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Sobre la soledad y otros fantasmas

Este post, con casi el mismo título y fotos (lo había llamado “Soledades en Irán” y las imágenes abarcaban más ciudades) iba a publicarlo hoy con un texto completamente diferente.

2.673 palabras que comenzaban hablando de lo que para mí había supuesto viajar sola a Irán (“un sueño acariciado durante años”) como excusa para reflexionar sobre las ventajas y desventajas de viajar solo o acompañado, apoyándome en los escasos momentos que en ese país tuve de verdadera soledad (los pocos que me permitió la excesiva hospitalidad de sus gentes). Como, por ejemplo, en Yazd, ciudad cuyas calles ilustran la versión definitiva (e impulsiva) de esta entrada.

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Nunca sabré si el texto era bueno o malo, interesante o intrascendente, porque anoche lo borré con un golpe de ratón. 2.673 palabras que ya no existen. Qué sencillo es deshacerse de lo escrito, de lo pensado y lo sentido. Lo que ayer ocupaba mi corazón y pensamientos, dejó de importarme. Digo más: me pareció una mierda, un insulto. Éste es el problema de escribir lo que sientes: que los sentimientos cambian, a veces demasiado rápidamente.

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Hay algo que no me gusta de tener un blog de viajes. Cuando viajar es tu vida y escribes sobre tus viajes, escribes sobre tu vida. Siempre he procurado, en la medida de lo posible, mantener mi pedacito de privacidad al margen, pero los sentimientos están ahí, expuestos; y con ellos, yo misma.

A veces pienso cuánto más fácil sería escribir un blog “turístico”, con artículos al estilo “qué hacer y ver en”. Tendría seguramente más visitas, publicaría con mayor frecuencia y habría hablado ya de muchos lugares, sin duda interesantes, que a nivel personal se me han quedado enquistados.

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No es fácil escribir lo que sientes. Ni siquiera me es fácil escribir esta frase (“no es fácil escribir lo que sientes”). Sentir duele muchas veces; otras, bloquea. Incluso cuando las cosas te van muy bien, el ardor de la dicha puede alejarte del teclado. A mí me ocurre.

Personalmente creo que mis mejores textos han nacido cuando he estado sola y con el corazón en calma. Hace tiempo que no vivo en un estado semejante, y por ello he publicado menos. No hay peor sensación para un escritor (nombre usado sin rimbombancia, asumiendo que escritor es alguien que escribe) que sentarte frente a tus recuerdos, ver esas fotos llenas de momentos y ser incapaz de darles forma con palabras. Pero, como dice el poema de Benedetti, “después de la alegría, después de la plenitud, después del amor, viene la soledad”. Antes o después llega. O quizás siempre estuvo ahí.

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Es jodido saberse solo de repente y sentirse invadir por el pánico. Tienes dos opciones: romperte en mil pedazos y meter los trocitos bajo la cama, o mirar hacia adelante. Y este segundo camino no es fácil, aunque sea el que quieres seguir. Aunque sepas que es el único que puede devolverte la paz.

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Siento claustrofobia. La misma que sentí aquella tarde paseando por las interminables callejuelas de Yazd, sin un solo alma a la vista, bajo un sol abrasador y sudando dentro del yihab. Pero entonces no estaba sola, al menos no técnicamente. Y es ahora, con la mente fría y decidida a transitar ese camino aunque me de miedo, cuando pienso que no hay nada peor que sentirse solo sin estarlo.

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Bienvenida, Soledad. Soledad auténtica y verdadera, sentirte me libera. Un pasito y otro más, agarrada al salvavidas que me arroja Benedetti. ¿Qué vendrá después de ti?

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A veces no me siento tan solo.
Si imagino
mejor dicho, si sé
que mas allá de mi soledad
y de la tuya
otra vez estás vos.
Aunque sea preguntándote a solas
qué vendrá después de la soledad.

(Soledades, Mario Benedetti.)

