[Observación atenta de los miles de cangrejos ermitaños que pueblan sus playas: una de las placenteras actividades a las que puedes dedicar tu tiempo en las islas Andamán.]

Tengo que volver a las Andamán. Los dieciocho días que pasé en ellas se me quedaron cortos. Ya, ya sé que fundamentalmente es un destino de sol y playa, pero por eso… para conocer todas esas playas (y lo que no es playa)  y disfrutar de cada una de ellas al menos un día (cuando no dos, en todas merece la pena repetir), son necesarias más de dos semanas y media. Quizá no del tirón (me aburriría), pero sí en diferentes viajes. Por eso quiero volver.

Algunas de las islas preferidas por los viajeros que visitan las Andamán son Havelock, Neil, Long Island y Little Andaman, a la que nosotros no fuimos por falta de tiempo, precisamente. Perdimos algunos días traqueteando por el interior de South y Middle Andaman, algo que por otra parte también tuvo su encanto y nos dejó algunos momentos para el recuerdo. Habrá futuras ocasiones de conocer la Pequeña Andamán; de momento, no me quejo de todo lo que he podido ver.

Cómo moverse entre islas

El medio para ir de isla a isla es, lógicamente, el barco. Existen rutas operadas por barcos públicos que conectan todas las islas principales con mayor o menor frecuencia, por ejemplo: barcos de Port Blair a Neil o de Port Blair a Havelock varias veces al día; de Havelock a Neil, al menos un servicio diario; mientras que Long Island solo recibe la visita de un barco un par de veces a la semana, pero en el mismo viaje pasa por Havelock, Neil y Port Blair.

El sistema de tarifas es curioso, ya que en nada está relacionado con el tiempo de viaje o la distancia recorrida. Básicamente hay dos precios: el de los barcos “caros” (porque son mejores, más modernos o qué se yo… a mis ojos no había mucha diferencia) y el de los «baratos». El billete en los primeros cuesta 360 rupias, y en los segundos, 285 rupias. No se puede elegir en cuál prefieres viajar: el que te toque (aunque si la diferencia de precio te importa mucho, siempre puedes preguntar por el próximo). En cuanto a los tiempos, el viaje de Port Blair a la isla Neil dura dos horas; de Neil a Havelock, 1h 20min; de Long Island a Port Blair (pasando por Havelock y Neil), 6h… e insisto, los precios siempre son los mismos, 285 o 360 rupias, independientemente de si viajas una hora o seis.

[Servidora llegando en barco a la isla Neil, todavía con 38 de fiebre, pero bajando. Mis ojos cansados intentan decir: «Ey, he estado a punto de morir, pero lo he conseguido: ¡he llegado al paraíso!».]

Isla Neil

Situada a medio camino entre Port Blair y Havelock, esta pequeña isla (que perfectamente se puede recorrer a pie si te gusta caminar) fue la primera que visitamos. Yo acababa de pasar la peor fiebre de mi vida en Port Blair, todavía no estaba recuperada del todo y necesitaba descanso, así que Neil se convirtió en nuestro refugio durante cuatro días.

[Beach nº4. Neil también tiene playas de película y, como hay menos gente, son todas para ti.]

[Y para ellos.]

Se dice que las playas de Neil no son tan espectaculares como las de Havelock, pero que a cambio es mucho más tranquila. Con lo primero no estoy de acuerdo: Neil cuenta también con playas maravillosas. Respecto a lo segundo, Neil no es tranquila: lo siguiente. El primer párrafo del post anterior fue escrito in situ en un restaurante, una noche en la que los platos no solo tardaron… ¡nunca llegaron a la mesa!

La isla de Neil es la tranquilidad elevada al cubo, algo ideal durante el día (para ir a la playa, para pasear, para visitar el mercado…) pero con el pequeñísimo defecto (para mí, que me gusta disfrutar de algo de ambientillo por la noche) de que al caer el sol apenas hay tres o cuatro lugares abiertos para cenar en el pueblo, y antes de las nueve ya estás de vuelta en tu resort.

En Neil hay cinco playas, llamadas (en un alarde de inventiva) nº1, nº2, nº3, nº4 y nº5. La playa nº1 es bonita, pero entre las rocas y la poca profundidad del agua, bañarse en ella es bastante incómodo. Recomendada especialmente para disfrutar de la puesta de sol y, según dicen, para practicar snorkel en el arrecife cercano.

