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Una boda musulmana-indonesia… de película

Cuando hace un año creé mi perfil en Couchsurfing, una de las primeras solicitudes de alojamiento que recibí fue la de Rahma, una chica de Indonesia que había estudiado en la Universidad de Southampton los dos últimos años y, antes de regresar a su país, quería hacer un viaje por su cuenta para visitar las ciudades más emblemáticas de Europa.

Aunque en su itinerario Madrid era sólo una ciudad de paso antes de ir a Barcelona, Rahma se quedó una noche en mi casa, y en las escasas horas que tenía para enseñarle la ciudad (pongamos de doce de la mañana a doce de la noche), ese día, mal que bien, conseguí llevarla de “excursión” por los lugares más pintorescos de la capital (Plaza Mayor, Puerta del Sol, Puerta de Alcalá, Parque del Retiro, Estadio del Bernabeu –por expresa petición suya-, étc) para que sacase algunas fotografías.

En una de las conversaciones que mantuvimos en un café Starbucks, Rahma me preguntó si tenía pareja. Al hacerle yo la misma pregunta, ella contestó que no, que nunca había tenido; pero que creía que dentro de poco se iba a casar, ya que sus padres estaban “en conversaciones” con la familia de uno de sus amigos. Tratándose de una chica de 25 años, “moderna”, estudiando en el extranjero, y viajando sola por Europa, esa respuesta, y sobre todo, la naturalidad con la que me lo dijo, me causo un gran impacto.

De entre todos los “couchsurfers” que recibí durante esos meses, Rahma fue una de las personas que más quedaron marcadas en mi memoria. Su simpatía, su sencillez, el choque de culturas (nunca había tenido a una chica de rodillas rezando en mi salón, extrañamente ataviada con una “falda” gris sobre los pantalones, mientras yo veía la televisión) y sobre todo, su curiosidad por saberlo todo de la historia y costumbres españolas, fueron detalles que hicieron que, en las escasas horas que compartimos, rápidamente se ganase mi simpatía; y por lo visto, yo también la suya.

A la mañana siguiente, le pedí que me escribiese en una hoja los lugares que no debería perderme en un hipotético futuro viaje a su país (algo que ella hizo concienzudamente, en un papel que todavía conservo) y mientras la acompañaba al metro, bromeé con la idea de que, tal vez, cuando fuese a verla, ya estaría casada. Ella, simplemente, sonrió; y tras darme un abrazo de los que llenan el alma, desapareció entre la muchedumbre del intercambiador de Moncloa.

Hará cosa de un mes, Rahma me escribió un mensaje en Facebook preguntándome cómo iba mi viaje y si iba a pasar por Indonesia. Cuando le dije que sí, y le pregunté si sería bien recibida en su casa, su respuesta fue “Por supuesto, pero intenta estar antes del 3 de Julio, porque estás invitada a mi boda. No olvides añadir mi boda a tu itinerario”. Ni que decir tiene que nada más leer su mensaje, me puse manos a la obra para buscar el billete de avión más económico a Jakarta.

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Fotografias de Rahma y Rifqy en la mesita de noche de su cuarto

Esa, brevemente, es la historia de cómo conocí y fui invitada a la boda de Rahma, y un ejemplo más de lo grande y pequeño que es este mundo. Quién me hubiese dicho a mí, hace un año, que la próxima vez que vería a esa chica menuda, con gafitas y Jilbab blanco cubriéndole la cabeza, sería vestida de novia… o, mejor dicho, de princesa.

Porque eso es lo que ha sido la boda de Rahma: una boda de cuento de hadas, una boda de película. Y por mucho que tanto ella como su familia me digan que ese tipo de fiesta, en Indonesia, es lo normal, me sigue costando creerlo. Una boda como a la que yo he asistido, de  casi 3000 personas (puede que hayan sido 2700, puede que hayan sido 4000… nadie lo sabe con exactitud), a mi juicio, no es en absoluto “normal”. Y el trato que, a todo esto, yo he recibido; precisamente yo, que ni pinchaba, ni cortaba, ni tenía vela en ese entierro (quiero decir… boda),  es algo para lo que no tengo palabras. Pero empecemos por el principio…

Llegué a Bandung el viernes a las tres de la tarde, luego de un viaje de cuatro horas desde Jakarta. Ya en el camino empecé a ser consciente de la expectación que despertaba mi llegaba, pues en esas cuatro horas recibí más de diez mensajes y llamadas de los amigos, el hermano, la tía, la madre y la propia Rahma, preguntándome cuanto me quedaba y a dónde me tenían que ir a buscar. Finalmente, los encargados de recogerme fueron el hermano y la tía; y nuestra primera parada, la casa de la novia.

