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Wellington: viviendo «la ciudad del viento»

El trayecto en Ferry desde Picton a Wellington atravesando el Estrecho de Cook duró algo más de tres horas, y a pesar de que hacía un viento infernal y unas nubes grises cubrían el cielo, a medida que el barco se aproximaba a la Isla Norte y las formas de la ciudad comenzaban a distinguirse pude sentir perfectamente cómo me invadía una sensación de euforia.

Puerto de Wellington

No es que llevase años esperando conocer Wellington o que la capital de Nueva Zelanda fuese especial para mí por algún motivo. Sencillamente estaba deseando pisar una CIUDAD: una ciudad de verdad, con sus edificios altos, su tráfico y sus miles de personas corriendo cual hormigas por las calles. Me hubiese dado lo mismo que la ciudad fuese fea y estuviese rodeada de fábricas de cemento mientras tuviese ambiente. Y Wellington otra cosa no tendrá, pero ambiente sí. Y mucho. Habitantes no tantos: menos de 400.000.

Quizá fuese mi predisposición, pero no pude sentirme más a gusto en Wellington. Aquellos cuatro días se me pasaron volando, a pesar de que no hice nada en particular. No me esforcé demasiado por ver todos los lugares recomendados por la guía ni subí hasta lo alto del Monte Victoria, aunque me dijeron que la vista desde allí es bellísima. No tenía especial interés (¿Salir de la ciudad para verla desde las alturas, ahora que por fin estoy en medio del “meollo”? ¡Ni por todo el oro del mundo!). Sólo quería pasear, cruzar calles, esperar el cambio de los semáforos, hacer fotos a los trolebuses y escuchar el ruido. Quería vivir Wellington, así que eso hice.

Calles de Wellington

Trolebus de Wellington

Wellington me encantó. No es una ciudad grande, pero tiene muchísima vida y es realmente cosmopolita: asiáticos e indios (espero se entienda la distinción que trato de hacer a nivel étnico-racial) abundan en las calles más que los propios kiwis y maoríes. A este respecto es curioso observar lo perfectamente integrados que están aquellos que vienen de fuera, mientras los maoríes, los dueños legítimos de esta tierra, sufren en muchos casos (no digo siempre) un trato bastante discriminatorio por parte de los “nuevos kiwis”. No habré presenciado menos de tres o cuatro peleas e insultos entre unos y otros en los dos meses que he vivido allí.

Cuba Street

Pero sigamos con Wellington. Wellington es una cosmopolita, alternativa, cultural y muy liberal. La sensación que se tiene paseando por sus calles es que la mayoría de sus habitantes sean muy jóvenes. Desconozco cómo está distribuida la pirámide demográfica de esta ciudad, pero incluso aunque alguien me confirmase que tiene una tendencia al envejecimiento, diría que en Nueva Zelanda los “viejos” son más “jóvenes” que en otras partes del mundo. En ningún otro sitio es tan fácil ver a una señora de 70 años con el pelo azul. O atendiendo la caja de un supermercado por el puro placer de sentirse activa. O conduciendo un todoterreno a 100 kilómetros por hora en la autovía (hablo por propia experiencia porque me han llevado).

Calles de Wellington

Cuba Street

En definitiva, Wellington es una ciudad amable y acogedora (exceptuando por el viento de locos que la azota continuamente, lo que le ha valido el sobrenombre de “ciudad del viento” o “ventosa”) en la que se pueden invertir tres días sin ningún problema. ¿Cosas que hacer, además de pasear? Sacad un rato para estos “imprescindibles”:

Montar en el Cable Car

Un icono. Construido en los albores del siglo XX para comunicar el floreciente barrio de Kelburn con la calle Lambton Quay, en el centro de la ciudad, hoy día este funicular además de seguir cumpliendo su función de llevarnos hasta Kelburn, es una popular atracción que nos acerca hasta el inicio del Jardín Botánico y al Obervatorio Carter. Las vistas desde allí no igualarán a las del Monte Victoria, pero sin duda son estupendas.

Cable Car de Wellington

Cable Car de Wellington

El Jardín Botánico

Confieso ser la primera en sentirme rara al hacer esta recomendación, ya que los Jardínes Botánicos de cualquier ciudad nunca figuran entre mis preferencias a la hora de planificar mi recorrido. Pero es muy, muy difícil visitar Wellington y no pasar por su Jardín Botánico. A menos, claro, que tras subir en el Cable Car decidamos bajar en el mismo medio de transporte, algo que no recomiendo.

Jardín Botánico de Wellington

Cerca del Jardín Botánico

Zona residencial en las colinas de Wellington, cerca del Jardín Botánico

Ocupando 25 hectáreas de bosque protegido, el Jardín Botánico es un precioso y agradable paseo colina abajo, a salvo del viento y rodeado de flores y plantas de todo el mundo. A pesar de que durante el recorrido hay puntos muy interesantes, como el invernadero de estilo victoriano o la gran rosaleda, mi parte preferida llega al final, en el cementerio de Bolton Street. Sus tumbas (las más antiguas datan de 1840) vigilan la ciudad y ofrecen unas preciosas vistas a las casas y colinas de su parte posterior. La historia de este cementerio sería digna de un artículo aparte. Muy interesante.

