D Murillo (1)

Plaza Pedro D Murillo (4)

Plaza Pedro D Murillo, Catedral

Mercado Lanza

El último día hablaba con verdadera pasión del Mercado Central de Sucre; pues bien, eso era porque todavía no había descubierto el Mercado Lanza de La Paz. Pobre Sucre: no tiene la culpa de nada, pero es que las comparaciones siempre fueron odiosas, y al Mercado Lanza de La Paz es difícil superarlo… en casi ninguna cosa.

Mercado Lanza, alrededores (1)

Mercado Lanza, alrededores (3)

Mercado Lanza (2)

Gran ambiente en el mercado, ¿qué mira todo el mundo?

Plaza e Iglesia San Francisco (1)

Esto: comienzo de El Prado, y la Plaza e Iglesia de San Francisco

Ya su estructura resulta de lo más curiosa, y cada uno de sus pisos (el de los libros, el de la fruta…) daría para escribir un par de párrafos. Sin embargo, yo me voy a central en los “kioscos” de comidas; un mundo aparte: dos pisos absolutamente abarrotados de minúsculos “kioscos” a modo de cafeterías, restaurantes, heladerías… donde, a pesar de su reducido tamaño, entra la cocina, la barra, e incluso un par de mesas, siempre llenas a rebosar. Ahí no existe la propiedad privada: te sientas donde encuentras un hueco (entre la mujerona y el agente de policía de turno, llegado el caso) y pides el almuerzo del día (también existe la posibilidad de comer a la carta, pero es un poquito más caro): por un precio que puede oscilar entre los 10 y los 15 bolivianos (1 o 1´5€), te sirven tu plato de sopa, un segundo a elegir, y en muchos casos, incluso postre, café o mate. Casi nada.

Por supuesto, para ojos profanos como los míos la comida es lo de menos. Uno de los días que fui, estuve de doce a dos del mediodía y no probé bocado. Es que las horas pasan muy rápido ante tal movimiento de platos, gritos (“¡señorita! ¡aquí almuerzos, almuerzos calentitos!”), trovadores ambulantes y vida en general. Una de las mejores formas de sumergirse en la cotidianeidad de la sociedad boliviana.

Mercado Lanza (3)

Mercado Lanza (4)

Kioscos de zumitos

Mercado Lanza (6)

Kioscos de almuerzos

Mercado Lanza (7)

El Prado

La auténtica “espina dorsal” de la ciudad, y un buen punto de referencia para el turista que se haya perdido. Esta gran avenida, que va cambiando de nombre según la zona en la que nos encontremos, sirve también como lugar de reunión para los muchos jóvenes de la ciudad, sobre todo alrededor de sus varias fuentes y estatuas (una de ellas, en honor a Cristóbal Colón: de verdad que me cuesta entenderlo…), siempre rodeadas de limpiabotas que te agarran el pie al menor descuido. Recorrer la avenida de El Prado en toda su extensión es, sin duda, una de las mejores maneras de comprobar de primera mano los bruscos cambios de que sufre la arquitectura (y la población) de la ciudad, de una zona a otra.

El Prado (1)

El Prado (2)

El Prado (4)

La juventud se reune cerca de las fuentes

El Prado (7)

El Prado (6)

Como "El Príncipe Feliz" (Oscar Wilde)

Barrios San Jorge y Sopocachi

Lo más lejos que llegué en mi recorrido por El Prado. Un barrio residencial, mucho más tranquilo y “bohemio” que la zona central; lleno de pubs de moda, colegios privados, embajadas y edificios gubernamentales. Por lo que me han dicho, de haber seguido caminando unos 5 kilómetros más, hubiese llegado a la Zona Sur, en la parte más baja del valle, donde se encuentra la verdadera “crème de la crème” de la ciudad.

San Jorge (1)

San Jorge (2)

La casita de Evo (tuve que hacerla a distancia porque los guardias se "enfadaron")

San Jorge (3)

Embajada de los Estados Unidos

San Jorge (4)

Embajada Británica (ese señor también salió a reñirme, pero hice la foto antes, ¡ja! ¿pensarán que soy una terrorista?)

Por último, y alejándonos ya un poquito del centro, para quienes disfruten con las maravillas naturales, un par de excursiones imperdibles son el Valle de la Luna y el Valle de las Ánimas, donde (por lo visto) pueden admirarse unas formaciones rocosas espectaculares. Sin embargo, reconozco que en esta ocasión pasé olímpicamente de tanta “maravilla natural” y esa parte me la perdí.

Lo que sí hice (esto iba más conmigo) fue la excursión a las ruinas de Tiwanaku. Ubicadas a unos 75 kilómetros de la ciudad, los restos de la antigua ciudad de Tiwanaku son las únicas ruinas arqueológicas con que cuenta Bolivia, y sinceramente: más les valdría cuidarlas un poquito más.

