Cotillas: un curioso nombre para este pequeño pueblo unos 120/160 habitantes (nadie ha sabido decírmelo con seguridad) situado a unos 3 kilómetros del pantano de Arroyo Frío, y cuya alcaldesa, María Cruz Castillo López, es por lo visto una de las más veteranas de España, ¡desde las primeras elecciones democráticas municipales, en 1979, al frente de Cotillas, y sumando!
Desconozco si los habitantes de este pueblo harán honor a su nombre (¿Cuál es el gentilicio de Cotillas? ¿Alguien lo sabe?), pero lo que sí puedo asegurar es que, durante la hora y media que permanecimos en él, no vimos un alma. Nadie, ni una sola persona: como si se tratase de un pueblo fantasma.
Cotillas tiene el encanto de los pueblos de “la España profunda”, sin importar excesivamente su localización: pequeño, de calles estrechas e irregulares, en el que el estilo de vida no ha cambiado demasiado en las últimas décadas (tal vez sea ese el motivo de que los jóvenes no gusten demasiado de quedarse en él).
Sea como fuere, me encantó la parada y el tiempo que dedicamos a recorrer sus callejuelas y tomar un aperitivo en el bar-restaurante Sierra del Calar, donde tuvimos la oportunidad de conversar con tres simpáticos lugareños (los únicos ese día en Cotillas; al menos, en apariencia) que nos contaron cosas muy curiosas del pueblo y su alcaldesa, elegida con tan sólo 19 años.
Daban las dos de la tarde cuando realizamos la obligatoria parada para comer en la finca de nuestros amigos. El menú, una vez más, no nos decepcionó: perdices en escabeche y gazpacho manchego (alimento de campeones), endulzado con un exquisito bicuit de turrón casero que a una fanática del helado como yo, me hizo sentir en la boca maravillas. Sí, sí… empieza a ser preocupante la frecuencia con que la comida sale a relucir en este blog, pero cuando te dan a probar tantas exquisiteces, ¿cómo no vas a mencionarlo?
A las cinco y media de la tarde, tras una necesaria siesta, visitamos el Museo de las Reales Fábricas de San Juan de Alcaraz, en el actual pueblo de Riópar. ¿Quién podría imaginar que esta pequeña localidad haya ido en su tiempo la cuna de la artesanía del bronce en España, el lugar de donde salieron prototipos como lo clásicos grifos de manija que aún podemos ver en muchos hogares?
La visita fue muy interesante, y en ella nos explicaron cómo fue la propia fábrica la que dio origen al actual Riópar, allá por el siglo XVIII, al atraer a los habitantes de Riópar Viejo, quienes venían a trabajar en la próspera industria del bronce y el latón que se estaba generando en la comarca, propiciada por la abundancia de materias primas (como las minas de calamina) y los numerosos ríos y arroyos que facilitaban el aprovechamiento energético. Esta tradición se mantuvo de generación en generación hasta que las fábricas fueron cerradas en el año 1996.
De allí nos acercamos un momento a ver un antiguo laminador, del que prácticamente sólo queda en pie una gran chimenea, y a cuyo alrededor se sitúa un viejo barrio obrero de los trabajadores de la fábrica; en la actualidad, abandonado. El hecho de que el lugar no haya sido restaurado de ninguna forma y todavía puedan verse pequeñas macetas de geranios frente a algunas de sus puertas pintadas de verde acentúa aún más su aspecto fantasmagórico, como si el lugar hubiese quedado suspendido en el tiempo.
El momento relajante de la jornada llegó con la sesión de jacuzzi y masaje relajante en el Hotel-Spa Riópar, que nos dejó como la seda, listos para la cena (si bien me hizo descubrir que tengo una gran contractura en la espalda, sin duda debido al peso que he cargado sobre ella durante un año…). De ese rato de intimidad no tengo fotos (algo, por otra parte, comprensible), pero puedo decir que quedé absolutamente encantada.
Cuando, ya caída la noche, regresamos a Las Salegas del Maguillo, nos aguardaba una bonita sorpresa: “Raspi”, la zorra de la que os hablé el primer día, a la que podríamos considerar la mascota de la casa, y que ya daban por muerta, había regresado. Y “los tres Josés” no podían estar más eufóricos. Lo cierto es que fue muy bonito compartir con ellos ese momento tan especial, y me sorprendió muchísimo que un animal, en teoría salvaje, mostrase esa confianza con los humanos, llegando a comer de nuestra mano. Para festejarlo, también nosotros disfrutamos de nuestro propio banquete (¡más comida!): potaje bochero, crujiente de pisto, truchas del río Mundo rellenas de jamón y sorbete de orujo. Sin palabras.
