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Subida a Adam’s Peak (qué noche la de aquel día)

Yo nunca había oído hablar de esa peregrinación (como de tantas otras cosas), pero cuando mi compañero, con una convicción y firmeza que hizo temblar el suelo, me soltó que era una de las que siempre había SOÑADO hacer, disimulé mi ignorancia (¿tan famosa era? ¿en serio?) y dije que me parecía el mejor plan del mundo. A mí la montaña no me afectaba mucho (siempre que se mantuviera bien lejos de mí), pero me daba igual dónde ir si podía seguir disfrutando de su compañía.

Una de las cosas que me gustan de viajar acompañada (modalidad que tiene tantos pros como contras, no nos engañemos) son los lugares que descubro sin que nunca antes hubiesen aparecido ni por asomo en mis planes. Dos cabezas piensan más (no digo mejor) que una, y es estupendo enriquecerse con los conocimientos del otro. De no haber sido así, probablemente yo jamás hubiese ido a Adam’s Peak, perdiéndome una de las mejores experiencias de mi viaje a Sri Lanka.

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[In media res: todo se ve mucho más bonito cuando ya estás bajando.]

Sri Pada (o Adam’s Peak, como es conocida popularmente, «Pico de Adán» en castellano) es la montaña sagrada de Sri Lanka. Tiene una altura de 2.243 metros, y en su cima se encuentra una huella de proporciones considerables, perteneciente según la tradición a nuestro primer antepasado Adán, quien puso su primer pie aquí el día que fue expulsado del paraíso (era un hombre tremendamente alto, parece). Como es habitual, según a quién preguntes la historia cambia: para los cristianos y musulmanes la huella pertenece a Adán; para los hindúes, a Shiva; mientras que para los budistas (que son quienes realmente peregrinan aquí en manada) a Buddha, aunque eso no es demasiado importante. En cuestiones de fe, lo que importa es que tenemos una huella (sagrada o digna de veneración), una montaña, y que hay que subir la montaña para llegar a la huella

Pero hay algo más, y es que la subida ha de hacerse de noche. En esto ya la fe ni pincha ni corta; es que la vista del amanecer desde allí arriba es bastante bonita, y se dice que en determinada época del año la sombra de la montaña forma un triángulo, o qué sé yo. De modo que mientras los srilanqueses empiezan la caminata a cualquier hora del día, los turistas esperamos pacientemente a que den las dos de la mañana para iniciar el ascenso, con el fin de alcanzar la cima sobre las cinco y media, justo para asistir a la salida del sol. Y menos mal, porque si la subida es dura de por sí, no me la quiero imaginar con todo el solazo pegando en la cabeza.

Llegados a este punto es inevitable que surjan algunas preguntas: Si no se es creyente, ¿merece tanto la pena ver esa huella? Pues no. Yo ni siquiera tuve ese privilegio (cerraron el templo justo cuando iba a entrar, mala suerte). ¿Y el amanecer? Es bonito, pero tampoco para tirar cohetes al aire. ¿Entonces? Entonces, lo que ocurre es lo que ya estaréis pensando: en la peregrinación al Pico de Adán lo que importa no es la meta sino el camino. Aunque sea un camino durísimo. Es un reto personal.

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[El pueblo, Dalhousie, parece una verbena por la noche. Arriba a la izquierda se vislumbra el camino.]

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Parece que lo estoy pintando todo muy negro, pero de alguna manera tengo que darle un poco de emoción al asunto. Ya que por motivos obvios no hay apenas fotos de aquella gloriosa noche, que al menos os metáis en la piel que habito.

