Al día siguiente desembarcamos en Ålesund, una ciudad de aproximadamente 42.000 habitantes levantada sobre siete islas: Hessa, Aspøy, Nørvøy, Oksenøy, Ellingsøy, Humla y Tørla. Me encantan los nombres noruegos :)
La jornada fue bastante tranquila. Teníamos el día libre hasta las cinco para explorar la ciudad a nuestro ritmo, y yo lo agradecí porque, puestos a ser sinceros, tras la fiesta del día anterior mis condiciones físicas no estaban al cien por cien.
A pesar de ello, lo primero que hicimos fue ir al mirador Fjellstua, que situado en lo alto del monte Aksa ofrece unas vistas magníficas de la ciudad y el archipiélago. Nada más y nada menos que 418 escalones hubimos de subir hasta llegar a la plataforma panorámica; no calculé el tiempo que nos llevó, pero a mi me pareció eterno, ¡no se puede hacer “deporte” el día después de haberse bebido la producción de mojitos del barco!
Las vistas desde el mirador compensaron con creces el ascenso. Desde allí Ålesund parecía, como tantas veces digo, una maqueta. Aunque quizá el término nunca haya estado mejor empleado que en esta ocasión, y me explico:
En 1904 la ciudad de Ålesund fue pasto de las llamas en un incendio que a día de hoy todavía se recuerda como uno de los más terribles de Noruega. En cuestión de horas, 850 construcciones de madera quedaron reducidas a cenizas dejando sin hogar a más de 10.000 habitantes, ¡en pleno mes de enero!
Entonces entró en escena el káiser Guillermo II de Alemania, quien veraneaba en la zona y se encargó, primero, de construir una serie de albergues y barracones para que todas esas personas tuviesen un techo bajo el que cobijarse. Después, tras una rigurosa planificación, y en apenas tres años, Ålesund fue reconstruida desde sus cimientos cual maqueta de Art Nouveau, o Jugendstil, la versión alemana del estilo de moda en aquella época.
Más de un siglo después Ålesund sigue teniendo ese aspecto de maqueta, de escenario de cuento, con sus pintorescos canales llenos de barquitos, sus fachadas pintadas de vivos colores, sus torrecillas y chapiteles… todo ello en medio de un paisaje idílico que en conjunto hace de Ålesund una de las ciudades con más encanto de Noruega.
Una preciosa ciudad con ambiente de pueblo, donde paseamos a nuestro aire, sin prisas y, lo creáis o no, sin aglomeraciones. Supongo que muchos de los pasajeros del Empress estarían disfrutando de alguna visita guiada en los alrededores o, sencillamente, de un tiempo de relax en la terraza del barco. Mejor: Ålesund entero para nosotros.
Tras pasear durante largo rato con mis compañeros Mar y David, y hacer la parada de rigor en una cafetería para conectarnos a Internet (llevábamos días sin saber nada del mundo), opté por regresar al Empress para descansar un rato, hacer algunas fotos a las instalaciones del barco (en uno de sus salones estaba teniendo lugar una sesión de Karaoke que era todo un espectáculo), y darme un buen baño en su piscina climatizada.
Cuando el barco zarpó, el viento provocó fuertes olas que convirtieron esa pequeña piscina en una auténtica atracción de parque acuático. Esa fue la única ocasión en que los efectos del oleaje se hicieron notar realmente, y a mi me resultó divertidísimo :D
Y así, con una tranquilidad inusual en un viaje tan intenso como puede llegar a ser un crucero, donde las visitas y actividades se suceden unas a otras sin descanso, nuestro tercer día en los Fiordos Noruegos llegó a su fin. Esa noche no trasnochamos demasiado: la mañana siguiente nos esperaba una intensa jornada en los alrededores de Flåm.
No sé si escribirte un nuevo comentario de la entrada será copiar literalmente el de la anterior.
Una maravilla, Noruega, y tus textos.
Y en respuesta al comentario anterior, por supuesto que sí, cada viajero (cada persona diría yo) es un mundo, a mi juicio, ni mejor ni peor. Intentar averiguar qué se pasa por la cabeza de todas estas personas es un buen pasatiempo. Comienzo a pensar que soy un sociólogo/psicólogo frustrado.
¡En breve escribo para organizar un algo grande!
¡A seguir así Carmen!
¡Espero ansiosa ese email! :D
Me encantó Ålesund y su peculiar historia con el Art decó. Pedazo día os hizo a vosotros. Nosotros no pudimos subir al mirador porque llovía y estaba muy nublado.
Jo, ¡vaya mala suerte tuviste con el clima, Pau! Tenéis que volver para pillarlo con solecito, como nosotros ;)
Hola Carmen: sencillamente espectacular parece todo de cuento, esto dice mucho de la gente que allí vive, su cultura su inteligencia, te felicito me dejaste sin palabras, un abrazo.
Me alegro mucho de que te haya gustado, ¡un abrazo!
Qué sitios tan bonitos los que viste en Noruega Carmen! Espectacular! y que pasada de transporte que os dieron también ;)
Y que lo digas, Saray! Este viaje ha sido un regalo :D Un país que quizá no estaba entre mis preferencias viajes (porque yo soy más «de sur», ya sabes :P) y mira… sorpresa tras sorpresa :D
Ese mirador bien merece el ascenso, menudas vistas desde allí y no quiero excusas de por haber bebido la noche anterior, en estos viajes hay que seguir siempre la política, de ya dormiré en mi casa :P
El sistema natural de olas del barco muy curioso jaja
Las vistas son maravillosas, ya te digo yo que valían el ascenso :D Pero lo mejor del día fue la piscina con olas, ¡mejor que en un parque acuático!