Noruega. Un país que, sinceramente, no me había planteado visitar todavía. Quienes seguís este blog habéis leído mis peripecias en India, Camboya, Perú… pero, ¿Noruega? Ni se me había ocurrido, esa es la verdad. Y sin embargo, por diversos motivos me encontré aterrizando en su superficie dos veces en el mismo mes.
Dos veces. Quiero decir con esto que, tal cual llegué del crucero por los fiordos a Madrid un domingo de madrugada, el lunes volvía a subirme en un avión para participar de un nuevo Blog Trip por tierras nórdicas. Pero esta vez se trataba de un viaje completamente diferente.
La compañía era distinta, y el escenario que nos esperaba, también. Cuando tras varios vuelos con escalas en Copenhague (¡otra vez!) y Oslo, salí del aeropuerto de Tromsø a respirar aire fresco por primera vez en horas, no di crédito a lo que veía: nieve, frío, niebla, ¿de verdad estaba en el mismo país? Sí, estaba en Noruega, pero Laponia y los fiordos no tienen nada que ver.
Llegamos muy tarde, casi a medianoche, y sin embargo no era de noche. Ni un poquito. A pesar de que las condiciones meteorológicas nos impedían ver el sol, la claridad era espectacular, ni siquiera comparable a la que hacía escasos días había tenido la oportunidad de vivir en el crucero.
Entonces lo recordé: habíamos sobrepasado el paralelo 66, es decir, el Círculo Polar Ártico. Durante los siguientes días el sol no se volvería a poner. Viviríamos una vida sin noches ni estrellas, y ese pensamiento me provocó un subidón de adrenalina difícil de explicar.
No sé si fue esa euforia o el hecho de que mis sentidos se viesen engañados por el falso día, pero todo el cansancio acumulado tras el largo viaje se me olvidó de golpe, y cuando llegué a mi habitación en el Rica Ivshashotel no pude dormir.
Me dieron la una, y las dos, y las tres, y yo no podía despegar mi nariz del cristal, desde donde se contemplaba una preciosa vista de una ciudad durmiente contra toda lógica. Contra mi lógica.
“Imagínate que es por la tarde y vas a echarte una siesta después de comer”, me decía. Ni por esas. Sólo llegadas las cuatro conseguí apartar mi vista de la ventana, y cuando me quise dar cuenta ya eran las ocho, hora de levantarse y bajar a desayunar. Por cierto, el mejor desayuno de hotel que creo haber probado nunca, tomen nota.
Y es que si os gusta el queso y el salmón en Noruega vais a comer muy bien. Y hace falta cargar bien las pilas antes de salir y enfrentarse a las frías temperaturas que en pleno mes de junio aguardan en el norte de este país. Un país fascinante que, sin habérmelo propuesto, recorrí de punta a punta en dos viajes muy distintos de los que me he llevado una misma idea: Noruega es un país de cuento. En este caso, un cuento de Navidad.
Ha esta parte de Noruega si que la tengo yo ganas… La verd
… Por eso no me gusta poner mensajes desde el móvil… Continuo…
…. La verdad que el año que viene me gustaría ir porque dicen que va a ser un buen año para ver auroras boreales, pero claro, tendré que ir sin ver el sol de media noche…
La verdad que yo creo que también me rayaría si veo claridad por la noche. Con lo que me gusta a mi la noche, no se como llevaría yo eso. Pero es cierto que si vas en la otra época de año es una guarrada hacer turismo… Habrá que ir dos veces por allí para verlo de las dos formas :D
Un saludo!
Conste en acata que estos comentarios ya los había respondido la semana pasada, pero con el cambio de hosting se fueron todos al garete!
Resumo: A la luz nocturna hay que acostumbrarse… la verdad es que raya, pero tiene su magia!! A mi me encantó la sensación.. eso sí, ¡sólo para unos días!
Estoy contigo en que hay que ir en invierno para ver esas auroras boreales. Por lo que me han dicho todos los que han tenido el privilegio de verlas, debe ser algo único….
Un abrazo, Víctor!
Un viaje espectacular en muchos sentidos, fue un placer vivirlo con tan grata compañía :D
¡Y que lo digas, Pau! ¿Cuándo repetimos? :)
Para mí también es una zona a la que le tengo muchas ganas. Y más a la zona de Tromso y Alta, donde por lo visto son los mejores sitios para ver auroras boreales, en otras fechas, claro!
Quedamos esperando que nos cuentes todo del blogtrip.
Un saludo ;)
A ver si puedo empezar ya, Helena, que con el cambio de hosting me he visto obligada a tener esto parado… ¡allá vamos!
Desde luego que eso de que no se ponga el Sol y tener que dormir con la luz del día no me mola a mi nada, pero bueno es un precio a pagar por disfrutar de esas vistas :D
Es un poco raro, pero tiene su encanto, oiga! ;)