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De Yogyakarta, templos, y reajuste de presupuesto

Tal como me había prometido, Arie me dejó su casa en Yogyakarta para que dispusiese de ella el tiempo que necesitase para conocer la ciudad. Para este propósito yo había calculado no más de tres días: el primero, enteramente dedicado a descansar y situarme; los dos siguientes, para ver los famosos templos de Borobudur y Prambanan.

Así pues, el segundo día en Yogya (como es conocida por los indonesios), me lancé a la aventura de intentar llegar hasta Borobudur por cuenta propia. No fue tarea fácil, ya que la casa de Arie no está en el centro, sino en un barrio muy a las afueras de la ciudad (media hora larga en transporte público), algo que me dificultó un poco las cosas. Pero con un poco de paciencia, preguntando aquí y allá, y regateando a más no poder, a las diez de la mañana ya estaba en el templo.

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Llegada a Borobudur

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Mi primera impresión en la entrada a Borobudur no fue buena: cientos de personas (qué digo cientos: ¡millares!), se agolpaban en las taquillas, empujando, tratando de colarse, de zafarse de los vendedores de postales y souvenirs… todo un agobio. Yo no podía dejar de pensar: “¿¿Y todas estas personas van a entrar conmigo ahí??”. Como se suele decir, “la segunda, en la frente”: la entrada al templo cuesta, para extranjeros, la friolera de 15 dólares, no los 10 que indicaba mi guía (que data del año 2008). Y 15 dólares (más los 4 que me costaba el autobús en ir y volver a la ciudad), para ver un solo templo, es una burrada… ¡ni el Taj Mahal! Pero entré, claro que entré, ¡qué remedio! con las ganas que tenía… Y Borobudur, en sí mismo, no me defraudó.

Construido a principios del siglo IX, antes de que el budismo en Indonesia entrase en decadencia, el templo de Borobudur es un fiel reflejo de la tremenda importancia que esta religión pudo llegar a tener en la isla de Java algunos cientos de años atrás. Borobudur, con sus seis terrazas cuadradas, coronadas con otras tres circulares, es una maravilla, una mole, un mazacote de piedra maciza que ni la vista, ni mi cámara fotográfica, pudo abarcar de un sólo vistazo. Es tan grande (pero tan, TAN grande), que cuesta creer que en el año 1006 fuese íntegramente cubierto por las cenizas de una erupción volcánica, y permaneciese así oculto durante más de 800 años…

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Mapa del templo, quiza la unica posibilidad de verlo entero (a no ser que nos alquilemos un helicoptero, o compremos una postal...)

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De modo que Borobudur merece la pena. Pero como adelantaba al comienzo, hubiese disfrutado más la visita de no haberla hecho acompañada de otras doscientas mil personas empujándome por delante y por detrás. Había demasiada gente… Al parecer, Julio es el mes de vacaciones para los estudiantes indonesios, y eso se deja notar no sólo en los hoteles (están a rebosar), sino en cualquier lugar mínimamente turístico. Y Borobudur es MUY turístico; a nivel de monumentos y yacimientos arqueológicos del sudeste asiático, se dice que compite con Angkor en Camboya, o con Bagan en Myanamar. Sobre lo primero, me van a perdonar, pero discrepo…

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Menudas vistas...

En resumidas cuentas, la mañana del martes Borobudur estaba “intransitable”. Cuando comprobé que hacer una fotografía sin una carita, o un brazo, o una nariz apareciendo por algún ángulo, podía llevarme más de diez minutos (sin garantías de éxito), decidí optar por fotografiar la realidad; es decir: la gente. Cantidades industriales de seres humanos luchando por su pedacito de roca, por llegar más alto de lo que ningún otro hubiese llegado antes. Y es que esto es algo curioso (y lamentable): a pesar de los cientos de carteles de “prohibido subirse” (/trepar) que hay en todas las esquinas, en todas las estatuas, en todas las terrazas, todo el mundo parece competir por ver quién se toma la advertencia más “a la torera”: quién se supe a la estupa más alta; quien es más irrespetuoso, con el monumento, y con los demás. Una pena.

