El principal reclamo de la región de Shekhawati son sus fuertes y havelis. En el caso de Nawalgarh, si bien el fuerte como tal ya no existe al haber sido ocupado por el mercado de fruta y verdura, sus havelis son especialmente numerosos y no resulta difícil, con un poco de imaginación, trasladarse a la época de esplendor en que fueron construidos.
[Entrada al Fuerte de Mandawa, hoy en parte hotel patrimonial.]
Entre finales del siglo XVIII y principios del XX esta árida región situada al este del desierto de Thar fue, como Jaisalmer, un importante lugar de paso de la Ruta de la Seda. Como muestra de su poderío y riquezas, los mercaderes construyeron los havelis, mansiones de exquisita decoración en cuyas paredes quisieron reflejar temas tradicionales junto a otros inventos e ideas que, a ojos de quienes vivían completamente al margen de los avances que se daban en otras partes del mundo, podían parecer casi futurísticos.
[Exterior e interior del Podar Haveli de Nawalgarh.]
Así es posible, por ejemplo, descubrir en el primer patio del Podar Haveli de Nawalgarh (éste sí, conservado como museo) una escena del festival de Holi junto a un gran tren a vapor pintado en 1902, veinte años antes de la llegada del ferrocarril a la zona.
O, todavía más chocante, en las paredes exteriores del Binshidar Newatia Haveli de Mandawa, un niño europeo hablando por teléfono a pocos centímetros de los hermanos Wright volando; unas imágenes en fuerte contraste con las escenas típicamente folclóricas y religiosas que las rodean.
Dejando a un lado los havelis y fuertes, lo que más he disfrutado de mi paso por la región de Shekhawati ha sido el día a día. No he hecho nada especial, pero el disponer de algo más de tiempo me ha permitido, de alguna manera, participar de la rutina de sus habitantes, así como fijarme en esos pequeños detalles que la alteran por unos minutos, como los espectáculos de un mago itinerante que viajaba de pueblo en pueblo divirtiendo a niños y mujeres.
También rutinas alteradas durante varios días. Es que, además, mi paso por Shekawhati ha coincidido con la celebración del Navratri: un festival en honor de la diosa Durga gracias al cual no he podido pegar ojo ninguna noche, pues durante nueve días, desde el anochecer hasta el amanecer, los más fieles se turnan para recitar a través de unos altavoces de sorprendente potencia una oración que, sin conocer su significado, he llegado a aprender de memoria.
Tan pintoresca celebración viene acompañada de ayuno (que no todos practican, o al menos no completamente) así como de una multitudinaria ceremonia sobre las ocho y media de la tarde a la que asiste todo el pueblo. Siento no poder mostrar muchas fotografías, pero al comprobar que mi presencia causaba una auténtica revolución, especialmente entre los más pequeños, opté por dejar la cámara bien guardada para no robar el protagonismo a la deidad.
En definitiva, los pueblos que se salpican en la región de Shekhawati ganan en atractivo cuanto más tiempo se invierte en ellos. Ya lo dije en la entrada anterior: las mismas calles de una población tan pequeña como Nawalgarh cambian a cada nuevo paseo, siendo una fuente inagotable de encuentros y sorpresas.
Respecto a los encuentros, no quisiera cerrar este capítulo sin detenerme a hablar de Rahul, el simpatiquísimo guía del Podar Haveli. Rahul es uno de los mejores recuerdos que me llevo de Shekhawati; una de esas personas que transmiten una buena vibración instantánea, y no es un piropo gratuito.
Hay muchas buenas personas en el mundo, pero es cierto que en India (especialmente en las zonas más turísticas) esa bondad muchas veces queda oculta bajo la sombra de ese oportunismo, comercialismo, interés o como queramos llamarlo, que ni siquiera yo puedo negar padecen gran parte de sus habitantes en cuanto al contacto con turistas se refiere. Es algo que pasa, aquí y en muchos otros sitios.