Dos de la mañana. Suena el despertador y yo todavía estoy tentada a decir que mejor me quedo en la cama, que espero a recibir a los peregrinos con un banderín y el desayuno listo. Pero no puedo hacer eso. Pocas horas antes me he cruzado con varias septuagenarias en grupo, dirigiéndose hacia el puñetero pico con inquebrantable determinación. Si ellas pueden, yo también. No puedo ser LA ÚNICA que no suba

Además, no parece que esté muy alto. 5.200 escalones no son nada. Me imaginaré que subo catorce veces a la estupa de Swayambhunath y listo, solo tengo que hacer más paradas. Habiendo puestecitos para repostar en el camino seguro que no se hace pesado. Por si acaso, no dejamos de comprar unos cuantos dulces en los tenderetes que hay montados en el pueblo, donde se vende absolutamente de todo: comida (bien), ropa de abrigo (de acuerdo), peluches (utilísimo) y hasta pósters de Bob Marley (¿quién querría dejar pasar la oportunidad de llevarse ese bonito recuerdo de Adam’s Peak?).

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[Omnipresente Kalu Dodol, un dulce hecho de panela, harina de arroz, leche de coco y  frutos como anacardos o nueces. Se compra al peso y es delicioso. Los dodol de color rosa o naranja mejor olvidadlos.]

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Los primeros tres cuartos de hora transcurren sin complicaciones; apenas hay pendiente (incluso a veces el camino es cuesta abajo… ¡pobre ingenua!) y yo estoy motivadísima. Hasta nos permitimos adelantar a quienes van delante de nosotros. Pero no dura mucho. Cuando empezamos de verdad a subir la escalera, una escalera que no admite concesiones, en poco tiempo las piernas empiezan a notar los efectos.

Pero no es el cansancio físico el mayor problema, sino el psicológico. Lo que al principio parece gracioso y se lleva bien con algo de conversación, cuando se prolonga más de un par de horas y ya no puedes hablar porque tienes la boca ocupada en respirar (en los esfuerzos prolongados yo respiro por la boca, qué le voy a hacer) ya no hace tanta gracia. Escalones y más escalones, en la más completa oscuridad. Escalón, escalón, escalón, escalón… ad infinitum. Un castigo medieval. De vez en cuando me cruzo con un padre cargando su hijo a hombros, o lo que es peor, con una ancianita frágil como el cristal (a su ritmo, seguro que es de aquellas que empezaron el ascenso a las ocho de la tarde) y me motivo de nuevo. «¡Yo puedo, yo puedo!» El último kilómetro, vertical como un muro (cuando quienes ya lo han hecho otras veces te advierten que solo queda media hora para llegar), es una agonía.

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[Y aquí termina mi crónica fotográfica de la subida a Adam’s Peak. Éste es un tramo fácil, después el tema se complica y además está demasiado oscuro para hacer fotos.]

Y llegamos. En un tiempo clavado: algo menos de tres horas y media. Arriba corre un viento del diablo, y aún hay que esperar media hora para que salga el sol. Decenas de personas se acurrucan unas junto a otras, tapadas con mantas, para darse calor. Muchos han dormido allí. Hace frío, pero yo no me puedo sentir mejor, ¡lo logré!

Al final, lo de menos es el amanecer. No está mal, pero psé, tampoco es para tanto. La vista es bonita. Me llaman más la atención las viejecitas, o aquellos que al entrar en el templo tocan la campana tantas veces como peregrinaciones al Pico hayan hecho. Hasta veinte «gongs» llego a contar.

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Parece que todo ha terminado, pero aún queda la segunda parte: el descenso. Lo bueno es que esta vez sí se ve el paisaje y los templos del camino, por lo que se hace mucho más llevadero. Pero la bajada es dura, tanto como la subida. Al principio no lo parece, pero cuando llevas casi tres horas bajando escalones y sientes que los tendones se te van a partir, solo puedes pensar en llegar. No olvidemos que hemos pasado una noche casi sin dormir, y todavía quedan muchas horas de autobús hasta llegar al siguiente destino (nadie se queda en Dalhousie una vez realizada la peregrinación).

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[Volvemos al punto del que partía la historia, pero éste no es el final, ni mucho menos.]