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Escalera Este

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Escalera Este (10 segundos despues)

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"A que yo "climbing" mas que tu?" "Eso jamas!" "Ahora veras!"

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"Solo 20 centimetros mas..."

Si bien mi plan para el día siguiente era visitar el más cercano templo de Prambanan, esa noche ocurrió “algo” que me obligó, muy a mi pesar, a renunciar a ello: hice cálculos (¡Maldita manía que tengo en llevar las cuentas al día! ¡Sería más feliz viviendo en la ignorancia!). Y mis cuentas, para los siete días que llevaba en Indonesia, daban una media de casi diez euros al día… ¡sin haber pagado un solo hotel ni una sola comida! Tras darle muchas vueltas, la explicación la encontré en el transporte, ¡es carísimo! algo que puede entenderse (en parte) teniendo en cuenta las enormes distancias que recorro cada vez que me muevo de una ciudad a otra… pero aún así, es demasiado caro. Y si a partir de ahora voy a tener que sobrevivir por mi cuenta, pagando hostales, comidas, y otros monumentos (no siempre va a haber amigos o bodas para ayudarme), había llegado el momento de empezar a asumir que en Indonesia no puedo tener el mismo presupuesto que en los anteriores países que hasta ahora he visitado; y que si quiero salir de aquí con más de cien euros en la cuenta, voy a tener que espabilarme y empezar a apretarme el cinturón.

Así que Prambanan (del que suponía que la entrada iba a costar lo mismo que la de Borodubur, ya que en mi guía de 2008 su precio está también fijado en 10 dólares), cayó por su propio peso. Como digo, muy a mi pesar, porque (quienes me conocen lo saben) si hay algo que a mi me guste hacer, es ver templos. Pero 30 dólares en dos días no están a mi alcance; tristemente, todavía no.

De modo que el tercer día en Yogya lo empleé en recorrer el centro y perderme entre los centenares de personas que buscan la mejor “ganga” en la calle Malioboro. Y por la noche, en mi casa de dos pisos, en prepararme para el duro día siguiente y por supuesto, ver el partido en “mi” salón (¡España a la final!).

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Home Sweet Home

Y qué duro el día siguiente… Si el viaje hasta Ketapang (el puerto desde donde parten los ferries hacia Bali), en bus directo ya es una paliza (unas 10 horas); lo que yo hice por ahorrarme unas míseras rupias (que al final no ahorré), ya se lleva el “guiness” a la temeridad.

Para empezar, 12 horas de autostop en dos coches diferentes: el de un simpático hombre y su hijo que me acercaron hasta Solo, a dos horas de Yogya; y el de unas niñas pijas muy modernas que dieron el resto llevándome hasta Surabaya, a seis horas de Solo. Hasta ahí, muy contenta: no sólo había ahorrado, sino que había hecho lo que me gusta: mezclarme a más no poder con la gente del país. El problema: al llegar a Surabaya, a las nueve de la noche, si me quedaba allí, además de perder un día, pagaba una noche de hotel para nada… así que cogí un autobús hasta Ketapang… que al final me costó lo mismo que lo que me hubiese costado el viaje directo desde Yogya. ¡Qué se le va a hacer!

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Megapijas, y megabordes (...pues no pretendieron que les pagase la multa de 500.000 rupias que les pusieron por adelantar en linea continua??)

Sobre el viaje en autobús podría escribir muchas cosas, pero voy a intentar hacerlo breve. Los autobuses locales indonesios (“ekonomi”) nada tienen que envidiar a los indios, puedo jurarlo. Para distancias largas, es la opción de los más pobres entre los pobres, ya que por un poco más de dinero cualquiera paga un “executif” con aire acondicionado, almohada y mantita; o todavía mejor: una minivan para sólo siete personas que te recoge en la puerta de casa… (donde yo había viajado hasta ahora, ¡¡de ahí el estado de mis cuentas!!).

