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Olor a azufre en el corazón de la cultura maorí

Hace mucho tiempo (unos mil años), a un país muy lejano (todo lo lejos que desde España se puede ir sin dar la vuelta al mundo) llegaron, cruzando el océano en canoas, un grupo de colonos procedentes de la Polinesia oriental.

Eran los maoríes, primeros pobladores de Nueva Zelanda según todas las evidencias, quienes aislados en la que ellos mismos llamaron la tierra de la gran nube blanca, crearon una cultura al margen de la historia que por aquellas fechas se escribía en el resto del mundo.

Durante aproximadamente 500 o 600 años los maoríes vivieron en paz, dedicados fundamentalmente a la caza y la pesca, ocupados con sus guerras inter-tribales, comiendo de vez en cuando a alguno de sus enemigos y creando danzas y canciones que han llegado hasta nuestros días. Pero con la llegada de los europeos todo cambió.

Tras un largo proceso de conquista por desgaste que finalizó oficialmente en 1840 con la firma del Tratado de Waitangi, Nueva Zelanda se convirtió en colonia británica, y los maoríes, en ciudadanos de segunda que además de sufrir un descenso vertiginoso en su población a causa de las enfermedades traídas por los europeos, no tardaron en ver cómo se les confiscaban muchas de sus tierras y perdían la mayor parte de sus derechos; esos que los colonos británicos habían prometido proteger.

Tras esta versión resumida de la historia de Nueva Zelanda (que, no lo dudo, contará con varios puntos dignos de ser discutidos), diré que para mi, una persona más interesada en la historia y la cultura que en los paisajes, la “faceta maorí” era lo que más me atraía cuando viajé a este país. El problema es que de ello ya no queda nada. Y es que (siempre bajo mi punto de vista) aunque la población nativa esté ahí, se trata de un grupo que ha hecho suya la cultura anglosajona en casi todos los aspectos de su vida.

Para intentar acercarme a la cultura maorí, de todos los lugares que podría haber elegido opté por Rotorua, una ciudad situada en el centro de la Isla Norte de Nueva Zelanda, famosa por dos cosas: el elevado porcentaje de población maorí y su mal olor debido a su ubicación en una zona de gran actividad geotérmica, rodeada de lagos de azufre y géiseres humeantes cuyos pestilentes efluvios se extienden por toda la ciudad.

También está bastante sucio, dicho sea de paso. ¡Pero a ver quién se atreve a limpiarlo!

Para asistir a este espectáculo de la naturaleza en todo su esplendor se recomienda visitar la reserva termal de Whakarewarewa, donde hay más de 500 fuentes naturales a diferentes temperaturas entre las que destaca el Pohutu, famosa por entrar en erupción veinte veces al día escupiendo agua caliente hasta 30 metros de altura.

Por razones de tiempo, dinero y falta de transporte, nosotros decidimos prescindir de esta excursión contentándonos con pasear por el parque Kuirau, situado en el mismo centro y también lleno de burbujeantes pozas que nos dejaron más que satisfechos en cuanto a lo que malos olores se refiere.

A los japoneses les encantan estas cositas.

En realidad nuestro verdadero objetivo en la ciudad era, como ya he dicho, acercarnos a la cultura indígena. Y para ser sincera, pese a constituir la comunidad maorí más importante del país, nuestro primer contacto con Rotorua fue algo decepcionante.

Sí, los maoríes están ahí: atendiendo en los supermercados y en los hostel, paseando por las calles y esperando en las paradas del autobús. Pero al margen de los llamativos tatuajes con los que todavía muchos decoran sus rostros y cuerpos – el Ta Moko -, se trata de una comunidad que conserva poco o muy poco de sus tradiciones originales. Al menos, a simple vista.

Sabíamos que para ver algo más deberíamos acercarnos a alguna de las aldeas maoríes situadas en las cercanías, donde en una visita de unas cuatro horas de duración al menos podríamos hacernos una idea de lo que debió ser la vida de los aborígenes de Nueva Zelanda. De modo que eso hicimos.

De las dos opciones más populares (las aldeas de Tamaki y Mitai), optamos por la visita a Tamaki, que por un precio de 105 dólares kiwis (unos 67 euros) incluía transporte, espectáculo y banquete hangi. Voy a ser sincera: sabía dónde me estaba metiendo y que lo que aquella noche iba a ver era un circo preparado para turistas, ¡pero qué remedio! Era eso, o irse de Nueva Zelanda sin haberse acercado siquiera a los vestigios de la cultura maorí.