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(Siento el corte, el tamaño de la habitacion no me permitia mas angulo)

Allí estaban sus padres, quienes nada más cruzar yo la puerta me ofrecieron comida de una enorme mesa llena de bandejas que habían preparado a disposición de los invitados que esos días se dejaban caer por la casa. Rahma, sin embargo, se encontraba en el salón de belleza, dándose masajes y preparándose para el gran día; así que esa tarde, muy a mi pesar, no pude saludarla. Lo que sí pude ver, no obstante, fue su antigua habitación de niña, ahora apenas equipada con un tocador y una cama de matrimonio en tonos dorados, donde la noche siguiente Rahma y su flamante marido habrían de “consumar” el matrimonio.

Espero que no esté mal visto si digo que, de vuelta al salón, fui el centro de atención de toda la familia. Las preguntas me llovían a pares, y yo también tuve la ocasión de hacer alguna, por ejemplo, qué era esa especie de “altar” montado frente a la puerta, que no había dejado de llamar mi atención desde que entré en la casa. Por lo que me contaron, esa misma mañana había tenido lugar, ahí mismo, una ceremonia en la que Rahma se despedía de sus padres antes de abandonar el hogar familiar para formar el suyo propio con su esposo. Al parecer, en esa ceremonia habían tenido que recoger las lágrimas con cubos y fregonas…

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El padre de la novia en el salon de casa

Al cabo de unas dos horas, la tía de Rahma me llevó a mi hotel. Y ahí vino la primera sorpresa de ese increíble fin de semana: no sólo me habían reservado habitación en un hotel de los que hace tiempo que no piso, sino que además tenía todos los gastos pagados. Absolutamente todo, incluso el coche con “chófer” que a las seis de la mañana me recogería en la puerta para llevarme a la mezquita. A esas alturas, yo ya me había quedado completamente muda…

A la mañana siguiente, a eso de las cinco, el chico de recepción apareció en mi habitación para traerme el desayuno. Y, como estaba previsto, a las seis en punto el coche estaba en la puerta esperándome. Pero no fue la mezquita nuestra primera parada: fuimos a casa de Rahma, y esta vez sí, su padre me permitió (casi debería decir “me obligó) subir al primer piso para saludar a su hija.

A través del reflejo del espejo del tocador, pude ver a la novia. Rodeada de un séquito de maquilladoras y peluqueras, e iluminada por las luces de los focos, en nada se parecía a la chica que yo había conocido un año atrás: parecía una estrella de cine. Sólo cuando sus ojos se encontraron con los míos, y su cara se iluminó con esa sonrisa suya tan característica (no es poesía, podréis comprobarlo en las fotos) pude, al fin, identificarla con la chica de las gafitas y el saco de dormir azul. Como no quería molestar, tras saludarla, regresé al salón; donde, mientras esperábamos, me ofrecieron un segundo desayuno a base de arroz, carne, pasteles….vamos, lo que se dice “un tentempié ligerito”.

A partir de ahí, todo sucedió muy deprisa, de modo que lo que voy a hacer es describir los acontecimientos esquemáticamente, y tal y como yo los viví; es decir, desde un punto de vista totalmente ignorante del protocolo de una boda musulmana-indonesia. A fin de cuentas, el único que puedo dar… Que, por otra parte, si fuese una entendida y me pusiese a explicarlo todo, ¡podríamos estar aquí hasta la semana que viene!

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Esperando a la novia…

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A la mezquita!

Los pocos invitados que estábamos en la casa a esas horas de la mañana (podrían reducirse a los testigos, los fotógrafos y yo) salimos a la calle a esperar a la novia. A los pocos minutos, Rahma apareció en la puerta acompañada de sus padres y su hermano, y antes de salir del hogar familiar, se detuvieron para rezar una oración. A continuación, la novia subió en su “Mercedes”, y todos los demás la seguimos, cada uno en nuestro coche.

