De Siem Reap a Kompong Thom, una pequeña ciudad en el interior del país que, a decir verdad, no tiene un gran encanto. Tal vez por esto choque que le haya dedicado casi tres días, cuando uno hubiese sido más que suficiente para visitar los vecinos templos de Sambor Prei Kut, que es lo que me había llevado hasta allí.
Por lo que llevo visto, en Camboya una característica común en este tipo de núcleos urbanos es precisamente esa: su falta de atractivos. La misma Battambang (en teoría, segunda ciudad más importante del país), no se diferencia demasiado de la relativamente cercana Poipet, un pueblo fronterizo tan sólo frecuentado por viajeros en tránsito y tailandeses en busca de casinos donde apostar sus pequeños capitales*.
[Arte moderno y edificios de Kompong Thom.]
[Una de las estatuas más aceptables y discretas de la ciudad (hay cervatillos de plástico… yo no digo nada)]
Pese a cualquier cosa que pueda leerse en las guías (que si “destaca por su arquitectura colonial francesa”, que si “es un bello enclave a orillas de un río”…), lo cierto es que las ciudades y pueblos de Camboya se parecen mucho unos a otros: una gran calle principal sin ninguna gracia, dos o tres bares-restaurantes, un parquecito con estatuas de lo más kitch, el mercado de fruta y verdura, y poco más. De hecho, a mi parecer lo más bonito de cada pueblo se encuentra precisamente en las afueras, donde los edificios grises y sin personalidad dejan paso a casitas de bambú rodeadas de palmeras, y los vendedores de pantalones vaqueros son sustituidos por niños jugando a la puerta de sus hogares como Dios les trajo al mundo.
La primera impresión recibida al llegar a Kompong Thom no fue diferente, pero puede que precisamente por eso decidiese quedarme un poco más: al comprobar que me causaba el mismo impacto pasear una tarde por la ciudad, que pasar de largo por ella y verla desde la ventana del autobús, podría decirse que sentí casi la necesidad de dedicarle más tiempo, de profundizar algo más en ella y en sus habitantes, para ver si se me estaba escapando algo.
[¿Algo para picar?]
[Clases de aerobic colectivas en el parque.]
Ahora sí, tras tres días en Kompong Thom, puedo afirmar que la cosa no cambia mucho dedicándole tres días en lugar de dos. Las ciudades de Camboya (al contrario, por ejemplo, que las indias, donde el segundo día la gente te saluda por la calle, te familiarizabas con sus esquinas y, en definitiva, te sientes un poco “en casa”) son… impersonales. Si tuviese que definir mis impresiones de alguna forma, diría que la sensación que me trasmiten es la de ser “ciudades dormitorio”, sin ninguna vida, incluso algo vulgares. Tal vez la explicación deba buscarse en que se trata de ciudades, como tal, muy jóvenes; bien porque su desarrollo se detuvo en los años bajo el dominio de los Jemeres Rojos; bien porque se empezaron a construir tras su caída; y ya se sabe: “sin historia, no hay misterio, y sin misterio, una ciudad no es ni siquiera del todo real”**.
En relación a esto, me gustaría comentar otro tema que lleva llamando mi atención desde que llegué, y que a medida que pasan los días no sólo no deja de chocarme, sino que cada vez me impresiona más: la edad de los camboyanos.
Antes de venir, había leído que en Camboya un 40% de la población es menor de 15 años, y un 70% no supera los 30. En ese momento no hice mucho caso, pero una vez aquí, cuando paseas por la calle, es algo realmente llamativo: apenas hay ancianos. Todo el mundo es muy joven, no se ven más que chiquillos y adolescentes por todas partes; adultos, en menor medida (de los cuales, por desgracia, una gran parte sufre algún tipo de mutilación), y en lo que respecta a los abuelos… ¡no se ve ni uno! Incluso los negocios, hoteles y bares son llevados por chavales de no más de 20. Es como si éste país tuviese una generación fantasma… Y, de hecho, así es.
[Peligrosa jauría tras la verja del colegio, deseando volver a casa.]
En cualquier caso, lo cierto es que he disfrutado de estos tres días en Kompong Thom. Entre pasear de un lado a otro, sentarme en el “bar de siempre” a leer mis libros y observar la fauna, y asistir a un concurso de talentos local (qué graciosos son estos asiáticos, les das un micrófono y se vuelven locos), se me ha pasado el tiempo volando.
[El «Perales» de Kompong Thom.]