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14 comentarios en Sobre la soledad y otros fantasmas

  1. Luis 9 abril, 2015 at 16:01 #

    Un hurra por la soledad cuando aviva el martilleo y convierte la pantalla en un camino de palabras con sentido.
    ¡Bravo!

  2. Antonio G. 9 abril, 2015 at 20:27 #

    A veces el silencio es lo mejor que se puede escuchar.
    Un abrazo

    • Carmen 10 abril, 2015 at 13:46 #

      Nada que añadir.

      (Estoy viendo ahora lo que me has pasado).

      Un abrazo.

  3. Claudia 13 abril, 2015 at 14:00 #

    Carmen hermosa, tu estilo no impersonal es el que te hace diferente, auténtica…tienes razón, la soledad a veces asusta porque en su silencio no queda más que escucharse uno mismo…pero es esta la oportunidad de seguir evolucionando…ánimo!

    • Carmen 14 abril, 2015 at 11:40 #

      Tienes toda la razón. Es una gran oportunidad :D

      Gracias, Claudia!

  4. Jesús 13 abril, 2015 at 16:33 #

    Estuve en agosto de hace cuatro años mochileando por Irán y también me quedó una impresión indeleble de la gente de ese país; el cual es tan injustamente estigmatizado en esta parte del mundo.

    Viajar solo o acompañado, esa es la cuestión. La verdad es que viajar con tu pareja o con un buen compañero de viaje es algo fantástico, sin duda. No obstante, viajando solo he disfrutado de experiencias que nunca me han acaecido estando acompañado.

    Tan solo compartir una humilde experiencia que me pasó viajando solo hace un par de años en Lallibela, Etiopía. Era mi último día en esa ciudad y fui a visitar sus increíbles templos por última vez. Cuando me iba empezó a llover de manera muy intensa y me refugié a resguardo de las arcadas de uno de los templos. Allí entablé conversación con dos niñas, una de unos 13 y otra de unos 11 años. La verdad es que más que nada tenía la impresión de que estaban vacilando al guiri (yo). Cuando dejó de llover me despedí y les deseé la mejor de las suertes (¡cómo la necesitan en esa parte del mundo!). Ante mi sorpresa la mayor de ellas se quitó en crucifijo que llevaba al cuello y lo puso en el mío. Es tan solo una pequeñísima crucecita de madera atravesada por un hilo negro pero para mí es el mejor recuerdo que tengo de un viaje, a pesar de que no soy para nada creyente. Ese tipo de experiencias nunca me han pasado estando acompañando.

    Gracias por tu blog. Me viene de maravilla para abstraerme del trabajo unos poquitos minutos de vez en cuando.
    Buena suerte, Jesús

    • Carmen 14 abril, 2015 at 11:43 #

      ¡Preciosa anécdota, Jesús! Tengo muchas ganas de ir por esa parte del mundo… aunque ese es un viaje que, no sé por qué, siempre me lo había planteado acompañada, jaja ;)

      Tienes razón, hay cosas que solo te suceden viajando solo. Pero también hay momentos en compañía que son irrepetibles… Supongo que se trata de buscar un equilibrio.

      ¡Un saludo!

  5. Pau 14 abril, 2015 at 10:42 #

    Un fuerte abrazo compañera

  6. Manuel 18 abril, 2015 at 19:21 #

    No todos los viajes han de ser introspectivos, así como no todo el mundo viaja (o puede viajar) como una forma de vida. Por eso y por otras cosas, hay muchas maneras de escribir de viajes, afortunadamente :-)

    Dicho lo cual, me gusta leer tu historia, Carmen. Cuídate!!

    • Carmen 29 abril, 2015 at 12:03 #

      Muchas gracias, Manuel. ¡Un abrazo fuerte!

  7. Cecilia Maria 10 diciembre, 2015 at 15:57 #

    Gracias por tus frases tan apropiadas para mi soledad. Que experiencia fuerte pero que positivo compartirla. Me ayuda. Es la primera vez que leo tu blog y me gustó!. Saludos desde muy muy lejos.

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