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El cementerio chino de Manila

Cuando hace un mes pensaba en este viaje a Filipinas, no imaginé que pasaría tanto tiempo en Manila, y mucho menos en sus cementerios. El único del que sabía algo (al estar considerado “oficialmente” una atracción turística) era el chino, presente en todas las guías de viaje como visita obligada en la ciudad, y al que, a decir verdad, nosotros fuimos principalmente porque nos pillaba al lado del que realmente nos interesaba conocer: el Cementerio Norte (del que el próximo día hablaré).

Ahora confirmo que como visita es muy interesante, si bien lo vimos de forma algo superficial por la prisa que teníamos en ir al otro antes de que empezase a llover (cosa que, afortunadamente, no ocurrió). Aún así estuvimos dos horas completas y no llegamos a ver ni la mitad. El cementerio chino de Manila es enorme (como todo lo chino); una especie de ciudad dentro de la ciudad, aunque no la única, como más tarde descubriríamos.

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[Podría pasar por un barrio más de Manila.]

Fundado en 1879 para albergar los cuerpos de los ciudadanos chinos, a quienes en la época colonial no les permitían ser enterrados en los cementerios católicos, el cementerio chino es el segundo más antiguo de Manila, aunque no es ese su principal reclamo. Al menos, no en mi opinión. He leído por ahí que «visitarlo es como viajar en el tiempo», al ser muchas de sus tumbas ejemplos de la arquitectura en boga en el siglo pasado y qué se yo… Para mí, visitarlo es más bien como viajar a otra dimensión, a un mundo paralelo creado a imagen y semejanza del nuestro en el que, sin embargo, notas algo raro, algo que no encaja.

Esa fue la sensación que tuve al entrar por su Puerta Sur a la primera calle de mausoleos, de los más ricos del camposanto. ¿De verdad esto son tumbas? ¡Si parece una urbanización privada! Con sus casitas, sus flores, sus jardines perfectamente cuidados… El “algo raro” también se percibe al primer golpe: que no hay nadie, claro. Salvo algún paseante o ciclista ocasional, las calles están vacías, como en una ciudad fantasma. Es morboso, pero tiene su embrujo.

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[La primera calle que vimos. ¿Diríais que es un cementerio?]

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[«Algo raro».]

Allí mismo nos encontramos con Nora, una de los muchos (cientos) cuidadores del cementerio. Nora es filipina y lleva treinta años trabajando en el cementerio chino. Tiene a su cargo 58 panteones, cada uno de los cuales limpia al menos tres veces por semana.

Encantada de hablar de su trabajo, Nora nos abre uno de los panteones para que podamos echar un vistazo. Alucinamos. No solo es enorme, sino que no le falta nada: lampara de araña, suelos y paredes de mármol, y dos puertas en las que descubrimos una cocina y un baño. ¡Cocina y baño con agua corriente! Nora nos explica que los chinos construyen estas tumbas porque el día de Todos los Santos, así como en el cumpleaños y aniversario de la muerte del difunto, toda la familia se reúne en la tumba para comer y pasar el día con él. “Sí, eso ya lo sabemos, pero es la primera vez que vemos unas tumbas de estas dimensiones. ¡iNi en China!”. Nora se ríe: “Es que en China los chinos son pobres, pero vienen a nuestro país y lo controlan todo”, suelta una carcajada, “Son influyentes y muy ricos. Y las familias compiten entre ellas por construir las mejores tumbas”.

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[El mausoleo, con el espacio ya listo para la mujer del difundo, que es quien paga a Nora.]

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[Preparado para todo tipo de celebraciones.]

En este paseo no llegamos a verlas (lo mejor para esto es contratar a un guía, que saben cuáles son los mejores panteones y tienen la llave para abrirlos), pero sabemos que, aunque la tumba en la que hemos entrado (y que tanto nos ha impresionado) es de una familia rica, no es ni de lejos la más grandiosa. Las hay de tres plantas, con habitaciones perfectamente amuebladas, aire acondicionado y hasta jacuzzi. El alquiler de la tierra es caro, varios millones de pesos (nos han dicho por ahí que puede llegar a costar 50 millones, pero nos parece demasiado) por un arrendamiento de 25 años. Si pasado ese tiempo el contrato no se renueva, los restos deben ser exhumados y llevados a otro lado.

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Efectivamente los muertos de este cementerio disfrutan de más comodidades y lujos que muchos vivos, chinos y no chinos (también hay tumbas más modestas, dicho sea de paso). En este escenario resulta inevitable recordar la canción de Mecano y cantarla en bucle mientras se baila, dando saltos, entre flores de colores. No sé qué harán los muertos por la noche, pero a los vivos el paseo nos ha encantado*.

(*Excepto la interminable pared con los nichos de los niños. Esa da mucha tristeza.)

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10 comentarios en El cementerio chino de Manila

  1. Pau 28 agosto, 2014 at 9:13 #

    Nada que ver con el cementerio de Navotas, este parece una especie de barrio de Salamanca de los camposantos filipinos :P

  2. po 28 agosto, 2014 at 10:56 #

    así no tiene mérito morirse, silencio, limpieza, frescor y además vienen a verte los domingos

  3. Jordi (milviatges) 28 agosto, 2014 at 12:17 #

    Para que no pero el «turismo necrófilo» tiene su que. Recoleta, Pere Lachese, Praga…pero uno de los más bonitos que recuerdo, es el de Lviv, en Ucrania, que incluí en un post.

