Ayer, cuando iba en el coche de Torrelavega a Suances, al girar una curva me acordé de un episodio que me sucedió en ese mismo lugar unos siete años atrás. Regresaba tras salir por la noche, obviamente estaba oscuro, y se me cruzó corriendo un gato que me hizo dar un volantazo hasta casi empotrarme contra una casa. Gracias a dios, los mismos reflejos me hicieron frenar en el acto, pero en ese momento, detenida escasos centímetros del muro, pensé: «pa’ haberme matao».
Hoy he estado recordando ésta y otras ocasiones parecidas. Seguro que todos hemos vivido alguna. Como se suele decir, tu vida puede cambiar -o acabarse- en un instante. Ahora estás y, un segundo después, ya no. Chao. El caso es que esas anécdotas me han llevado a pensar qué pasaría si realmente hubiese muerto en alguno de esos momentos; una paranoia explotada en decenas de películas, como por ejemplo El Sexto Sentido (quizá la más famosa), ya que da bastante juego. ¿Y si hubiese muerto y no lo supiera? ¿Y si mis recuerdos de los últimos tiempos no hubiesen sucedido en realidad?
Para convencerme de lo contrario he pensado en las experiencias vividas y en las personas con quienes las he compartido. Las experiencias compartidas tienen algo más de real, ya que no solo las has vivido tú. He pensado en mis viajes a India, Palestina, Irán… recuerdos demasiado nítidos para dudar de ellos. Hasta ahí todo bien: sigo viva. Pero hay un lugar donde la mente se me bloquea y, por más que intento hacer memoria, lo veo todo borroso.
El lugar concreto no importa; cada cual tendrá el suyo. Pongamos como ejemplo (porque hay que poner un ejemplo) una playa paradisíaca donde viviste unos días de ensueño: baños interminables, puestas de sol, buena compañía… unos días tan bonitos como para meterlos en un frasquito y revivirlos de vez en cuando. ¿Qué pasaría si aquellos con quienes los compartiste te dijeran que nada de ello sucedió como crees? ¿Si te contasen una historia completamente diferente que no tiene nada que ver con lo que guardas en tu cabeza?
Pensadlo bien: tienes unos recuerdos -nítidos, reales-, y te dicen que no, que eso no fue así, ni aproximado. Es para volverse loco. Porque vivimos en presente, pero los recuerdos son la estela en la que mirarnos. Si te roban los recuerdos, te roban un pedazo de tu vida.
Y como no puedes aceptar que lo que viviste nunca ocurrió, te esfuerzas tratando de hallar un punto de conexión en común. Piensas y piensas, pero nada: aparentemente, no lo hay. Y entonces ya no reconoces en ese lugar un paraíso, sino una suerte de purgatorio al que fuiste solo.
Preciosa reflexión, Carmen, Me quedo con esta frase «Si te roban los recuerdos, te roban un pedazo de tu vida.». Un abrazo, viajera
¡Muchas gracias, Alicia! Me guardo el abrazo, a ver si te lo doy de vuelta pronto en Madrid :D
No lo sè. Pero «muerta» o viva el ‘frasquito’ es tuyo y tendrías que poder revivirlos tal y como los recuerdas, no dejes que nadie te los contamine. A la mejor la ‘loca’ o la ‘muerta’ no eres tu (y digo tu como puedo decir yo eh).
Cada vez escribes mejor.
P.S. «vivimos en presente, pero los recuerdos son la estela en la que mirarnos»
Preciosa frase Carmen.
Cada uno tenemos nuestro propio frasquito, es cierto. Pero si los recuerdos son lo que al final del camino da forma a nuestra vida, y son tan volátiles… Por ahí va la reflexión. No son más cavilaciones generales en voz alta, pero me alegra que te hayan gustado.
¡Un abrazo!
Precioso post –y da para comerse mucho la cabeza y para más reflexiones en voz alta-.
