Esta es la historia de un sueño. Y de un hombre. O de un hombre con un sueño. Una de esas historias que tanto me gusta contar porque demuestra lo que yo siempre digo: que los sueños, si de verdad se persiguen, se cumplen.
Esta es, pues, la historia de un hombre. O de un niño. Un niño que nació hace ya algunas décadas en la ciudad de Albacete, y que, como tantos niños de su edad, esperaba ansioso las vacaciones o el fin de semana para hacer lo que más le gustaba: recorrer la Sierra albaceteña con su mochila y pasar noches de acampada en pleno contacto con la naturaleza.
Pasaron los años, y el niño se convirtió en un chaval. El 28 de diciembre de 1984, tras una de esas largas caminatas por el campo con sus amigos, el chico escribía en una servilleta de papel: “Iniciamos la excursión en la Fuente del Maguillo, donde en un futuro construiremos un gran cenador… (espero)”.
Y así llegamos a nuestros días: el protagonista de nuestra historia ya peina canas, es Procurador de los Tribunales, y Las Salegas del Maguillo, un magnífico complejo de casas rurales situado a pocos minutos del pueblo de Villaverde de Guadalimar, en mitad de un frondoso bosque de pinos, robles, encinas y enebros. José Ramón, el de los ojos de niño grande, ha logrado convertir aquel sueño esbozado hace más de veinte años en una servilleta de papel, en una realidad.
Pasadas las cuatro de la tarde llegamos a la estación de Albacete, donde el mismo José Ramón había acudido a nuestro encuentro. En realidad, el plan inicial consistía en que tomásemos un coche de alquiler y llegásemos por nuestros propios medios hasta el privilegiado emplazamiento donde se encuentra la finca; pero a José no le gusta dejar las cosas a medias y, como el perfecto anfitrión que es, fue a recibirnos en su coche particular.
En el camino nos detuvimos en lugares tan curiosos como “El Mirador del Diablo”, desde el cual contemplamos una bella vista del pueblo de Ayna, anticipo de los paisajes que durante los dos días siguientes íbamos a recorrer. José se deshacía en explicaciones: así, nos contó que el pueblo de Ayna forma parte de una ruta que pretende dar a conocer los escenarios en los que se rodó la película “Amanece, que no es poco” de José Luis Cuerda, un film de culto en la historia del cine español.
Aunque estábamos cansados por el viaje y expectantes por conocer el lugar donde habríamos de alojarnos las dos noches siguientes, hicimos otra parada en la pequeñísima aldea de Puente Higuera, donde nuestro anfitrión aprovechó para comprar una enorme torta de pan casero, de esas que ya no se encuentran fácilmente. A esas alturas ya no teníamos ninguna duda: nos estábamos adentrando en lo que el mismo José llamaría, un rato después, “la España profunda”.
La finca de Las Salegas del Maguillo es un terreno de 43 hectáreas situado a 1100 metros de altitud, en plena Sierra de Albacete. Nada más llegar, dos cervatillos salvajes salieron a recibirnos, posando orgullosos ante el emotivo grabado que da la bienvenida al visitante: “A mis padres, a Luis y Germán, y a todos aquellos que de alguna manera me enseñaron a amar la naturaleza”. Y es que no hablamos de un lugar cualquiera: la finca de José es, ante todo, la casa y la vida de un hombre; un hombre que creció recorriendo estas montañas, y que ha querido compartir su amor por ellas con todo aquel que quiera acercarse hasta allí.
Las instalaciones de la finca comprenden diez casas perfectamente equipadas, cada una con su nombre propio, y con capacidad para cuatro o seis personas; un hotel de diez habitaciones dobles, y un acogedor centro social con salón, bar, y un coqueto restaurante alrededor de una gran chimenea que nunca se apaga: el “cenador” que José había prometido construir algún día, y que, debo añadir, no pudo quedar mejor.
Junto al fuego estaban, esperándonos también, los otros dos “Josés”; teniendo por fin ante nosotros al trío de ases que, con todo el amor del mundo, y con la única ayuda de otras cuatro personas, mantiene este precioso lugar.
En los minutos previos a la cena, tuvimos tiempo de dar un paseo por la finca y comprobar de primera mano que el lugar al que Turismo Castilla-La Mancha nos había llevado, no podía ser más encantador: las casitas de piedra quedan parcialmente escondidas entre árboles de diferentes especies, una pequeña piscina perfectamente integrada en el entorno (en esta época del año, completamente helada) asegura la diversión en temporadas más cálidas, y el único sonido que se escucha, de tanto en tanto, es un misterioso rumor entre los matorrales (¿más ciervos?).
