Singapore me recibió con el atronador ruido de los aviones de combate sobrevolando sus rascacielos y un desfile de tanques, soldados, ambulancias y camiones de bomberos que había paralizado la circulación en todo el país. “¿Qué pasa? ¿Es la guerra?”, fue mi primer e instintivo pensamiento. No, la guerra no era, pero sí el Día Nacional, festividad en que la ciudad-estado-país de Singapore celebra la proclamación de su independencia con respecto a Malasia, el 9 de agosto de 1965.
Pasado el susto inicial, me dirigí a casa de Kuni, el japonés que se había ofrecido a alojarme durante los tres días que permanecería en la ciudad. Desde el momento en que crucé el umbral de su portal, las (gratísimas) sorpresas no dejaron de sucederse. Kuni vive en una gigantesca urbanización junto a la zona de Little India, un lugar bastante céntrico de Singapore, en un estudio mínimo pero de auténtico lujo: portero automático que conecta directamente a su teléfono móvil, puertas que sólo se abren mediante clave electrónica, una piscina de proporciones gigantescas a disposición de los residentes, un modernísimo gimnasio… y lo mejor todo: ¡lavadora-secadora con jabón y suavizante! La primera que tengo el privilegio de usar desde… no recuerdo cuándo.
Kuni ha sido un anfitrión inigualable; creo que me resultaría muy difícil dar con otra persona tan generosa y altruista como él. Esa noche, no sólo yo me alojaba en su (diminuto) apartamento: en el suelo de ese estudio hemos dormido ni más ni menos que seis personas; algunas se iban al día siguiente, otras acababan de llegar: había un francés de paso, una pareja italo-polaca que llevaba ya varias noches, un colombiano que se ha quedado más o menos el mismo tiempo que yo… Cuando unos se despiden, llega la siguiente remesa. Realmente es sorprendente, pero no por nada Kuni ostenta el título de “nº26” en la lista de los más de dos millones de Couchsurfers que hay repartidos por todo el mundo; en los tres años que lleva participando en esta iniciativa ha alojado ¡a más de 800 personas!
Y a todos les ha dado el mejor de los tratos. Ni en un hotel de cinco estrellas: despensa siempre llena; lavadora, como ya he dicho, a nuestra completa disposición, así como el aire acondicionado, su equipo de música, Internet wifi o más de seis champús, acondicionadores y geles diferentes en su maravillosa ducha. Tal vez algunas de estas cosas, vistas desde fuera, parezcan pequeñas tonterías, pero todo suma, y teniendo en cuenta que desde hace varias semanas, este pequeño japonés -residente en Singapore desde el pasado octubre-, no ha dormido solo ni un día, es para hablar de ello (¡ni siquiera cierra la mampara que rodea su cama y podría procurarle algo de intimidad por las noches!).
Así las cosas, el tiempo que he pasado en Singapore ha sido breve pero intenso; no he tenido un minuto de soledad ni a la hora de dormir, pero me lo he pasado muy bien. Sobre todo me he movido con Camilo, el colombiano que mencionaba unas líneas atrás y con quien, curiosamente, en nuestra primera conversación caímos en la cuenta de que tenemos una amiga en común. El mundo, una vez más, dando muestras de su reducido tamaño. Camilo, por cierto, es un hombre con una obsesión: fotografiarse “saltando” frente al edificio o monumento más representativo de cada ciudad que visita; así pues, uno de nuestros deberes en esos días ha sido encontrar “la Giralda” de Singapore…
Con sus poco más de 700 kilómetros cuadrados, y unos cinco millones de habitantes, Singapore es el país con mayor densidad de población después de Mónaco. Y se nota. Para muestra, el tamaño del apartamento de Kuni (quien puede considerarse un privilegiado, ya que en estudios como el suyo pueden vivir familias enteras), por el que paga un alquiler de 1200 euros mensuales; o las numerosísimas normas impuestas para tenerlo todo bajo control.
Para mí, que se han pasado un poquito: prohibido fumar (incluso en espacios abiertos), prohibido consumir chicle, prohibido cruzar la calle, prohibido hacer “caquita” y no dejar la taza limpia, prohibido ir por el lado derecho de la escalera mecánica y obstruir el paso, prohibido arrancar flores, prohibido escupir… Y ojo, que si no lo cumples, te ponen una multa de cuidado (a los del chicle, por ejemplo, 500S$; o lo que es lo mismo, 280 euros). Y la pagas, ¡vaya que si la pagas!