Llegamos a la mezquita y, sin más preámbulos, Rahma desapareció por una puerta exterior que comunica directamente con una pequeña salita detrás del Mihrab (una salita que, “a lo cristiano”, sería el equivalente a la sacristía; en la cultura musulmana no sé…), donde supongo que tendría que hablar con el Imán y tal vez rezar algunas oraciones. Mientras tanto, su familia y yo nos quedamos en el patio esperando al novio y su familia. Y es que, básicamente, los asistentes a la ceremonia fueron las dos familias; se trató de un acto relativamente íntimo; ya que, como puede entenderse, no es sencillo dar cabida a 3000 personas en una mezquita tan modesta, y el resto llegaba directamente para la fiesta.

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Ayudando al abuelo octogenario a subir los escalones

A las ocho de la mañana en punto, hizo aparición Rifqy, el novio, acompañado por sus padres y su abuela. Exceptuando algunos “rapidillos” que ya habían entrado a la sala de oraciones para pillar sitio, los familiares de Rahma empezaron a situarse entonces formando un pasillo para recibir a la familia del novio, desde la puerta y bajo las arcadas del patio. La familia del novio hizo lo propio al final del pasillo, y tras Rifqy, sus padres y su abuela, se formó una larguísima cola con todos los familiares, cargados con los regalos de la dote simbólica de Rahma (perfumes, pañuelos, ropa y más accesorios de belleza, fundamentalmente).

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Pasillo humano

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El novio y su sequito

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Expectacion

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Cuando todos estuvieron preparados, el novio y su séquito comenzaron a caminar por el pasillo humano, hasta detenerse frente a los padres de Rahma. Ahí, tuvieron lugar una serie de discursos, por parte de familiares de uno y otro bando, de los que obviamente desconozco el contenido (barreras lingüísticas…), pero que hicieron que la madre de Rifqy soltase las primeras lagrimitas. Tras esto, los padres de Rahma, arroparon a Rifqy con un gran “pañuelo”, y le acompañaron hasta su lugar en la mezquita, seguidos por el resto de la familia. Todos los demás hicimos lo propio y buscamos un sitio para sentarnos.

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Uno de los discursos

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… que debia ser muy emotivo

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Los padres de Rahma llevan a Rifqy «al altar»

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Por su parte, la entrada de Rahma fue tan discreta que ni me enteré. Ni música, ni redoble de tambores, ni nada de nada. Apareció por la parte delantera, y sin más, se sentó junto al novio. Tan rápido, que ni tiempo tuve de hacerle una fotografía…

A partir de ahí, una larga ceremonia de casi hora y media, de la que sólo voy a destacar lo más llamativo:

En primer lugar, la oración inicial, interpretada por un primo del novio, y que me puso la piel de gallina. Gracias a Anggi, la mejor amiga de Rahma, he conseguido un video que intentare colgar entre hoy y manana (de momento se me resiste), para que os hagáis una idea del ambiente en la mezquita en esos momentos.

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Después de muchas lecturas por parte del Imán, y discursos de unos y de otros, el padre de Rahma y Rifqy se dieron la mano y, recitando unas cuantas frases protocolarias, sellaron el pacto según el cual Rahma dejaba de “pertenecer” a su padre, para estar bajo la protección de su esposo. Tras esto, intercambio de votos de los novios, cuyas manos sujetaban un objeto (traído por el cortejo de Rifqy junto con los regalos) que fui incapaz de identificar, pero que parecía una corona… Por ultimo, firma del contrato matrimonial, entrega de sus nuevos documentos de identidad, y pose para los fotógrafos.

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Adquiriendo los poderes de esposo y padre

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Intercambio de «votos» bajo la mirada de sus madres

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Frimando el contrato matrimonial

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Para finalizar, el momento más emotivo de toda la ceremonia sin lugar a dudas: Rahma y su marido se arrodillaron frente a sus padres para despedirse de ellos, y a continuación, cambiaron de posición para situarse frente a sus “nuevos padres” y rendirles respeto. Sólo una anotación: aquello fue un llorar y no parar. Desde el padre de Rahma, hasta el padre de Rifqy, pasando por los novios y, por supuesto, sus madres; todos mojaron pañuelo. La madre de Rifqy, muy especialmente, necesitó en más de un momento incluso que la agarrasen… ¡Más que una boda parecía un entierro! Como curiosidad, el intercambio de alianzas se hizo muy discretamente, casi en secreto, justo antes de posar para los fotógrafos. Unas fotografías que, entre lágrimas, mocos y ojos rojos, deben ser un documento digno de verse…

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Primero con los padres (no sabeis lo que fue eso)

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Cons los padres politicos

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Sonrian!