Esa noche no hubo larga sobremesa tras la cena: estábamos demasiado cansados, y nos dormimos antes de darnos tiempo siquiera a prestar atención al murmullo de los árboles mecidos por el viento.
A la mañana siguiente nos despertamos con el tiempo justo para desayunar rápidamente y hacer una pequeña excursión antes de coger el coche para desplazarnos a la ciudad de Albacete, desde donde nuestro tren con destino Barcelona salía a las dos de la tarde.
El lugar elegido como colofón a esa estupenda escapada fue Los Picarazos, un enclave natural en el que un conjunto de conglomerados rocosos con las formas más diversas (hay quien llega a distinguir “frailes” e incluso “pies”… aunque si soy sincera yo sólo veía “churrulitos” de esos que hacen los niños con la arena mojada de la playa), forman un paisaje de gran belleza.
Una brevísima parada en el pueblo de Villaverde de Guadalimar puso punto final a esos dos días en la maravillosa tierra de Albacete; de cuyo buen recuerdo, no me cabe ninguna duda, tuvo una importancia fundamental la generosa hospitalidad de todo el equipo de Las Salegas del Maguillo: un lugar al que espero volver muy pronto.
Bonito pueblo con singular nombre, el pareja me recuerda a los típicos pueblos que ahí por la serranía de Ronda.
Que maja la zorra (sin animo de ofender a nadie, me refiero al animal que conste) xDDD
Saludos!!! ;)
q foto tan increible la del zorro carmen!!
La zorra ya se ha convertido en un personaje más de «Trajinando por el Mundo» :)
¿No os subieron al castillo y la iglesia con el tocon de olmo? El anterior juez de paz de Riopar era amigo y tenía una casa rural allí, la «Casa del Águila»
Mmmm… creo que eso no lo vimos! =S Eran sólo dos días, y tantas cosas interesantes por ver… Mira, ¡una excusa más para volver pronto! :D
yo voy a Cotillas muchas veces por que yo soy de alli, la verdad es que es un bonito pueblo y a la entrada se ve de frente el Castillo de Yedra.
Hola,
Otra vez que os paséis por allí, podéis subir a la Piedra del Alcambrón, hay unas vistas espectaculares. En días claros, se ve el pico de la Sarga de Granada. Si os levantáis pronto, podréis ver cabras montesas. Con frecuencia se pueden avistar águilas, y con un poco de suerte buitres leonados.
Otro sitio para avistar cabras en el camino de Riópar a Vianos o Salobre, comen al lado de la carretera.
Cerca del pantano de Arroyo Frío, hay también un salero (una fuente de agua salina), así como un molino de aceite (antiguo), varios molinos harineros de agua y una cooperativa de aceite de oliva virgen extra, llamada Valondo.
Gracias por las recomendaciones! Sin duda se nos quedaron muchas cosas por ver, pero en 3 días mucho más no podíamos hacer… Fue una escapada fantástica que espero repetir algún día, ¡motivos no me faltarían, y ganas tampoco!
L averdad es que cotillas es un bonito pueblo yo voy alli por que tengo familia. A la entrada del pueblo se ve el Castillo de Yedra y si sigues hacia arriba puedes ir al pantano de arroyo frio
El pantano de Arroyo Frío es de los lugares que más me han sorprendido en la vida! Una auténtica maravilla de la naturaleza, ahí escondida… ¡quién lo diría! ¡Un abrazo!
Cotillas deriva del nombre árabe Al Cutilla, que quiere decir En la Colina (lógico, ya que el pueblo está en una colina), pero han hecho una dervación muy fea. jajaja
Vaya, qué historia más curiosa, ¡gracias por compartirla! El nombre actual más que feo es gracioso… hasta que conoces el original: Al Cutilla me gusta mucho más!
Me encanta hacer escapaditas como esta. La última también estuve en Albacete, concretamente en Almansa, su castillo es precioso, recomiendo que lo visitéis. Pero lo que mas asombrada me dejó fue la vida que hay en este municipio en el que lo tienes todo a un paso, no le falta de nada, un gastronomía excelente, ocio para todas las edades y comercios con calidad y ofertas increíbles. No dejéis de visitarlo. Yo me apunto en mi lista de lugares para visitas a Cotillas.