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Autobus tipo, vacio (asi visto es una monada...)

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Con este hicimos 9 horas de trayecto...

En los autobuses “ekonomi” se fuma, se escupe, viajan tres personas en el lado de los asientos dobles, cuatro en el de los asientos triples, se para en todos los pueblos del camino, y en cada uno de ellos suben y bajan vendedores de chucherías y músicos callejeros (normalmente en parejas: uno con la guitarra y otro con la voz), que si bien en ocasiones son todo un espectáculo digno de oírse, otras (sobre todo a las tres de la mañana después de un largo día de autostop y sin dormir), pueden provocar ataques de ira con consecuencias inesperadas…

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Ambiente en el autobus a las dos de la manana

Finalmente, a las seis de la mañana, sin haber pegado ojo, con la ropa apestando a tabaco y el culo empapado de una sustancia que prefiero no aventurarme a adivinar qué podía ser (supongo agua, ¡pero no sé dónde estaba la gotera!), llegué a Ketapang.

La vista, desde el ferry, del amanecer sobre la isla de Bali, calmó todos mis males…

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Por fin, el ferry

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Adios Java! (y sus volcanes)

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El sol comienza a salir sobre la isla de Bali

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9 comentarios en De Yogyakarta, templos, y reajuste de presupuesto

  1. tatiana 10 julio, 2010 at 18:02 #

    Hola¡
    Permiteme presentarme soy tatiana administradora de un directorio de blogs y webs, visité tu página y está genial, me encantaría contar con tu site en mi sitio web y asi mis visitas puedan visitarlo tambien.
    Si estas de acuerdo no dudes en escribirme
    Exitos con tu página.
    Un beso
    tatiana.

  2. Borja Guillén 10 julio, 2010 at 21:54 #

    En serio, qué gusto da llegar a casa cansado después de estar todo el día por ahí haciendo cosas, agobiado de todo… y ver que tienes una entrada nueva.

    Leer tu blog se me está pareciendo cada día más a esa novela que este verano no leeré (cosas de haber dejado una para septiembre y tener que estudiarla a conciencia), y nunca tengo suficiente… ¡gracias por dejarnos asomarnos un poquito cada día a tu experiencia!

    Un beso desde Logroño.

  3. Rubén 11 julio, 2010 at 16:00 #

    Sí, sí, agua… Quien en ekonomi se duerme, meao se levanta ;)

  4. Almudena 12 julio, 2010 at 12:15 #

    Me he tomado mi tiempo para leer porque no quería perderme nada, y como ya han dicho leer tu blog está siendo la mejor lectura de este verano.
    Un beso enorme.

  5. yo mismo 12 julio, 2010 at 16:46 #

    Guapa, que pasada, me estoy releyendo tu viaje una y otra vez y tienes que estar viviendo experiencias únicas y conociendo un montón de gente.
    PReciosas las fotos, como siempre!

    Besos!
    Viaje al atardecer
    All About Cities

  6. MAMI 13 julio, 2010 at 17:21 #

    Te acabo de escribir un mail en el que te pongo muchas cosas y ahora ya no se me ocurre nada. Solo que sepas que lei esta entrada.
    No te olvides que el viernes, en este pais, es el Carmen. Brindaremos por ti.
    Intentaremos llamarte.
    Un beso. mami

  7. Marcelo Caballero 14 julio, 2010 at 16:35 #

    Me encanta tu viaje!! te mando un abrazo y espero seguir tus andanzas!!

  8. Riky 16 julio, 2010 at 13:16 #

    ¡¡FELICIDADES!!…Carmen

  9. Carmen 11 enero, 2015 at 2:40 #

    Muy buen post!
    A mi Indonesia me encanto… os paso mi blog sobre ese viaje, esta casi todo en ingles, para los que quieran practicar:
    https://bonatravels.wordpress.com/2013/08/12/country-summary-indonesia/

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