Y sí: fue un circo (punto negativo, ¡qué esperábamos!), pero un circo divertido (punto positivo). Sinceramente, si alguien me pregunta si recomiendo ir, diría que sí. Obviamente no es nada “auténtico”, pero ya de haber viajado hasta las Antípodas, si se siente una mínima curiosidad por conocer algo de las raíces de este país y no se tiene la posibilidad (caso, supongo, de la mayoría) de establecer contacto por cuenta propia con algún maorí que, aislado de la sociedad, viva todavía en cabañas de madera en medio del bosque y se dedique a cazar moas (extintas, por otra parte), esta es la opción más sencilla. Además, ¡qué narices! Hacer el guiri de vez en cuando está bien. Yo me divertí :D

¿Y en qué consiste la visita a Tamaki? Pues básicamente en un recorrido que empieza cuando ya está anocheciendo (por eso de hacerlo más “emocionante”) en la reconstrucción de una antigua aldea donde un grupo de actores recrean las actividades diarias de los maoríes, tales como afilar sus lanzas, tejer o jugar con los niños.

Respecto a este punto no voy a decir que no sea interesante: lo es. Pero al comprobar que ninguno de los actores tenía tatuada la cara de verdad (las calcomanías se les caían por momentos) no pude evitar pensar que si ningún maorí con tatuajes (que los hay, por todas partes) se presta a trabajar en este tipo de espectáculos… por algo será. Pensamientos.

Pero si hubo algo que realmente me gustó y aportó valor al resto de la visita fue el momento del espectáculo. Partiendo una lanza por ellos, diré que el casting está bien hecho, las voces son buenas y las canciones “polinesias”, muy bonitas. No se escucha demasiado bien, pero aquí tenéis un ejemplo:

Y, como no podía ser de otra manera, el espectáculo cerró con una tradicional Haka:

Tras el espectáculo llegó el momento del “banquete”, consistente en muchísimos platos de todo tipo entre los que destacaban unos pollos que minutos antes habíamos sacado de un horno bajo tierra, cocidos al modo tradicional maorí. Huelga decir que yo me llené el plato hasta arriba… ¡esos 67 euros había que amortizarlos!

 

Visita a Tanaki Maori Village ¿sí o no?

Contras:

– Es un «circo» preparado para turistas. Autenticidad cero.

– Es relativamente caro (para un mochilero).

Pros:

– Se aprende alguna cosa interesante.

– El espectáculo musical es bonito.

– Te sientes un poco guiri… ¡pero una vez al año no hace daño!

15 comentarios en Olor a azufre en el corazón de la cultura maorí

  1. Xabier Villanueva (Cómo ser un kiwi) 29 junio, 2012 at 10:18 #

    Yo estuve en total cerca de tres semanas por Rotorua y no me acerqué a Tamaki Maori Village. A la ciudad se la conoce como «Rotovegas» por el circo que mencionas, y a pesar de no haber visto una haka, yo preferí no ver a maoríes disfrazados de lo que hoy en día no son.

    Buen post Carmen, me traen muchos recuerdos ;-)

    • Ku 6 julio, 2012 at 9:18 #

      ¡Qué bueno lo de Rotovegas! No tenía ni idea, pero le pega. Yo estuve a punto de no ir, pero ya te digo… quería ver «algo» típicamente maorí (cójase este «típicamente» con pinzas, ya me entiendes) y esa era la única forma… :(

      Un abrazo!

  2. José Carlos DS 29 junio, 2012 at 20:38 #

    Está claro que aunque sea un circo, es algo que debe ser curioso de ver, eso sí, me ha matado eso de que las calcamonías se les desprendieran de la cara, que espectáculo xDDD

    Esos japoneses como disfrutan de ese tipo de baños, que les gustan jaja

    Y así amigos me pongo al día con los relatos en un rato que he tenido después de un examen jaja

    Saludos!!!!

    • Ku 6 julio, 2012 at 9:28 #

      Tengo algún primer plano de la cara con flash donde se ve estupendamente la calcamonía, pero suficiente me ha costado rescatar este par de fotos para «salvar» la entrada, como para terminar de apañarlo poniendo fotos cutres…

      Eres una máquina dejando comentarios, ¡no me creo que lo hayas leído todo! :P

      • José Carlos DS 30 julio, 2012 at 17:49 #

        Claro que me lo leo todo y hasta las contestaciones, pero todo a su tiempo. Cuando me pongo me pongo.

        Ahora voy a ver si me leo las que tengo pendientes XD

  3. Pau 30 junio, 2012 at 9:54 #

    Siempre me han contado que es muy turístico, pero hay que verlo ¿no?

    • Ku 6 julio, 2012 at 9:29 #

      Yo creo que sí, casi todo hay que verlo para poder opinar ;) Y más en este caso, donde si no cedes y ves esto, no ves nada de los maoríes…

  4. Riky 5 julio, 2012 at 2:34 #

    Interesante!.. Un poco decepcionado me dejas con el tema Maori, pensaba que la cultura y costumbres de los Maories, estaba mas arraigada en el pueblo Neozelandés,pero quizás tengo mitificados a los All Blacks, y me creo que medio país es así..ahora, ya veo que para nada..