  4. Milma 28 agosto, 2014 at 19:44 #

    Me ha encantado el post. No solamente por las excelentes descripciones que desgranas y las fotos que ilustran las crónicas sino por los recuerdos que han traído a mi mente.
    Allá por el año 2001 me fui tres meses de cooperante a Santa Cruz (Bolivia) con una ONG. Me dediqué durante ese tiempo a dar clases de todo tipo de asignaturas a chavales casi analfabetos de barrios desfavorecidos. Aparte de que resultó ser una experiencia brutal a todos los niveles (muy positiva, me refiero), me dediqué la última semana de estancia a viajar por el altiplano. Entre otros también visité Potosí (he leído tu post sobre esa ciudad y me ha encantado) y Sucre. En ésta última, pude visitar el cementerio que me habían recomendado. No sé si resulta patológico para algunos, pero me gusta darme paseos. El de la segunda capital boliviana me impresionó mucho. Estaba muy bien cuidado, con zonas verdes y bancos para sentarse a admirar las «calles» pero lo que más me impresionó fueron los nichos de niños fallecidos, que eran asombrosamente numerosos. Todos tenían, tras los cristales, juguetes, peluches, chuches y otros objetos pintorescos. Y sobre todo un cuenco con agua. Me explicaron que a los muertos, aparte de las ofrendas a la pachamama, siempre había que dejarles agua para que no pasaran sed.
    Si tienes ocasión de volver a Sucre, te lo aconsejo. Disfrutarás!
    Un saludo.

  5. QuesabesdeChina 29 agosto, 2014 at 7:11 #

    Muy interesante. Una duda sobre esta parte:

    «Nora nos explica que los chinos construyen estas tumbas porque el día de Todos los Santos … toda la familia se reúne en la tumba para comer y pasar el día con él.»

    ¿Te refieres al equivalente chino a Todos los Santos (el Festival Qingming de Abril) o la comunidad china de Filipinas ha asimilado en su cultura el día de Todos los Santos occidental?

  6. Mami 30 agosto, 2014 at 21:15 #

    KU, aunque estos están mejor que los del post anterior ( que fue terrible ) tampoco están para tirar pólvora . o no?! Tengo ganas que cambies el paisaje

  7. Jandro 2 septiembre, 2014 at 12:10 #

    Espectacular, digno de verse. Yo conozco pisos en Madrid más pequeños y peor acondicionados :)

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  1. Enlaces Recomendados de la Semana (Nº270) | Arrobadev - 30 agosto, 2014

    […] El cementerio chino de Manila: “Cuando hace un mes pensaba en este viaje a Filipinas, no imaginé que pasaría tanto tiempo en Manila, y mucho menos en sus cementerios. El único del que sabía algo (al estar considerado “oficialmente” una atracción turística) era el chino, presente en todas las guías de viaje como visita obligada en la ciudad, y al que, a decir verdad, nosotros fuimos principalmente porque nos pillaba al lado del que realmente nos interesaba conocer: el Cementerio Norte (del que el próximo día hablaré). Ahora confirmo que como visita es muy interesante, si bien lo vimos de forma algo superficial por la prisa que teníamos en ir al otro antes de que empezase a llover (cosa que, afortunadamente, no ocurrió). Aún así estuvimos dos horas completas y no llegamos a ver ni la mitad. El cementerio chino de Manila es enorme (como todo lo chino); una especie de ciudad dentro de la ciudad, aunque no la única, como más tarde descubriríamos.” […]

  2. Enlaces Recomendados de la Semana (Nº270) | Android 4G - 30 agosto, 2014

    […] El cementerio chino de Manila: “Cuando hace un mes pensaba en este viaje a Filipinas, no imaginé que pasaría tanto momento en Manila, y mucho menos en sus cementerios. El único del que sabía algo (al estar considerado “oficialmente” una atracción turística) era el chino, vigente en todas las guías de viaje como visita obligada en la ciudad, y al que, a afirmar verdad, nosotros fuimos primordialmente porque nos pillaba al lado del que realmente nos interesaba conocer: el Cementerio Norte (del que el próximo día hablaré). Ahora confirmo que como visita es bastante interesante, si bien lo vimos de representación algo superficial por la prisa que teníamos en ir al otro antes de que empezase a llover (cosa que, afortunadamente, no ocurrió). Aún así estuvimos dos horas completas y no llegamos a ver ni la mitad. El cementerio chino de Manila es enorme (como completamente lo chino); una especie de ciudad en el interior de la ciudad, si bien no la única, como más tarde descubriríamos.” […]

  3. Enlaces Recomendados de la Semana (Nº270) | netgueko - 30 agosto, 2014

    […] El cementerio chino de Manila: “Cuando hace un mes pensaba en este viaje a Filipinas, no imaginé que pasaría tanto tiempo en Manila, y mucho menos en sus cementerios. El único del que sabía algo (al estar considerado “oficialmente” una atracción turística) era el chino, presente en todas las guías de viaje como visita obligada en la ciudad, y al que, a decir verdad, nosotros fuimos principalmente porque nos pillaba al lado del que realmente nos interesaba conocer: el Cementerio Norte (del que el próximo día hablaré). Ahora confirmo que como visita es muy interesante, si bien lo vimos de forma algo superficial por la prisa que teníamos en ir al otro antes de que empezase a llover (cosa que, afortunadamente, no ocurrió). Aún así estuvimos dos horas completas y no llegamos a ver ni la mitad. El cementerio chino de Manila es enorme (como todo lo chino); una especie de ciudad dentro de la ciudad, aunque no la única, como más tarde descubriríamos.” […]

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