 

Tras la ceremonia, a eso de las diez, se ofreció a los invitados, en el patio de la mezquita, un desayuno completito: curries, patatas, arroz, pizza, pasteles, café, té… (¡¡¡ya vamos por el tercer desayuno del día!!!) y a juzgar por la manera de devorarlo, nadie diría que tan sólo una hora después tenía lugar la recepción y el banquete de verdad…

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Comidaaaaaaaaaaaa…!!!!

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Llegué al club social donde iba a tener lugar la fiesta un poquito antes que el resto de invitados, algo que me permitió sacar algunas fotografías a la sala antes de que fuese inundada por la marea de gente. Sólo cuando vi lo que allí había montado, empecé a vislumbrar la que se venía encima: nada de mesas redondas con centros de flores; tan sólo decenas de mostradores y cocineros aguardando la señal para ponerse a funcionar, y un enorme escenario en tonos dorados, con seis “tronos” presidiendo toda la sala: los de Rahma y Rifqy, y a ambos lados, los de sus padres.

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Libro de firmas

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Esta es solo la sala principal, habia muchas mas (con mucha mas comida)

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Lo de todos los dias, oiga…

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Este trio estuvo tocando las cuatro horas (eso si, nada de bailes)

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Al menos que se vea que yo estaba por ahi (foto cortesia de Anggi)

Cuando la sala ya se había llenado un poco, hizo aparición la pareja, precedida por unas muchachas arrojando pétalos de flores y escoltados por un “paje” que les cubría con una sombrilla. Y qué decir de la ropa… se habían cambiado, e iban espectacularmente vestidos con trajes típicos indonesios (concretamente, del sur de Sumatra, de donde es la familia de Rahma) en oro y verde. Los invitados rompieron en aplausos, y la familia al completo subió al escenario, a ocupar su lugar en el trono. Al menos, los padres; los novios bajaron una vez más, ya que Rahma todavía debía bailar la danza típica de su tierra, ante toda la concurrencia, y siempre bajo la atenta mirada de Rifqy.

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Quitandole las uñas postizas

Y, entonces, sí: se abren las bandejas, se ponen en marcha los fogones, y empieza el banquete. Como digo, no había mesas (algo comprensible teniendo en cuenta la cantidad de personas que se dejaron caer por ahí), únicamente unas pocas sillas a modo de refuerzo en algunas esquinas, donde los invitados aprovechaban para descansar un poco las piernas y así poder concentrarse en devorar la comida.

¡Y qué comida! ¡Y qué manera de devorar! No sé si fue primero el huevo o la gallina. Quiero decir: no sé si comían con esa pasión porque los alimentos eran de lujo, o si los alimentos cobraron tal protagonismo (recuerdo que era ya ¡¡la cuarta comida del día!! al menos para los que estuvimos en la casa…) porque se preveía que los invitados iban a arrasar con todo.

En cualquier caso, los platos que desfilaron ante mis ojos no tienen descripción posible. Fueron tantos, que ni por asomo pude probarlo todo: pollo con anacardos, ternera con chili, gofres con helado, bolas de pescado, puddings de chocolate, almendras o fresas, sopa de verduras, pollo teriyaki, pinchos “morunos”, ensalada de patata y fruta, kebabs…por citar sólo unos cuantos. Y los enumero en desorden, porque así fue cómo se comieron: nada más normal que ver a un hombre empezar por el gofre y el helado, para a continuación servirse un buen plato de pollo, arroz y pescado, y rematar la jugada con un buen pudding de chocolate.  Eso, si remataba la jugada, porque por lo que yo pude ver la gente no paró de comer en las casi cuatro horas que duró la recepción…

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Hombre, tu por aqui!

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Algunos invitados VIP, como esta niña de «Indonesian Idol»

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Y mientras tanto, los novios y sus padres, ¿qué? Pues encima del escenario, saludando a todos los invitados que hacían cola para felicitarles y hacerse la foto con ellos. Pobre Rahma… sólo verla ahí de pie, durante cuatro horas y sin probar bocado (juraría que ni siquiera la vi desaparecer para ir al baño), con esa corona que tenía pinta de pesar un quintal, hacía que, más que nada, lo que se sintiese por ella fuese una lástima tremenda. Eso sí, ella no perdió su deslumbrante sonrisa ni un solo momento.