Los mismos singapurenses se ríen de ello y hasta han conseguido hacer negocio a su costa, como muestran las decenas de llaveros, camisetas, abrebotellas y otros souvenirs que pueden comprarse, tanto con los símbolos de “prohibido” o con el lema “Singapore is a fine city”, jugando con la palabra inglesa fine, que puede traducirse indistintamente como “agradable” y “multa”.
No obstante, aunque en muchos casos dichas normas (y multas) sean muy exageradas e incluso rocen lo absurdo, lo que no puede negarse es que Singapore es una ciudad limpísima (no ves una colilla o un desperdicio en el suelo ni por asomo, ¡y mucho menos un chicle!), en la que reina un orden y una seguridad envidiables.
En Singapore me he quedado tres días que me he tomado con muchísima calma. Ni Camilo ni yo teníamos especial interés en entrar en todos los monumentos, museos o lugares turísticos, así que más bien lo que hemos hecho ha sido dar largos paseos por el barrio indio, Chinatown, el City Hall (de estilo colonial, aunque debido a las gradas que habían montado para el desfile del día 9, no se podía hacer ni una sola fotografía decente) y la zona de Marina Bay, que junto con el barrio chino es lo que más me ha gustado de todo: sólo por ver el skyline y el novísimo y excéntrico edificio “Marina Bay Sands”, merece la pena.
De modo que entre paseos, compras de última hora (una forma pomposa de decir que he comprado un imán y dos postales) y platos de chicken rice por un dólar, me he despedido definitivamente de Asia; al menos, por una buena temporada.
Del mismo modo que me ocurrió en India, al dejar atrás este continente siento que estoy cerrando una etapa del viaje; y con esta etapa, se va también una pequeña parte de mí. He estado unos días bastante triste, entre nostálgica y «raruna», sin motivo aparente; pero al mismo tiempo, debo reconocer que esta vez tengo ganas de dar el salto. Asia es un continente que me fascina, pero creo que por este año ya he cubierto mi cupo: necesito cambiar de aires. Y necesito cambiarlos ya.
Así que, cuando finalmente dimos con el monumento más representativo de Singapore (el león-sirena más feo que podáis echaros a la cara: me gustaría saber quién fue el artífice de semejante despropósito), y tras colocarnos en posición y esperar un momentito al disparador automático de la cámara, Camilo gritó “¡Salta!”, no me lo pensé ni un segundo, y salté.
¡Adiós, Asia!
el apartamento de kuni..(ahora…) kuni! ajajaja
guauu…aluciflipas fiesta de pijama y todo!
ya se por que lo que más te ha gustado es Marina Bay (¿por qué sera…? ;) )
Pd:te echo de menos
¿Imagino que el próximo destino será Autralia? Muchas gracias por compartir con nosotros tu periplos asiático.
Un beso!
KU, ni niña, compraste en Singapur un iman y dos postales. ¡ Asi es la vida! En la ciudad de las compras (Pais al fin y al cabo, a pesar de ser pequeño) pero te lo pasaste bien y te gusto, Eso fue tu ARTE. T.Q.
Estamos en agosto y los españoles-europeos o no sé como identificarnos para tu =vuelta al mundo=, estamos casi todos de: vacaciones-descanso-letargo o inactividad. Sé que por eso tienes menos entradas. No estamos pegados en el ordenador como cuando decimos que trabajamos. No estamos tán pendientes. Lo debes saber para saber calibrar tu esfuerzo y los resultados.
Un beso de tu principal admiradora. ( me deberias llamar alguna vez)
He estado viendo las fotos del flickr, a ver si conseguía enterarme de las señales de los imanes, porque visto así en pequeño uno parece prohibir orinar en los ascensores XD Sí que es fea la fuente del león, pero os quedó bien la foto del salto :)
Heeeey Carmen,
What a huge and nice story!!! Sooo funny you did the couchsurfing too in Singapore like we did. We had a wonderful experience with an American couple… We also went to Sentosa Island with some friends we met on the Perhentians in Malaysia, soooo fake but so nice…
Where are you up to now? South America or back home to Spain? We’re in cold New Zealand but we love it! Did the Nevis Bungy of 134 meters and it is soooooo scary…
Keep up the good work with your website and keep us posted!
SAVE TRAVELS! Besos Sietske y Gijs
Hola Carmen!! me he entretenido mucho con tu blog. leyendo y aprendiendo de las comidas, a mi me encanta cocinar! vi que estabas en Argentina al lado de mi pais, te invito cordialmente a conocer Chile!! es un pais bello y amigable, si te animas me avisas y alojas en nuestro hogar y te llevamos a recorrer los lugares tipicos Santiaguinos.
ahi te dejo mi mail, yo vivo en Santiago-Chile.
moizefalap@hotmail.com