Tiwanaku (3)

Reconstrucción de Tiwanaku (se sabe que era así por la "tecnología satelital")

Resulta vergonzoso (o simplemente triste) que los únicos vestigios que quedan de una civilización de tal importancia como fue Tiwanaku (que, aunque poco conocida a nivel mundial, fue realmente importante; os lo digo yo), estén así de descuidados, sin fondos para continuar con las investigaciones (sólo un 10% ha sido excavado por el momento… y eso que, ya de partida, solo queda un 40% de lo que fue en origen) y, bueno: en un estado tan lamentable, en general. Cómo será, que nada más llegar, en la entrada de uno de los museos, un cartel advierte al visitante: “Lamentamos informarles que el estado en que se encuentran los museos y las excavaciones es culpa del Ministerio de Cultura. Disculpen las molestias”.

Tiwanaku (4)

Pirámide de Akapana (o lo que queda)

Tiwanaku (5)

Con una base de 200x200 metros, es la segunda pirámide más grande del mundo, después de la de Keops, en Egipto (sólo en perímetro, claro: su altura no supera los 18 metros)

Tiwanaku (6)

"Puerta del Sol": Era un calendario astronómico (aquellos interesados, pueden ver una ampliación de sus grabados en el álbum)

En cualquier caso, la visita a Tiwanaku para mí ha sido una perita en dulce, sobre todo gracias al inmejorable guía que me tocó en gracia, indudablemente enamorado de su oficio, y que no se ha cortado un pelo a la hora de contarme todo lo que sabe de esa gran civilización. Una civilización que, aunque para algunos sea casi desconocida, llegó a ocupar 600.000 kilómetros cuadrados y duró casi 3000 años (¡la segunda después de los Egipcios, que duraron 5000!), y en la que -supongo que esto ya lo habréis deducido- hay que buscar también las raíces de los Incas, quienes posteriormente, y en un brevísimo periodo de tiempo (apenas un siglo) se convirtieron en la civilización más importante del continente.

Tiwanaku (8)

Tiwanaku (12)

Tiwanaku (15)

Al terminar el recorrido por las ruinas, mi grupo se dirigió al restaurante elegido por el guía para almorzar antes de regresar a La Paz. Yo, que no tenía demasiadas ganas de comer, preferí quedarme fuera, al sol, leyendo y pasando a limpio los apuntes que había tomado durante la visita. Al cabo de tres cuartos de hora, entré al local con la intención de ir al baño antes de subirme en el autobús, y cuando lo hago, veo que todas las caras de la mesa se giran hacia mí, y uno de los comensales dice: “¡Señorita, señorita! Acérquese, por favor, que tenemos aquí un debate… ¿Usted es fotógrafa o arqueóloga?”. Mi cara de póker os la podéis imaginar…; al final, entre vergonzosa y divertida, respondo: “¿Yo? …ninguna de las dos cosas”. El grupo se revuelve, a todas luces poco satisfecho con mi respuesta, y el mismo de antes me pregunta de nuevo: “Ya, ya, pero todas esas fotos y esas notas… ¿a qué se dedica?”. Lo cierto es que tanta insistencia me hizo ponerme nerviosa a mí también, y aunque intenté buscar una respuesta “con gancho”, para dejarles contentos a todos, al final solo acerté a decir: “Yo qué sé; yo… viajo”.

Vistas La Paz (4)

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22 comentarios en La Paz: agitada, no revuelta

  1. Manu_RB 20 septiembre, 2010 at 20:45 #

    Buena respuesta… y excelente post como siempre.

    • Ku 21 septiembre, 2010 at 0:13 #

      Muchas gracias, Manu!

  2. Cata 20 septiembre, 2010 at 21:37 #

    Me ha encantado este post tan ameno sobre La Paz, y tu respuesta fue buenisima! Eres una escritora, fotografa y viajera, dilo bien alto!!!

    Oyeeee, quiero votarte en los Premios Bitacoras pero no me deja!!!

    • Ku 21 septiembre, 2010 at 0:10 #

      Creo que Edu ya te ha respondido :) Tienes que registrarte en Bitacoras.com (lleva un par de minutos) o asociar tu cuenta de Facebook. Después, votas algún articulillo o post que veas por ahí, el que sea, en la misma portada de la página, para que el sistema te considere «usuario activo».
      Y una vez hecho esto, ya puedes ir a donde se votan los premios… Puedes votar hasta tres blogs diferentes en cada categoría; si lo haces, recuerda votarme en «Viajes», porque en «Negocios» tengo el fracaso garantizado! ;)

      Gracias por lo de «escritora, fotógrafa y viajera», suena muy bien (¡ojala también diese de comer! :P)

  3. panedu 20 septiembre, 2010 at 21:53 #

    Muy buen articulo :) La verdad es que cada uno se crea su propia guía cuando viaja y muchas veces se consigue mas preguntando que mirando en un libro que quizás este desfasado… oye podrías hacer alguna guia jejeje

    Me ha resultado muy interesante La Paz y es una pena lo de las ruinas pero me imagino que sea un gasto muy grande su reconstrucción y por eso están así.