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Y siguen, y siguen, y siguen pasando…

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Los cinco sentidos en el plato

Y esto ha sido, a grandes rasgos, la gran boda de Bandung. Con diferencia, la boda más increíble a la que haya asistido, y creo que asista en lo que me queda de vida. Nadie fue capaz de decirme cuántos invitados pasaron esa mañana por aquel salón, pero, como referencia, baste decir que se enviaron 1430 invitaciones dobles, y que si bien algunos puede que no asistiesen, muchos otros fueron con sus cinco hijos… De modo que la cifra de 3000 personas no es en absoluto descabellada. En dinero… soy incapaz de calcular lo que pudo costar. ¿Alguien se atreve?

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Las atenciones de Rahma y su familia no terminaron ahí. Al día siguiente, ella misma y su marido fueron a recogerme al hotel para llevarme a su casa, donde me ofrecieron nuevamente de comer y me llenaron de atenciones y regalos. Sí, sí… regalos. Yo creía que ya nada podría sorprenderme, pero Rahma y su madre, al parecer, debían pensar que todavía no habían hecho suficiente por mí, y me regalaron varios pañuelos, estuches y broches típicos de la isla de Java. Yo ya no sabía donde meterme…

Por la tarde, antes de que el autobús viniese a recogerme para llevarme a YogyakartaAnggi (la mejor amiga de la novia) me llevó de excursión por Bandung; una excursión rápida, ya que a los quince minutos de haber salido empezó a caer un aguacero que nos obligó a dar media vuelta en cuando el tráfico nos lo permitió. Una vez de nuevo en casa de Rahma, conversaciones y clases de inglés para todos sus primos y tíos, al parecer excitadísimos por tener entre ellos a una “western” a la que poder sacar fotografías y hacer preguntas.

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Anggi me llevo a comer (por si todavia me quedaba hambre) al «Kingdom of Meatballs» («El Reino de las Albondigas» toma ya!)

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Foto de familia

Cuando a las siete de la tarde llegó mi autobús, todos sin excepción salieron a la calle a despedirme y abrazarme, e incluso hubo alguna a la que se le escapó algún beso (Anggi, ¡qué chica tan dulce!). Me hicieron prometer que intentaría pasar de nuevo por Bandung cuando regresase de Bali, y yo les dije que si tenía tiempo, no lo dudasen.

Claro que me gustaría. Me encantaría poder regresar a Bandung, y ver de nuevo a Anggi y a esta encantadora familia. Como también me gustaría pasar por la nueva casa de Rahma y Rifqy, en la isla de Sumatra, que es donde van a vivir (con razon los padres de ambos lloraban tanto). Me encantaría. Y es que, si tengo que ser sincera, hacía mucho, mucho tiempo que no me costaba tanto despedirme de alguien…

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Nota: En el album muchas más fotografías, incluidas un par de ellas mías que no he metido aquí porque salgo fatal -sobre todo en comparación con la novia- y estropearían toda la entrada (bueno, y porque una también tiene su orgullo…!).

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18 comentarios en Una boda musulmana-indonesia… de película

  1. Gromit 7 julio, 2010 at 9:13 #

    Mmm…
    Curioso…
    Tiene pinta de molar… Envidiaca sana…
    Me alegro que tengas la oportunidad de vivir esto y contárnoslo…
    En fin…

  2. Anggi_Prima 7 julio, 2010 at 16:27 #

    Muy bien, Carmen!!!!!
    It’s an amazing diary..(although there’re some words that I couldn’t understand)..
    So full with detailed descriptions and good-angle pictures…
    Yeah…You’ll become a great journalist, Carmen…will be….^_^
    I’m waiting for your next stories…

  3. Destrozaflanes 8 julio, 2010 at 4:02 #

    Espectacular!!!! Sigue disfrutando y exprimiendo a tope esa experiencia. Besos neoyorkinos!! :)

  4. Rubén 8 julio, 2010 at 8:58 #

    Madre mía! Te había dejado en Vietnam (trabajar 10 días seguidos no es bueno, te quita tiempo y vida ;D), y todo lo que has visto desde entonces. Qué bonita la boda, los trajes, el salón…