    • Ku 6 julio, 2012 at 9:32 #

      Para nada, Riky. A los maoríes les diferencia el color de la piel y muy poquito más. Yo también creía que mantendrían mejor su cultura y costumbres, (como, sin ir más lejos, en tantos países de Asia), pero ya son «ingleses» a casi todos los efectos.

  5. Pablo 24 julio, 2012 at 14:38 #

    Hace exactamente dos años que pisé Nueva Zelanda en una vuelta al mundo express.

    Doy gracias al cielo por haber ido en temporada baja y haber podido alquilar una Wicked Camper por pocos $ (doy gracias a la tradición furgonetera de NZ porque alquilar una con menos de 20 años en cualquier otro país es muuuy difícil). Después de recorrer el norte de la Isla Norte decidimos ir hacia Rotorua previo paso por Coromandel. Duramos exactamente una hora en Rotorua: una especie de Benidorm cultural carísimo que resultaba poco atractivo (las chicas del iSite parecían azafatas de Ryanair vendiendo rasca y gana, todo lo contrario a otros iSite maravillosos).

    El precio de los parques naturales para ver las piscinas y demás fenómenos era desorbitado, sin mencionar el de los espectáculos maoríes. Así que nos conformamos con catar el olor y asomarnos por alguna de las terrazas dentro del propio pueblo.

    Así que en una hora estábamos rumbo Taupo -> Tongariro para ver algo en condiciones.

    Y no sé si será mi impresión, pero la mezcla Maorí + británicos ha dado lugar a uno de los países con la gente más fea del planeta. En serio lo digo, pasear por los supermercados da algo de miedo. Las barbas de las maoríes competían con la mía.

    Un saludo Carmen. Llevo mucho tiempo leyéndote. Espero que vuelvas a la senda del diario de viaje mochilero (tus relatos de vuelta al mundo me flipan) y abandonas los blogtrips (para mí desvirtúan el espíritu viajero del que se impregnaba tu blog).

    • Ku 26 julio, 2012 at 14:02 #

      Jajaja, esa experiencia de llegar a un lugar y salir corriendo sin durar ni una hora la he vivido yo en el oasis de Huacachina en Perú. A mi Rotorua tampoco me gustó… pero la cuestión era que yo NO me quería ir del país sin ver «algo» típicamente maorí… aunque fuese un circo. Comparto tu opinión sobre los precios, por eso yo tampoco fue a los parques naturales.

      Y muchas gracias, Pablo, por la última parte de tu comentario. Agradezco mucho tu sinceridad, y no puedo decirte más que… estoy contigo. Obviamente yo prefiero una y mil veces viajar a mi aire, por largo tiempo, sola… pero eso no es posible si no se ahorra algo de dinero, y para ahorrar tengo que trabajar. En mi caso, parte de mi trabajo es ir a esos blogtrips. Pero no dudes que volveré a escaparme en cuanto pueda.

      Un abrazo!

  6. Lau 1 septiembre, 2012 at 16:54 #

    Hola Carmen! Tu post me llevo directo a mi breve paso por Rotorua! (que olor!) jajaj…. Sabes donde hay mas maories? Bien al norte… estuve unos dias en Paihia, porque una amiga estaba alli. Y ahi me presentaron a un maori (pero vestido siglo xxi) con su novia argentina (como mi amiga y yo).
    Pero me decian que en sus casas siguen las costumbres..de sacarse los zapatos en la casa, de las comidas, tradiciones…. me hubiera gustado verlo por mi misma, pero bue… Algo queda de cultura maori..

    • Ku 4 septiembre, 2012 at 11:36 #

      ¡Hola Lau!

      A mi, que estaba de paso y tenía que conformarme con lo que veía «desde la carretera», no puedo negar que me decepcionó un poco… Pero supongo que algo quedará, como dices tú, «de puertas para adentro». Una buena forma de averiguarlo en este viaje hubiese sido hacer couchsurfing… ¡para la próxima!

  7. jonny 1 febrero, 2013 at 14:42 #

    una pena la llegada de los colonos a Aotearoa, y como le arrebataron las tierras a quienes de verdad las valoraban.. ha pasado en todo el mundo, tristemente

    • Carmen 6 febrero, 2013 at 15:20 #

      Así es la historia, Jonny. Peor aún son las diferencias irreconciliables que todavía existen entre «kiwis» y maoríes… Esperemos que poco a poco las cosas se pongan en su sitio.

      Un abrazo!

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