La sonrisa de Rahul es sincera. Y además se esfuerza mucho por hablar español. Conectamos inmediatamente cuando descubrió el tatuaje de mi brazo (no es por presumir, pero nunca un tatuaje tuvo tanto éxito) y al preguntarme cuánto me había costado y yo responderle “50 euros” (por decir una cifra, en realidad fue más), se echó las manos a la cabeza diciéndome que el suyo de su nombre le había costado cinco rupias. Cinco rupias frente a cincuenta euros por un tatuaje del mismo tamaño: la anécdota nos hacía estallar de risa cada vez que nos encontrábamos.
Tres días después, en el hostal donde me alojé en Mandawa, conocí Raj, otro chico que volvió a darme esa buena vibración instantánea. Hablamos y hablamos durante horas, con sinceridad y sin ningún interés por ninguna de las dos partes, más que él saber de mi vida y yo de la suya. Cuál no sería mi sorpresa al descubrir que su hermano no era otro que Rahul; algo que no terminé de creerme hasta que me enseñó las fotografías.
Esta casualidad me ha tenido varios días hablando sola. Lo que son las cosas: en un país donde (en un primer contacto y siempre con reservas) impera un tipo de actitud ante el de fuera, las dos únicas personas, entre las decenas que he conocido durante estos días, que me han sorprendido llamativamente por su transparencia y buena fe, resulta que son hermanos. Así de importante es el peso de la educación recibida; aquí, en España o en China. Me hubiese encantado conocer a su familia.
Qué linda entrada Carmen! No hace mucho que empecé a leer tu blog así que tengo mucho pendiente todavía, pero me encanta la forma en que escribís. Ahora estoy enganchada con tu viaje a India porque estuve por ahí en el 2009 y al leer y ver las fotos es casi como viajar de nuevo!! Qué hermosos estos pueblos de Rajastán, estuve en esa zona pero en los lugares más conocidos, pero es cierto que en los pueblitos que no son tan turísticos se ve más autenticamente como se vive.
Cuanto tiempo te quedas en India?
Saludos desde Argentina y buen viaje!
¡Hola Moni!
Si estuviste en 2009 en India quizá nos cruzamos en algún momento :) ¿Qué recorrido hiciste, además de Rajasthan?
En esta ocasión yo solo vengo por dos meses, pero espero poder regresar muy pronto (¡y eso lo digo sin haber abandonado todavía el país!).
¡Un abrazo muy fuerte!
Jeje, tal vez nos hayamos cruzado! Yo sólo estuve un mes, y aparte de algunas ciudades de Rajastan estuve en Delhi, Amritsar, Agra, Orchha y Varanasi. Muero de ganas de volver!!! Me queda tanto por conocer.. Buen viaje y espero ansiosa más relatos!
Saludos!!
Qué recuerdos nos han traído esas fotos. Pasamos un día en Mandawa y pese a que fue un breve encuentro nos quedamos con ganas de mucho más.
No nos habían hablado demasiado bien de la zona y para nosotros fue todo un descubrimiento.
¿Estuvisteis en Mandawa? Entonces seguro que pasasteis por alguno de los pueblos de los que he hablado, ¿no? Es una región maravillosa, no entiendo cómo alguien puede hablar mal de ella…
¡Un abrazo!
Hola Carmen!!
me alegro mucho que estés disfrutando y viviendo tantas cosas en India. Leerte me acercan a un país que tengo en cuarentena y al que reconozco no me atrevo a ir. Será que con tus relatos acabe animándome a ir a estas regiones más apartadas de la India más dura…?
abrazo!
¡Hola JD!
Después de haber leído tus relatos del transmongoliano, no admito que digas que no te atreves a viajar a India… Te va a encantar este país, estoy segura. A otros no se lo diría, pero a ti sí, ¡de modo que ya sabes! :P
¡Un abrazo!
Estás en tu salda Carmen, o al menos eso es lo que transmites. Me alegro mucho por ti :D
Me alegro de transmitir eso, porque es precisamente lo que siento, Pau :D
¡Un abrazo!
hola Ku veo que estas en forma, lo que cuentas transmite frescura y optimismo, lejos de nuestra crisis (depresión). Un beso
Estoy en plena forma, esta vez he dado esquinazo a los males intestinales (por ahora :P). Un beso!!!
Geniales fotos. Cada vez mejores. ¿De quien es el merito tuyo o… del pais ?
Siempre geniales. UN 10. TQ
Del país, por supuesto! ;)