Lo bueno y lo malo de escribir un texto sobre la gastronomía de Nepal, justo después de haberle dedicado dos entradas a su prima-hermana india, es que… no hay mucho que añadir.
Si bien afirmar que este país no cuenta una gastronomía propia sería poco menos que incorrecto, lo cierto es que la dieta nepalí se parece mucho a la india, salvo algunas excepciones que, de hecho, tienen más de influencia china y, sobre todo, tibetana, que de originales.
El plato principal sigue siendo el Dhal Bhaat, es decir: lentejas con arroz, además de una amplia variedad de curries hechos a base de todo tipo de verduras, y… ¡carne! Y no sólo de pollo: búfalo, cabra, cerdo, cordero… me atrevería a decir que incluso de vaca, pero ya es arriesgar demasiado.
[Arroz con curry de búfalo.]
Las carnicerías abundan por doquier, sobre todo en el valle de Kathmandu, donde sus habitantes gustan de comer mucho búfalo. Naturalmente, la dieta vegetariana sigue siendo mucho más barata pero aún así en Nepal he aprovechado para comer carne en todas partes, y de este modo abastecerme de las proteínas que tanto me han faltado en India. Que digo yo… puestos a gastar (ya comenté que Nepal me parecía mucho más caro que India), gasto a lo grande, así que, ni corta ni perezosa, pocas han sido las noches que no me he pedido “por 500 rupias de nada”, un entrecot con patatas fritas y guarnición de verdura. El primer día, hasta se me saltaron las lágrimas…
[Una cena de lujo.]
Pero si hay un plato típico de Nepal, estos son los momos. Aunque de origen tibetano, los nepalíes ya los tienen como suyos, y al igual que ocurre en India con las samosas o las pakoras , rara es la calle de Nepal que no cuente con su carrito de momos.
Para que nos entendamos, los momos vienen a ser una especie de “raviolis” de pasta fresca, hecha con harina de cebada, que se rellena con verdura, pollo o búfalo, tras lo cual se cuece en una gran olla al vapor. Pueden tomarse solos, con salsa, en sopa… y son extremadamente baratos (un platito de diez momos cuesta 30 rupias nepalíes). El plato perfecto, si no fuese por un pequeño problema: son extremadamente adictivos. Por suerte, al no estar fritos ni llevar mantequilla o grasas de ningún tipo, al menos por mi parte no me sentía mal del todo al comerlos. Además, ¡sacian muchísimo!
[Simpático nepalí preparando la masa y relleno de los momos.]
[Momos cociéndose poco a poco al vapor.]
[Una deliciosa comida por menos de 30 céntimos de euro.]
En Nepal también cuentan con una gran variedad de dulces; la mayoría muy parecidos a los indios, pero por marcar la diferencia, señalaré estos esponjosos bollos fritos, de textura y sabor parecidísimo a los churros y perfectos como desayuno.
[Los «churros» de Nepal.]
Si queréis saber más sobre lo que se come en este país, pasaros por las entradas dedicadas a la gastronomía de India: casi todo lo que está descrito ahí (samosas, katchori, curries…) se encuentra perfectamente en cualquier calle de Nepal.
Y como siempre, con prisa y dejándome, muy a mi pesar, la mitad del material en el tintero, me despido para irme a dormir, ya que mañana he de levantarme a las cuatro, si no quiero perder el vuelo que ha de llevarme hasta Bangkok. Allí me está esperando un buen amigo que ha venido a verme desde Cantabria y con quien pasaré la próxima semana redescubriendo la capital tailandesa (en la que ya estuve hace seis años), antes de volar, por mi cuenta y riesgo, a Myanmar, mi próximo destino.
Buff, lo justo para leer ahora que se acerca la cena… Los churros nepalís prometen XD