    Esto para Cata: Si tu problema es..»Has de tener un mínimo de actividad en la red social (votos, comentarios, recomendaciones…) antes de seguir votando…»

    Lo que tienes que hacer es ir a Portada y votar algún articulo, de esa manera te consideran usuario activo y puedes votar en los premios 2010 :)

    • Ku 21 septiembre, 2010 at 0:12 #

      Estás en todo, Edu, pareces mi «secretario» :P

  4. Carlos 20 septiembre, 2010 at 22:23 #

    Para que necesitas una guia? Si la guia la haces tú! ;)

    • Ku 21 septiembre, 2010 at 0:14 #

      Es mi salida de futuro alternativa… las guías de viaje «RataPlanet» ;)

  5. Almudena 21 septiembre, 2010 at 2:23 #

    Genial el post.
    Y que razón llevas en cuanto a las guias.
    Saludos.

  6. Almudena 21 septiembre, 2010 at 7:33 #

    No sabes la ilusión que me hace que te acuerdes de mi, en serio!! pues me quedan 4 semanas y media, jej, aunque nacerá cuando quiera claro. Asi que ya estoy nerviosita perdida.
    Un besazo guapa y gracias por tu commet.

  7. OTRA LAURA 21 septiembre, 2010 at 12:02 #

    A ver si me acepta el comentario, porque últimamente se rechazan! Me ha impresionado lo de los fetos de llama! Es una gozada leerte! Creas «adicción». Mucho ánimo!!

    • Ku 21 septiembre, 2010 at 18:44 #

      Muchas gracias, Laura! Una alegría verte de nuevo por aquí!

  8. Borja Guillén 21 septiembre, 2010 at 15:25 #

    Al fin y al cabo, no les mentiste… tú, viajas ;-)

    Ya te lo he dicho alguna vez, pero no sabes la alegría que me da cada vez que veo un post nuevo por aquí. Sé que la vida no me dará la oportunidad de lanzarme a la piscina como lo estás haciendo tú, y que posiblemente no me atrevería a hacerlo; pero, desde luego, que sepas que siento que tu viaje también podría ser el mío y que me encanta leer lo que vas viviendo.

    • Ku 21 septiembre, 2010 at 18:45 #

      Jolín Borja, desde ahí no lo puedes ver, pero te aseguro que me has hecho sonrojar!

  9. po 21 septiembre, 2010 at 15:47 #

    ku queremos hacerte campaña (sana) pero esto del voto es una puta mierda, no sé si es necesario tener el facebook ese (vaya fosil). Creo que te mereces estar entre los primeros. Estas muy delgada. Vuelve pronto que empieza el frio

    • Ku 21 septiembre, 2010 at 18:48 #

      Jajajaja,me encanta vuestra brutal sinceridad. Sí: es una puta mierda, y la verdad es que no va nada bien. No os preocupéis, no es un asunto de estado… Además, la competencia es muy buena (sólo tenéis que ver al que va el primero, el blog «Crónicas de una cámara») y por supuesto no aspiro a ganar, así que no os queméis!

  10. crisss 21 septiembre, 2010 at 18:12 #

    carmen!! saluti da bologna!!! si si tb desde aki he entrado a leerte, y aki en el piso estan todos alucinados con tu blog, (no entienden muy bien lo q pone) pero se hacen a la idea con las PEDAZO FOTOS q has sacado
    preciosas las de La Paz llegando….debe ser impresionante en persona!!
    ya sabemos q algun dia esas notas….seran best-seller!!! ;)

    • Ku 21 septiembre, 2010 at 18:49 #

      Cómo te pasas, Cris!

  11. Rubén 23 septiembre, 2010 at 19:11 #

    Te debo dos lecturas de entrada reposadas… que Vero me ha adelantado!! :) Eso sí, no me voy sin decirte que esos «bichos nonatos» dan mucha grima!

  12. Rafael Llimós 16 febrero, 2012 at 8:18 #

    Eso de que la cultura Tiwanaco (Tiahuanaco) duro 3000 años es una interpretación del pasado muy a la boliviana, para hinchar el pecho a punta de orgullo nacional, y de paso impresionar a las señoritas viajeras, bloggeras, extranjeras. Los tiahuanacos como la cultura que construyó el templo de Kalasasaya y la Puerta del Sol, existió entre los 100 y 1300 de nuestra era. Antes existieron viarios pueblos en la zona del altiplano, como la cultura Pucara, que desde una perspectiva más amplia pueden ser consideraros como pre o proto tiahuanacos. Todo depende del color con que se mire.

    • Ku 17 febrero, 2012 at 10:03 #

      Todo depende del color, Rafael ;)

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