  5. Emanuele 8 julio, 2010 at 10:42 #

    Incredibile, che spettacolo… non mi ci sottoporrei mai come sposo, ma come invitato deve essere un’esperienza unica :)

  6. riky 8 julio, 2010 at 18:02 #

    Que pasada de boda..menuda experiencia..pero de donde sale tanta gente? por Dios, y que manera de comer..de reverenciar la comida..y que puesta en escena.
    hay que tener mucha pasta para sufragar todo eso..en fin, una vivencia que te queda para siempre…

  7. LOURELLA 8 julio, 2010 at 19:41 #

    Dios no me estoy creyendo esta historia (…) Qué fuerte me parece!!! Ahí se ve hasta más fiesta que en el Bernabeu después de que ganase España a Alemania…

    Bueno, mis felicitaciones a la novia… Congratulations if you are reading this!!!You were so beautiful!!!

  8. MAMI 12 julio, 2010 at 17:05 #

    Yo como los de allí, no se si reir o llorar.
    ¡Que emocionante! Ademas el chico es mono, podia no haber sido así. ¡Si no le conocia!
    ¡Que experiencia!! algo realmente interesante.
    Me encanta todo.

  9. Diego 14 julio, 2010 at 16:53 #

    wow! alucinante historia! y alucinante la forma en que la contas, con lujos de detalles y fotos increibles!

  10. Brenda 2 agosto, 2010 at 23:15 #

    qué buena onda que nos prestes tus ojos, tus oídos y tu memoria. Me ha encantado tu blog y tus relatos-bitácora-experiencias… una abrazo donde estés.

  11. Antonio 10 agosto, 2010 at 15:14 #

    Apasionante, que bonito es vivir, y que pequeño y sencillo puede ser el mundo a veces. Y yo estaba por allí el 3 de julio concretmente en Bali.
    Para mí lo increíble no es la propia boda en sí, es como puede cambiar tu vida en tan sólo 1 día que conoces a una persona. Porque eso queda marcado para siempre.

  12. mami 17 enero, 2011 at 17:59 #

    La entrada mas bonita que has presentado. ¡Que suerte haber vivido algo semejante! ¡Que envidia! Ademas lo cuentas muy bien. (A mi lo de las bodas me gusta mucho. ja-ja) BESOS

    • Ku 18 enero, 2011 at 14:15 #

      Ya sé yo que éste es tu episodio preferido ;)

  13. Cesco 23 enero, 2011 at 12:29 #

    Una auténtica pasada la historia!
    Tendrá que haber sido un choque impresionante todo, tanto la ceremonia como las costumbres y una inevitable mezcla de sensaciones, ya que todo era muy emotivo, pero en el fondo no dejaban de ser 2 personas a las que les habían dicho con quien debían pasar el resto de sus vidas….
    Y en cuanto al recibimiento debió de ser una vergüenza terrible, de las que como dices «no saber donde meterse uno», ya que todo eso nació de una simple excursión por la capital jajaja

    PD: interesante reflexión entre la solemnidad de estas celebraciones con las españolas, en las que que a los 5 minutos están todos, puro en mano y corbata en la frente, cantando Paquito el chocolatero….por lo menos si se coincide en que los invitados arrasan con la comida !!

    • Ku 26 enero, 2011 at 23:44 #

      Me alegra mucho que te haya gustado! Como dices, fue toda una experiencia, algo que no se me va a olvidar jamás :D

  14. Gildo Kaldorana 28 junio, 2011 at 18:28 #

    Se nota la profesionalidad del/la fotograf@. Yo también tengo fotos de una boda javanesa, tres días de jolgorio y desenfreno aunque ……las mias…..jejejeje.
    Saludos, buen post y muy buenas fotos (envidia me dá).

    • Ku 29 junio, 2011 at 21:02 #

      Muchas gracias Gildo!! Aunque no creo merecer tanto elogio… ¡ya me gustaría a mi hacer buenas fotos de verdad! jeje De todas formas, muchas gracias!

      Un abrazo!!

  15. Loren 28 octubre, 2014 at 18:13 #

    Alucinante el artículo y la historia en sí misma. A partir de ahora añado este blog a mis favoritos. Ah! Además del parque de El Retiro, en Madrid hay uno más espectacular… Se llama El Capricho.

    Saludos!

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