[Me pregunto si el jurado tendría la misma sensación que yo (que todos cantaban la misma canción)]
En cuanto a Sambor Prei Kut, qué queréis que os diga: viniendo de Siem Reap, sabe a poco. Se trata de un conjunto de templos anteriores a Angkor (hasta los que me desplacé en autostop; algo, por cierto, realmente difícil de hacer en este país: ya sea porque pocas personas tienen coche, porque los que lo tienen no te paran, o porque los que te paran no entienden ni una palabra de inglés), situados en medio de un bosque, donde estuve absoluta y completamente sola.
Como digo, los templos en sí mismos, algo decepcionantes, pero hay que reconocer que el paraje es de ensueño y, el tenerlo sólo para mí, todo un privilegio, ¡incluso en algún momento me sentí una pequeña exploradora!
[Autostop a los templos.]
[Sambor Prei Kut.]
No obstante, no puedo obviar una pequeña “crisis” que tuve cuando, en mitad del bosque, sola como una lechuza y rodeada de cráteres ocasionados por el impacto de las bombas durante la guerra, me vino a la mente un dato que había leído antes de desplazarme hasta allí: la región en la que me encontraba, Preah Vihear, es de las más peligrosas por el número de minas antipersona que aún se esconden en sus campos y bosques, lo que hizo que, en un determinado momento, cuando caí en ello, me quedase en mitad de un claro sin atreverme a dar un paso en ninguna dirección, presa de un ataque de pánico… en fin.
[Momento de crisis.]
Exprimido al máximo Kompong Thom, el dilema: ¿hacia dónde ir a continuación? Mi plan inicial era acercarme hasta Ratanakiri, una provincia al nordeste de Camboya, de difícil acceso por el estado de sus caminos y famosa por sus bellezas naturales, sus minorías étnicas y los trekkings que allí pueden realizarse.
Sin embargo, debo reconocer que llevaba ya algún tiempo (desde que regresé de Birmania, más o menos), sintiéndome muy, muy cansada. Son ya cinco meses viajando, en los que no me he concedido ningún respiro (a excepción de aquella parada de cuatro días en Goa, hace ya meses), y si tengo que ser sincera, todo este “tute”, sobre todo en el último mes -que ha sido realmente intenso en cuanto a caminatas, palizas y un calor de justicia-, ha ido sumando peso en mi espalda, bastante cargada ya con mis dos mochilas de casi 20 kilos que cada día parecen pesar más y más.
¡No me quejo! Estoy disfrutando y aprovechando cada momento, pero una cosa es que lo haga con alegría y porque quiero, y otra muy diferente que mi cuerpo sea capaz de afrontar este desgaste físico continuo sin quejarse al cabo de un tiempo. Así pues, tras meditarlo un poco, tomé una determinación: dejar Ratanakiri para otra ocasión, y concederme un pequeño descanso en la costa camboyana. Esta vez sí, me lo merecía.
[En camión casi hasta Sihanoukville, ¡ahí es nada!]
[Primera mañana en la playa: amanecer, 5 a.m., y el agua a 30 grados]
Así que los últimos tres días los he pasado en las playas de Sihanoukville a la sombra de una palmera, ¡olé! Pero tampoco penséis que he perdido el tiempo: tenía tal acumulación de libros que quería leer antes de desplazarme a Phnom Penh, que no he hecho otra cosa más que eso: leer, leer, leer y tomar notas. Bueno… y darme un bañito de vez en cuando ¡qué menos!
En cualquier caso, tampoco debe menospreciarse el potencial “informativo” de este sitio únicamente porque se trate de un lugar lúdico: sigue siendo Camboya, y los personajes que aquí he visto y la cara del país que esta zona me ha mostrado, posiblemente no se vea en ningún otro sitio: domingueros camboyanos que vienen a pasar el fin de semana en la playa, y con quienes he compartido unos ratos divertidísimos; turismo sexual (chicas preciosas y viagra a 9’90 en todos los supermercados: «¡Vente a Camboya a morir!»), explotación infantil (muy llamativo: cuarenta niños vendiendo las mismas pulseras bajo un sol abrasador, que salen corriendo, blancos como la cera, si les preguntas dónde está su jefe), y barbacoas de marisco y pescado fresco a 3 dólares. En definitiva, un poco de todo: lo bueno, y lo malo.
[Simpáticos domingueros.]
[Depilación de raíz con hilo dental (esto sí es nuevo para mí)]
[Uno de tantos.]
[Cinco por 1$]
Y ahora sí: tras tres días de merecido descanso, a la ruta de nuevo. Acabo de llegar a Phnom Penh, y en cuanto me quite de en medio la necesaria visita a la embajada de Vietnam para tramitar el visado, me lanzaré a la calle y, sobre todo, a sus museos. Sé que suelo decirlo siempre, pero tengo muchísimas expectativas puestas en esta ciudad. De hecho, si no me he quedado un día más en la playa (que tampoco hubiese pasado nada por descansar cuatro días en lugar de tres), es porque no podía esperar a venir y ver por mis propios ojos algunas de las cosas sobre las que he leído.