A pesar de haberlo pintado negro, porque yo soy así de quejica, recupero las primeras palabras de este post: la subida al Pico de Adán es una de las mejores experiencias de mi viaje a Sri Lanka (por no decir «la más»). Nadie puede negar que el ascenso a esta montaña es duro y agotador, y quien lo haga miente, pero cuando lo terminas te sientes (como Leonardo DiCaprio en Titanic) «el rey del mundo». Eso sí: si no acostumbráis a hacer deporte regularmente, olvidaos de vuestras piernas durante los siguientes cuatro días.

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[Hecha puré, pero feliz.]

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11 comentarios en Subida a Adam’s Peak (qué noche la de aquel día)

  1. po 5 mayo, 2014 at 18:05 #

    deliciosa entrada Ku

    • Carmen 15 mayo, 2014 at 18:30 #

      Gracias. He disfrutado mucho escribiéndola :D

  2. José Carlos DS 7 mayo, 2014 at 19:27 #

    Conocía esta subida y como buen amante de la montaña sin duda la tengo apuntada para cuando vaya por Sri Lanka, como dices en el senderismo normalmente pesa mas el tema psicológico, que el físico, especialmente cuando te pones a pensar por lo que aún queda por pasar, lo mejor es ir a un buen ritmo y no darle vueltas a la cabeza, si te inhibes y disfrutas del paisaje, todo se hace mejor, aunque imagino que por la noche no se vería mucho xDDD

    Al menos la vistas desde arriba parecen bonitas y el reto personal cumplido siempre reconforta :D

    • Carmen 15 mayo, 2014 at 18:31 #

      Ahora resulta que la única que no la conocía era yo…. :P

  3. Ivy 10 junio, 2014 at 10:50 #

    La subida me recuerda a mi primera maratón. Al final, la entrada en meta es lo que es, entras en meta en unos segundos que casi no duran nada. Pero hasta que llegas… tiene su miga. Al final acabas corriendo más con el coco que con las piernas.

    Mi día en el monte Huangshan también fue agotador, las escaleras de subida, subidas y bajadas todo el día, y la hora y pico de escaleras de bajada me machacaron ya del todo. Eso sí, vi fotos del monte Huashan… y creo que me gustaron más, más impactante…

    • Carmen 14 junio, 2014 at 13:49 #

      Sí, es algo así, como una maratón ;)

  4. CalleRural 4 octubre, 2014 at 16:58 #

    Muy buen post y preciosas vistas.

  5. Carlos Olmo 26 marzo, 2016 at 19:51 #

    Carmen, me lo estaba pensando porque tengo una rodilla operada de la triada, pero después de leer tu post creo que me he animado a intentarlo

  6. Alicia 5 agosto, 2016 at 12:08 #

    Hola!He leido tu post y me ha encantado. Yo viajo este Septiembre y me gustaria hacerlo también!Solo tengo una duda ¿como llegasteis a Dalhousie? y esa noche ¿no os quedasteis antes de la subida en ningun hostal/pensión?
    Mil gracias de antemano.
    un saludo

  7. David y Neus 4 noviembre, 2016 at 14:43 #

    Hola Carmen,

    A finales de diciembre nos vamos a Sri Lanka y estamos en plena planificacion. Queríamos subir al Adam’s Peak pero se nos hace dificil encontrar informacion sobre el transporte para llegar. ¿Tu como lo hiciste? Nosotros llegaríamos desde Nuwara Eliya y nuestra intención es continuar la ruta hacia Kandy. En un principio habíamos pensado en coger el tren a Kandy desde Hatton la misma tarde después de la subida, pero igual es un poco justo, no?

    Saludos

  8. Miguel Rocher 27 febrero, 2020 at 9:33 #

    Verdaderamente es real como lo cuentas, yo lo subi el dia antes del Sunami, empeze sobre las 7, y creo que tarde 4 horas, y otras 3 de bajada, aun la recuerdo como infernal, sobre todo la bajada, pero gracias, a que all dia siguiente estaba cadaver, cuando volvimos a la costa, hacia una hora que habia pasado el sunami.
    Y como tu dices, lo que mas te molesta, es que cuandollevas 3000 escalones, te pasaban tios con botellas de butano llenas, ya que ese dia era luna llena y habia celebracion en el templio

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