Regresamos al edificio principal y, acompañados por mismo José, disfrutamos de una estupenda cena de productos de la tierra, entre los cuales me gustaría destacar el codillo, que nunca antes había probado, y que no pudo gustarme más. La sobremesa vino acompañada de más explicaciones y anécdotas de la vida de este gran hombre, cuyo empeño por hacer de Las Salegas un lugar especial, lo ha llevado incluso a organizar fiestas temáticas como la Feria del Rocío, con vaquillas incluidas; algo que, sin duda, me gustaría ver con mis propios ojos. En la próxima ocasión.
José nos contó historias de todo tipo, algunas agridulces, como la de aquella zorrita que todos los días acudía a buscar su cena a la puerta de la cocina, y a la que, al no verla desde hacía casi un mes, suponían muerta. Y es que hasta los animales encuentran su hogar en esta gran casa donde, más que un equipo, todos forman una gran familia.
Finalmente, agotados como estábamos, nos retiramos a dormir. Al día siguiente nos esperaba una jornada repleta de actividades, y queríamos estar en plena forma para disfrutar de ella. Ya en la cama, con los ojos cerrados y la mente en algún lugar muy lejano a mi cuerpo, acerté a escuchar a mi amigo, desde la otra esquina de la habitación:
– ¿Oyes algo?
– ¿Ehhh? No….
– Pues eso.
———————————————————————————————–
Más información sobre Las Salegas del Maguillo, en su página web.
De vez en cuando está bien una escapada rural para desconectar de la estresante ciudad!
Saludos
Qué paisajes más bonitos, y esa chimenea es muy original! Habrá que darse una escapada por allí, que pinta muy bien :)
Me he quedado ojoplática con Ayna. No la conocía y me ha encantado. Yo también voy a viajar con Turismo de Castilla la Mancha a conocer algunos lugares de Guadalajara. Como dice MC, una escapada rural viene más que bien para desestresarse de la ciudad.
Un saludo!
Precioso paraje, me ha gustado mucho el mirador del diablo y las casas rurales donde pernoctasteis, menudas camas, eso para compensar los sitios en donde te tocaría dormir durante tu vuelta al mundo jeje
Esperando la siguiente entrada ;)
Pues sí, chicos: el lugar es una verdadera maravilla. Esta semana os contaré las excursiones que hicimos, para daros un poquito más de envidia. La verdad es que yo misma me sorprendo de los lugares que esconde España: parece que, por ser nuestra tierra, la conocemos, pero nada de eso… Si tenéis la oportunidad y queréis «desconectar» de todo, no lo dudéis: éste es vuestro sitio. Y el personal de la finca: chapó. ¡No pueden ser más amables!
Felicidades por tu reportaje!, has sabido transmitir hasta llegar a emocionarme la historia de un sueño del que yo he tenido la oportunidad de compartir algunos momentos que para mi son inolvidables. He visitado en muchas ocasiones las Salegas del Maguillo y siempre me he sentido como en casa.
Aprovecho esta ocación para dar las Gracias a José Ramón, pues sin su sueño yo no hubiera descubierto rincones maravillosos, como la Cañá de los Mojones, Los Picarazos, Arroyo Frio,La lagunilla del Calar del Rio Mundo y tantos, y tantos lugares de la Sierra de Albacete.
Hola Amparo!
Estoy contigo en que todos esos lugares son maravillosos: ahora mismo estoy preparando la próxima entrada, en la que hablaré de las excursiones que hicimos. Y sin duda yo también estoy infinitamente agradecida a José Ramón: es un anfitrión nato, que se desvive por agradar y hacer que la visita sea inolvidable. Sólo alguien que actúa de corazón puede hacerte sentir así.
Un abrazo!
Que voy a decir de este lugar , lo he vivido desde las servilletas , os aseguro de que todo lo que habeis leido es verdad, como decia mi suegra las cosas con amor salen buenas y Jose Ramon con la ayuda de su mujer Isabel a cumplido su sueño, no despertemos nunca y enhorabuena os queremos.
Muchas gracias por tu comentario y por corroborar la historia, Manuela! Si de algo no se puede quejar José es de los buenos amigos que tiene allí; que por otra parte, se lo merece. ¡Un abrazo!
Guau, no me ha dejado indiferente, seguro que si tenemos algunos días de vacaciones hacemos una escapadita. Hace poco fuimos mi pareja y yo a Almansa, una ciudad increíble, no nos perdimos detalle gracias a la iniciativa Almansa todo a un paso, donde habían recomendaciones de comercios de la zona, locales, planes de ocio para los peques y excursiones para visitar todos los rincones de la ciudad.