Puede que esta entrada os haya parecido algo “flojita”. Qué se le va a hacer… desventajas del directo: cuando el presentador tiene que ir al servicio, se hace necesario dar paso a la publicidad. Ahora que regreso con energías renovadas, espero estar a la altura de todo lo que queda por contar (¡o más o menos! en mi línea, como siempre, ¡je!).
[Cristiano Ronaldo (o eso me dijo él)]
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* Sobre este punto considero necesario señalar, por si no lo he hecho antes, que en Tailandia el juego está prohibido, de modo que los casinos se aglutinan en las fronteras de los países vecinos.
** Esta frase no es mía, la dijo un hombre infinitamente más inteligente que yo, pero como se corresponde perfectamente a lo que yo pienso, me la apropio, ea.
Mmm…
Curioso…
Yo me hubiera quedado aún más tiempo en la playita… Comiendo marisquito… Ñam ñam ñam…
Pero como dicen por ahí, el show debe continuar…
¡Besos!
Para que avergonzarse de descansar en una playa de paraiso en tierra.. viajar es conocer y descubrir, claro, pero tambieén gozar de la belleza del mundo y disfrutar, de vez en cuando, de un poco de sombra, agua calientita, unos mariscos frescos…
besotes!
Me deja mosqueada la «depilación al hilo dental»….Y, de entrada floja, nada! Es una gozada leer tus crónicas! Mucho ánimo, y no dejes de informarnos porque estamos «absolutamente enganchados»!!
Ay Carmencita!! Pero quien te ha dicho a tí que una playa paradisíaca no signifique «ver mundo»? Que no todo es caminar 50 km a 40º a la sombra. Ya se te echaba de menos, llevaba varios dias entrando para ver si actualizabas.
Merecido relax, y ahora, vuelta al ataque.
Besitos desde Valencia, Laia
Un descanso mas que merecido…Esperamos con interés la crónica desde Phnom Penh
y que la Capital, cumpla todas tus expectativas..
Un Besote!
Y ahora pregunto yo… ¿tienes videos del Perales camboyano? Ya sabes cómo gustamos de ver videos de grandes artistas de esa índole ;) Qué bonitas las playas, qué mal rollo las minas antipersona, y la duda pululándome por la cabeza de si he visto o no en España Directo que el origen de la depilación por hilo está en la India… Algo así me viene a la mente!
Voy a tener que imprimir tus textos de Camboya para leerlo tranquilamente la semana que viene que podre.
Muy curioso lo de la población, alli no tendran problemas para cobrar las pensiones jajaja Y lo del descanso, pues es normal que necesites tiempo para estar tranquila en algún sitio… sin tener que pensar hacia donde ir al dia siguiente.
Me va apeteciendo algo para picar, después de ver la foto ;)
PD: Me vuelvo al curro.
Has utilizado la palabra Kitch. Gracias, se me han saltado las lágrimas (además de tener una birra pagada en Barcelona cuando quieras tienes también una cenita. Alguien que sabe de categorias estéticas merece mucho tiempo :) ).
Muy mal, muy mal lo de las minas, Carmen. Pero bueno, experiencias al fin y al cabo. Lo bueno es que no hay nada que lamentar y de coña lo de los tres dias. Yo notaba raro eso, que vieras mil cosas y hablaras con gente y aprendieras y no hubiera un momento de poso para ir creando estratos.
Cuídate muchísimo y ánimo. Te leo. Un beso!!!
La playa genial, ¡Que envidia!, ¡¡Con lo malo que hace en cantabria!! estamos a 14 de mayo y no para de llover. Esta mañana 7 grados ( despues subio un poco) Un asco.
Me pongo loca con lo de las minas ¡ten cuidado!
Me encanta la depilacion con hilo dental. La quiero. Aprende.
bessitossss.tq.
Perales! ajajajaj
dios mio y caiste en la cuenta de donde estabas,una vez alli! Ku que quiero seguir poniendo postales en la nevera,no la lies parda!!
a y ya nos odias a ver enviado unos senza parole…me recuerdan a los de la Ngapali (playa de Myanmar) comiamos langostas todos los dias!y por una mierda de dinero…
Queda poco para tu cumple y te estamos preparando una recaudacion.(lo que te dije que te iba a mandar,no te lo mande porque lo tengo en el bote de tu cumple XDD) AJAJA
Bueno solo me queda decirte…ÁNIMO y Sigue adelante,de volver a casa nada,que una vez aqui ya no puedes volver!