Nunca había viajado a las islas Baleares, y no tenía ninguna duda de que cuando lo hiciera sería para ir a la playa.

Esa era mi asociación: islas = playa. Naturalmente no se me escapa que además de costa las islas son mucho más, pero supongo que es algo parecido a lo que ocurre con quienes automáticamente relacionan Cantabria con sus montañas verdes. Mi tierra también tiene playas (y preciosas, por cierto), pero son pocos los que viajan a ella con el objetivo de ponerse moreno. Es lo que hay.

Por eso, el día que los amigos de Minube me invitaron a viajar con ellos a Menorca, lo primero que metí en la maleta fue el bañador. Nunca vio la luz del sol. En los tres días que estuvimos allí no paramos ni un segundo, recorrimos la isla de punta a punta varias veces (es pequeña, dicho sea de paso), pero la playa, a pesar de que el sol brillaba  divinamente sobre nuestras cabezas, no la vimos ni de lejos. Miento: nos acercamos a Cala Mitjana para hacer una foto. La verdad es que podría haberme quedado ahí.

¿Y qué hicimos durante esos tres días en Menorca sin pisar la playa? Muchísimas cosas, y aún así, ni una cuarta parte de todo lo que la isla ofrece. Estas son algunas sugerencias, a modo de pinceladas, en base a mi escapada con Minube. Con vídeo incluido, para que veáis lo bien que lo pasamos. Repetiría sin dudarlo.

Mahón: casco antiguo y excursión marítima en el puerto

La capital de Menorca (donde, a modo de curiosidad, se inventó la salsa mahonesa -o mayonesa-) cuenta con un casco antiguo ambientadísimo y muy agradable para pasear, mientras que la excursión en barco por su puerto (uno de los puertos naturales más grandes del mundo), con vistas a las casas de los famosetes, la Isla del Rey, la Isla del Lazareto y la Fortaleza de la Mola, entre otros, es una delicia. Vale la pena dedicarle una horita.

Kayak en la playa de Es Grau

No se necesita experiencia previa y es muy divertido, a pesar de que debido al viento la actividad, en condiciones normales de dos horas y media de duración, tuvo que reducirse a una. Por razones obvias no tengo fotos del momento pero podéis ver algunas imágenes en el vídeo.

Esta foto prueba que he mentido doblemente: sí pisamos una playa, pero no la cuento ;)

De faro en faro

… y tiro porque me toca. De los siete faros que hay en Menorca nosotros fuimos a dos: el Faro de Favàritx y el Faro de Cavalleria. Mejor ir al atardecer, especialmente al segundo, situado sobre un acantilado de más de 90 metros de altura desde donde se contemplan unas puestas de sol espectaculares. En el blog de Ignacio Izquierdo podéis ver algunas fotos que les hacen mayor justicia que las mías.

O le robo una directamente, ¿para qué andarse con tonterías?

Monte Toro

Aunque para vistas, las del Monte Toro: la montaña más alta de Menorca con 358 metros de altura y leyenda incluida; protagonizada, por supuesto, por un toro, unos monjes y final feliz con el hallazgo de una talla de la Virgen. Desde ahí se ve absolutamente todo, hasta casi sentir que podrías abarcar la isla al completo en un abrazo. Asimismo, en el interior del Santuario construido en su cima se puede ver la cueva donde la imagen fue encontrada, así como otra talla que ha venido a sustituirla, pues la original fue destruida en un incendio.

Menorca a caballo

Los caballos son un pilar fundamental de la cultura menorquina, y recorrer la isla montado en uno de ellos, una obligación. La experiencia es simplemente genial; disfrutamos como enanos y a la foto me remito.

Arqueología: la Naveta des Tudons y Torre d’en Galmés

Hace mucho, mucho tiempo, antes de que Menorca fuese ocupada por fenicios, griegos, cartagineses, romanos, vándalos, bizantinos, árabes, españoles, ingleses, franceses y no sé cuántos más (seguro que me he dejado alguno), Menorca estuvo habitada por una cultura prehistórica conocida como talayótica. De ella quedan innumerables restos dispersos por toda la isla, de los cuales nosotros visitamos dos: la Naveta des Tudons y Torre d’en Galmés.

El primero, situado cerca de Ciutadella, es un monumento megalítico único en la isla y en el mundo: una construcción de carácter funerario a modo de tumba colectiva que, como no puede ser menos, también tiene su leyenda romántica detrás.

En cuanto a Torre d’en Galmés, es simplemente espectacular. El poblado prehistórico más grande de las islas Baleares, en el que según se calcula llegaron a vivir 900 personas, y donde aún es posible distinguir casas, templos, edificios públicos,y lo más singular: tres talayots, que es como se conoce a unas construcciones en forma de torre que cumplían funciones de vigilancia, defensiva… incluso sepultura. Imprescindible.

Naturaleza en bici

Después del kayak y el caballo, la bici fue pan comido. Partiendo de Cala Galdana hicimos una preciosa ruta por el Barranc d’Algendar, entre flores silvestres y diferentes tipos de aves que dan muestra de lo variado de su ecosistema. En el camino también se puede entrar en diferentes cuevas con formaciones geológicas realmente bonitas.

Ciutadella, la bella

Ciutadella fue la última parada de nuestro viaje, y uno de los mejores recuerdos que de él conservo. Su casco antiguo es de una elegancia sublime, y si una espina se me quedó clavada tras esta escapada fue el no haber dormido en la ciudad para recorrerlo de noche. A cambio, tuvimos el privilegio de subir al tejado de su Catedral para contemplar unas vistas de auténtico lujo.

Como decía, esta lista es solo un aperitivo de todo lo que se puede hacer en Menorca sin pisar la playa, pero también es apenas una muestra de todo lo que vimos: el bonito pueblo pescador de Fornells, Es Mercadal, visitas a destilerías como Gin Xoriguer en Mahón, o fincas como Hort Sant Patrici donde elaboran quesos y vinos de forma totalmente tradicional, completan el cuadro de una escapada realmente genial.

Si lo que os he dicho os sabe a poco, quizá el vídeo realizado por Minube os termine de convencer.

Descubriendo Menorca from minube on Vimeo.