Los emails de chicas que quieren viajar solas a India son frecuentes en mi bandeja de entrada. Normalmente me escriben por dos motivos:

a) Es la primera que viajan solas y no saben si India será un buen país para iniciarse. Dentro de este grupo, las preguntas que más me hacen son de tipo práctico: ¿Es India un país muy duro? ¿Resulta fácil viajar por libre allí? ¿Cómo son los transportes? ¿Puedo hacer autostop? ¿Hay hostels con dormitorios compartidos? ¿Funciona bien Couchsurfing? ¿Y si me pongo mala?

b) Puede que ya hayan viajado solas antes, pero India en particular les genera un cierto respeto. Las preguntas de este grupo suelen girar alrededor de la seguridad: ¿Es India un país peligroso? ¿Cómo debo vestir? ¿Está el acoso a la orden del día? ¿Me van a violar? (No, ésta última no es una exageración mía. No os podéis imaginar la de veces que, con estas o distintas palabras, me han hecho una pregunta parecida).

En este especial Viajar sola a India voy a intentar despejar esas y otras dudas. Vaya por delante que en ningún caso me considero un gurú con la verdad en la mano: tan solo soy una mujer que de los últimos seis años ha pasado más de dos en este país. Esto lógicamente no me legitima como experta, pero aunque mi punto de vista no sea más que una opinión subjetiva en base a lo que yo he vivido (y que en absoluto tiene que coincidir con lo vivido por otras mujeres), no deja de ser una experiencia real y una opinión elaborada con el tiempo, que creo que puede ayudar u orientar a otras personas.

No obstante, antes de entrar de lleno en los consejos concretos y las cuestiones más prácticas (en la segunda parte del especial), me gustaría encarar una cuestión de dramática actualidad, y posiblemente la causa de que tantas mujeres teman viajar solas a este país.

Mitos y verdades sobre la situación de la mujer y las violaciones en India

Empiezo por aquí, porque es un tema que personalmente me irrita.

India no es un país peligroso, «ni siquiera» para una mujer, aunque entiendo que haya quienes crean lo contrario vista la imagen que en los últimos años se empeñan en transmitir los medios de comunicación. No obstante, quiero ser objetiva, así que aquí van dos verdades sobre la situación de la mujer en India:

1 – Sí, India se rige por una sociedad culturalmente machista y patriarcal en la que las mujeres viven desde hace siglos subordinadas al hombre.

Hasta aquí nada nuevo bajo el sol, ¿acaso es el único país donde esto sucede? Lo que no se puede negar es que India cuenta con un historial de tradiciones verdaderamente abominables. En su expresión más extrema, hasta hace no tanto las mujeres eran condenadas a morir en la pira funeraria de su difunto marido (ritual conocido como satí) y todavía hoy algunas viudas son condenadas a la mendicidad y ostracismo por su propia familia.

Aunque lógicamente este tipo de situaciones son inadmisibles, sería injusto no admitir que el país está cambiando. La situación de una campesina en una aldea perdida de Madhya Pradesh no es la misma que la de una joven con estudios de Delhi o Mumbai. Si actualmente las violaciones (físicas en particular y de derechos en general) que este género sufre reciben tanto eco, es porque cada vez hay más educación, más denuncias y, en consecuencia, más protestas encabezadas por las nuevas generaciones. India está evolucionando hacia una sociedad en la que las mujeres cada vez tienen mayor peso, pero en en las clases más populares la idea del patriarcado, bajo la cual la mujer es poco más que una propiedad del hombre, aún está muy enraizada y cuesta arrancarla. India es un país muy grande en el que los cambios llevan tiempo.

2 – En India se producen agresiones sexuales; una cada veinte minutos, según los últimos datos que leí.

Según datos de 2013, en España se denuncian una media de tres violaciones diarias: una cada ocho horas. La diferencia es notable, qué duda cabe, pero no podemos juzgar por el mismo filtro un país de cuarenta y seis millones de habitantes y uno de mil doscientos. Proporcionalmente en base a su población, cada año en España se producen igual o más violaciones que en India (al menos, atendiendo a las estadísticas oficiales de denuncias, obviamente en ambos países muchas agresiones quedan sin denunciar); sin embargo, son las violaciones en el segundo las que acaparan todas las portadas, como si fuera el único país donde ocurre, como si todos sus hombres fuesen violadores en potencia. 

Si nos dejamos guiar por las noticias que nos llegan a través de los medios de (des)información, en los que unas cosas se destacan y otras no, porque no venden, India es un país habitado por bestias que gozan de total impunidad, al que si viajas siendo mujer tú sabrás a qué te expones: raro será que no te violen entre cinco y te cuelguen de un árbol, o que seas agredida en un autobús y nadie mueva un dedo por ayudarte. Estos dos ejemplos son reales, y ya han recibido suficiente publicidad como para recrearse todavía más en ellos. Sí, en India pasan estas cosas pero, nos guste o no, en nuestros países también vamos sobrados de barbaridades. Sin embargo, resulta mucho más fácil estigmatizar al otro. Nosotros, no: nosotros somos un país civilizado, en el que lo que ocurre (cuando ocurre) son meros casos aislados.

El linchamiento que ha sufrido India en los últimos años es algo que personalmente me duele y, como consumidora de información, me indigna. No es sólo que se publiquen casos descontexualizados bajo un enfoque claramente sensacionalista: muchas veces, directamente, se engaña. Ayer mismo, mientras empezaba a escribir este post, una publicación en Facebook del diario El País me puso en bandeja un buen ejemplo de ello:

Mi reacción al verlo fue “Mierda. Otra violación en India para alimentar aún más la psicosis.” Mi discurso no hubiese cambiado de haber sido así, sin embargo, al acceder a la noticia descubrí que la violación no había tenido lugar en India (ni había sido perpetrada por indios), sino en Chicago. El titular no mentía, pero tampoco decía la verdad. Y como yo, muchas fueron las personas que lo interpretaron mal (erróneamente desde el punto de vista de los hechos, pero correctamente según las intenciones del periodista), y sin molestarse en leer la noticia completa, sus reacciones no se hicieron esperar:

Esto es solo una muestra, pero he leído cosas mucho peores. Cómo nos gusta la carnaza, sobre todo la ajena. Qué fácil es maldecir contra «un país de locos», proponer hacerles boicot, que nadie viaje a él. Cómo nos gusta hablar sin saber. Me encantaría decir que la culpa la tienen los medios de comunicación por dirigirnos a donde quieren, pero es nuestra, que nos comemos cualquier cosa. No puedo negar que en India pasen cosas, porque pasan (como en todo el mundo), pero de ahí a pintarlo como el mismísimo infierno hay un paso.

Así pues, allá cada uno: quien quiera pensar que viajar a India es peligroso, es mejor que no vaya. Se perderá un país maravilloso, habitado por gente buena y hospitalaria, donde se protege al turista como pocos lugares donde yo haya estado. Las demás (me dirijo a las chicas, aunque los hombres también están invitados), stay tunned: en la próxima entrada os daré algunos consejos para viajar solas a India y disfrutarlo al máximo.