Cementerio Bolton Street

Cementerio Bolton Street

Paseo por el puerto hasta Museo Te Papa

Tras el paseo por el Jardín Botánico se impone continuar caminando siguiendo la línea del puerto hasta el Museo Te Papa Tongarewa, el Museo Nacional de Nueva Zelanda. Pero ¡ojo!, se trata de un museo literalmente ENORME, por lo que conviene planificar muy bien el día y la hora en que queramos verlo, para evitar agobios.

Museo Te Papa Tongarewa

El museo es fantástico. Si os interesa conocerlo TODO de Nueva Zelanda y la cultura maorí (historia, flora, fauna, arte…) es el lugar indicado, aunque tendréis que reservar un día entero sólo para ello. Si ese no es vuestro caso, una vuelta de dos horas será suficiente para aprender muchas cosas interesantes sobre este curioso país. Ah, además de interactivo (estupendo para los niños), el museo es gratuito (estupendo para los papás).

Museo Te Papa Tongarewa

Calamar gigante en el Museo Te Papa

Museo Te Papa Tongarewe

La Calle Cuba

Se trata de la zona más joven, alternativa y multicultural de Wellington. Restaurantes indios y kebabs conviven con otros más cool, tiendas de ropa vintage, de discos de vinilo, así como de tabaco y otras drogas naturales que prometen un viaje al cielo sin quebrantar la ley, tan sólo cumpliendo el requisito de tener más de 18 años.

Cuba Street

Cuba Street

Cuba Street

Tienda de "drogas" en Cuba Street

Si os gusta la comida asiática, esta es vuestra calle. Por tan sólo cinco dólares kiwis podéis comprar ocho piezas de delicioso sushi del día en take-away, y por unos precios algo menos baratos, comer como señores en uno de los dos indios que se anuncian como EL mejor restaurante indio de Wellington según determinado concurso. Confieso que piqué un par de veces (una por restaurante), aunque me quedo con el sushi. ¿He dicho que ocho piezas costaban cuatro dólares kiwis?

Cuba Street

Sushi en Wellington

Cuba Street

11 comentarios en Wellington: viviendo «la ciudad del viento»

  1. criss 17 abril, 2012 at 17:25 #

    jajajaja q buena me ha encantado la entrada!! como siempre con un toque de humor, los d los viejetes me parto imaginandomelo….la foto de la señora en la tienda de discos es d lo mas gráfica, y ya me las imagino en plan lucia bosé y colores d pelo extraños
    algo q siempre me he preguntado cuando te leo es: se acordara del nombre de las calles por las q ha pasado en tantisimos paises?? (al menos las importantes)? dentro d poco seras una enciclopedia ambulante ;)

    • Ku 22 abril, 2012 at 20:28 #

      Jajaja! De algunas calles me acuerdo, pero no de todas, obviamente! Tendría una memoria prodigiosa…:P

  2. Saray 17 abril, 2012 at 20:08 #

    Te ha dejado huella vivir en Madrid entre tanto edificio y gente no? ;)
    Parece una ciudad interesante y lo del sushi me recuerda que aún no lo he probado!
    Espero que hayas tenido una buena vuelta a casa.

    Un abrazo!

    • Ku 22 abril, 2012 at 20:30 #

      ¡¡Tienes que probar el sushi!! Es una de mis comidas preferidas, por no decir la más :D

      La vuelta a casa estupenda, como siempre, aunque con ganas de moverme un poco, aunque sea por aquí cerauita, jaja!

      Un abrazo muy fuerte!

  3. Pau 18 abril, 2012 at 17:11 #

    Qué chula la mezcla de culturas :D

    • Ku 22 abril, 2012 at 20:31 #

      Ya te digo, es una ciudad súper cosmopolita :D

  4. Ana María 19 abril, 2012 at 11:53 #

    Uhhh… el calamar gigante es clavaito a uno de los aliens de Independence Day jajaja… ;)

    Wellington mola!

    AnaM

    • Ku 22 abril, 2012 at 20:31 #

      Terrible lo del calamar gigante… si ves el vídeo explicativo sobre cómo lo cazaron y murió… Deberían haberlo dejado en el mar :(

  5. José Carlos DS 24 abril, 2012 at 16:05 #

    Realmente Nueva Zelanda no es que sea un país que resalte por sus ciudades, su verdadera belleza está en la naturaleza (o así lo pienso yo), pero si que es cierto que el cuerpo cada cierto tiempo pide bullicio y gentío cuando te mantienes mucho tiempo lejos de la civilización.

    Ayy que sushi… no se como estará en NZ, pero en Japón es una pasada, yo lo había probado en algún buffet que otro en USA o en España, pero nada que ver :D

    Ahí lo llevas, ya estoy al día :)

    • Ku 2 mayo, 2012 at 11:29 #

      Exactamente, lo que hace de Nueva Zelanda un destino único es fundamentalmente sus paisajes, ¡de otro mundo! Creo que tú lo disfrutarías un montón :)

      El sushi estaba buenísimo, ¡y era tan barato…! Claro que con el de Japón no podrá competir (hablo sin saber, porque nunca he estado), pero me han dicho que allá no es una comida tan «común», vamos, que hay otras cosas más comines para comer en el día a día… ¿es verdad?

      • José Carlos DS 3 mayo, 2012 at 13:48 #

        Normalmente la gente suele tirar mucho de fideos y pescado rebozado, hay platos combinados de esos de meter en el microondas y comer que traen de todo, incluso sushi, pero ni punto de comparación con el sushi de la lonja de pescado de Tsukiji jejeje

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