Los recuerdos están tejidos con el hilo de los sueños. Con el aroma de las fragancias que uno más ama (por ejemplo para mí la colonia ‘Álvarez Gómez’ que usaba mi padre, fallecido hace una década). Con los colores del estado de ánimo. Los recuerdos son personales e íntimos y jamás pueden ser robados o negados. Porque la esencia humana está hecha de recuerdos y experiencias, todo ello conforma quien llegamos a ser y quienes fuimos. Y la vida es breve, muy breve así como la fragilidad de un recuerdo. Pero muchos perduran para siempre.
Me ha salido un texto algo chorra y muy cursi, jajaja… será el día gris…
Cursi sería hablar del olor de las nubes ;) Me ha encantado tu comentario. Yo también recuerdo muchos olores y sabores. Ese tipo de recuerdos me parecen más «reales», porque si bien no son más que evocaciones que ya solo existen en el interior de uno, al responder a un estímulo físico -aunque pasado- se me antojan más concretos o palpables.
Esta conversación daría para muchos desvaríos, jeje. ¡Un abrazo, Ana!
Estos momentos de reflexión introspectiva metafísica ¿no vendrán de la mano con una cerveza? :P
¿Recuerdas Matrix? Había un traidor que pedía como recompensa volver a «enchufarse» para cambiar su realidad. Él hacía lo contrario a lo que a ti te pasa, buscaba creer una ficción. A ti no te cabe duda de que fue real. No lo olvides.
(Ni abrazo ni besos de despedida, por no hacer locuras sorpresivas sin pedir permiso ni avisar #TúYaSabehKe)
Yo solo sé que no sé nada :P
PD: Y que tengo que volver a ver Matrix.
Buena reflexión, como siempre estoy de acuerdo contigo. Me ha pasado, me ha pasado eso de tener un recuerdo (bueno o malo), una anécdota que siempre recordé «así», hasta que un día se la recuerdas a la persona con la que lo compartiste y te dice que «no», que fue «asá»… y es horrible intentar convencerla y ella a ti.
Al final, cada uno defiende su recuerdo porque es lo que ha vivido y no está dispuesto a que otro se lo deshaga aunque estuviera allí mismo, contigo, interactuando contigo. Es de locos, pero es así, y por esto hay tantas realidades como personas, y tantos gustos como personas, etc.
Es la prueba de nuestra subjetividad.
Besos!
Alicia
Interesante factor introduces, la subjetividad. Aquí no he querido meterme en más líos (de hecho he tenido que recortar, porque si no terminamos enredados en un nudo gordiano), pero sin duda daría para pensar mucho más.
¡Besos, Alicia!
He llegado a tu blog de casualidad, hablando de viajes con una amiga que me ha acabado recomendando que te hiciera una visita. Y desde luego no he podido tener mejor estreno, con lo que me gusta a mí esto de las reflexiones «filosóficas» y con el repelús que me da pensar eso de que tú tengas una percepción de un viaje totalmente distinta a la que puedan tener los demás (por aquello de la peli que mencionas, de que estés muerto y no te hayas enterado)… Vamos, que creo que me quedaré por aquí para pasar a leerte de vez en cuando. :-)
¡Hola Espe!
Menudo «estreno» has tenido en mi blog, jeje. Me alegra que te haya gustado el post. De todas formas, no creas que son todos así. Aquí se habla de viajes… pero estos están tan unidos a la vida que, de vez en cuando, las emociones y reflexiones (y también desvaríos) tienen que salir por algún lado ;)
Un abrazo!
No puedo estar mas de acuerdo contigo, y en este momento en mi frasquito iria mi viaje a Tailandia hace dos veranos con 4 amigas maravillosas, playas espectaculares e inumerables mojitos, solo por elegir una.
Preciosa reflexión Carmen, los recuerdos del verano son los q me mantienen animada el resto del curso.besito
Gracias, Laia. Disfruta mucho de tus recuerdos, que para eso están :D
¡Un saludo!
Pero eso no te lo puede robar nadie, cada uno percibe la realidad a su manera y lo que para ti fue sensacional quizá no lo fue para otro.
Precioso artículo. Es lindo descubrir tantos talentos que se esconden detrás de una pantalla. Felicitaciones.