A la playa nº2 la mayor parte de la gente solo se acerca para fotografiar el “puente natural” tallado en una gran roca. Se trata de una playa pequeñita y salvaje en la que es posible estar solo durante horas, y también ofrece una puesta de sol digna de verse. Me encantó. En cuanto a la playa nº3, no llegué a verla, pero podemos imaginarla como una combinación de todas las demás…

[Beach nº2, pequeñita y salvaje.]

La playa nº5 es la más alejada del centro de la isla y la única a la que recomiendo ir en autobús porque el paseo es largo. Cuenta con una zona de cuevas calizas a las que se puede acceder en bajamar, y aunque en la orilla hay algunas  rocas, una vez pasadas (son poca cosa) es ideal para bañarse.

Finalmente, la playa nº4 es la más cercana al puerto, y por ello puede dar la sensación de no ser la más virgen o solitaria, pero tiene kilómetros y kilómetros para pasear (entre árboles derribados por el tsunami) y aguas cristalinas, tan tranquilas como las de una piscina. En rasgos generales, para mí es la mejor.

[Esta foto cutrecilla de la Beach nº4 fue tomada con el móvil. Hay pocas fotos en este post: la cámara se quedaba en la cabaña para poder disfrutar del mar y la arena a gusto ;) ]

Havelock

“¡No vayas a Havelock! ¡Es la nueva Ko Pha Ngan! ¡Abarrotada! ¡Llena de borrachos! ¡Y de hoteles!” Con estas expectativas, y haciendo caso omiso a las advertencias que nos habían hecho, nos plantamos en la más famosa de las islas de Andamán.

Mentiría si negase que Havelock es algo más bulliciosa y que cuenta con mayor oferta turística que sus vecinas: es así. Pero teniendo en cuenta que, dados los avisos, yo esperaba rascacielos en construcción o, cuanto menos, garitos a rebosar de jóvenes gritones y mamados hasta las patas, Havelock no solo me pareció una isla bastante tranquila, sino con el puntillo justo de animación que todo paraíso vacacional requiere. ¿A quién no le agrada tener opciones para comer bien y poder tomar una cerveza después de un día de playa?

[Un toque psicodélico para el resort El Dorado.]

La isla de Havelock es seis veces más grande que Neil, pero gran parte de ella es selva y todos los pueblos y playas se concentran en el norte, mientras los resorts se alinean a lo largo de la costa Este (VER MAPA – el sur ni aparece-). Aún así las distancias son mayores que en su hermana pequeña, por lo que para llegar a las playas es necesario ir en un vehículo, sea bici, moto o autobús.

Sin necesidad de transporte, en la costa Este encontramos la playa nº5, muy bonita y accesible desde los hoteles, pero con una «pequeña» pega: no tiene profundidad y por mucho que camines y camines, el agua nunca llega más arriba de media pantorrilla.

[Beach nº5. Intentando llegar a la isla de enfrente.]

La playa más célebre de Havelock es la nº7, Radha Nagar, de la que también fuimos advertidos para mantenernos alejados por estar llena de gente. A las fotos me remito.

[La zona más poblada de la playa -la primera parte, donde deja el autobús-, en hora punta.]

[El resto es así. De vez en cuando te encuentras con alguien, y hasta alegra.]

La principal alternativa a Radha Nagar es la Playa del Elefante, accesible través de la selva en un trekking de hora y media. Es una buena playa a la que muchos van a practicar snorkel, pero yo me quedo con Radha Nagar; especialmente con la maravillosa Blue Lagoon que se encuentra en su zona final.

Blue Lagoon tiene una historia negra detrás que todo aquel que viaje a Andamán escuchará al menos una vez, con cuantas más florituras mejor. He aquí la historia sin adornos: en 2010, una joven estadounidense que se divertía haciendo snorkel en un arrecife de coral cercano a la laguna, fue devorada por un cocodrilo de agua salada ante los horrorizados ojos de su pareja. Fin.

¡Qué más necesitaba yo! ¡Qué estrés cada vez que me metía en el agua! Y en la misma arena, cada dos minutos mirando hacia los árboles a mi espalda, no fuera a ser que otro cocodrilo saliera de los manglares con ganas de merendar… Vale, vale, estoy exagerando :P Cierto es que resulta imposible estar ahí y no acordarse del espeluznante episodio (fundamentalmente porque el lugar es tan idílico que uno no puede evitar pensar: ¡Hay que tener mala suerte!), pero tampoco es cuestión de obsesionarse. Creo que Blue Lagoon es la playa (o trozo de playa) más bonita en la que he estado en mi vida. El mar, la arena, una sombrita y un buen libro entre baño y baño, y ya está: para quedarse ahí a vivir.

[Blue Lagoon. Mi espalda desde la perspectiva del cocodrilo.]