Micrófono en mano, bebiendo cerveza caliente, con el pelo alborotado y las medias de color (ye-ye)… ¿Cómo acabamos así?
Todo empezó en Filipinas, mucho antes de plantearnos siquiera viajar a Vietnam.
Volví a Vietnam por mi hermana. Ya he comentado que en los cinco años que habían pasado desde mi primer viaje al país había ido alimentando unas ganas cada vez mayores de regresar, pero sí lo hice ahora y no en otro momento fue por mi hermana.
El pasado septiembre Marina entró a hacer sus prácticas en el hotel Pilgrimage Village de Hue, y para entonces, todavía en Filipinas, yo llevaba tres meses sin verla. La idea empezó a tomar forma. Al fin y al cabo no estábamos «tan» lejos, y para volar a India (donde en noviembre guiaría a dos grupos de Panipuris) tenía que pasar necesariamente por Bangkok… Además, precisamente Hue había sido la ciudad que en mi primer viaje a Vietnam menos había tenido la oportunidad de conocer, ya que cuando pasé por allí llovió lo que no está escrito. No por nada a la entrada que escribí sobre mi estancia en ella la titulé «Catastrófico Hue» (¿Exagerada yo? ¡Qué va!).
[Y en Filipinas me estaba muriendo de hambre -eso ya lo sabéis- y para mí este BANQUETE vegetariano con el que fuimos recibidos en Hue bien merece un viajecito.]
Parecía que el destino me estuviese indicando que este era el momento de darle esa segunda oportunidad que tantas veces había barruntado, de modo que, sin pensarlo demasiado, en Vietnam nos plantamos. Primero fue el reencuentro con Saigón, después unos placenteros días en el Delta del Mekong practicando un poco de slow travel, y tras comprobar que Hoi An sigue tan romántica (y turística) como siempre, llegamos a Hue.
Nuestro hogar en Hue
El Hotel Pilgrimage Village donde se encuentra Marina me pareció desde el primer momento un lugar especial. No tanto por las instalaciones, que son las que se esperan de un hotel de esa categoría, sino sobre todo por la gente que trabaja en él. Y no lo digo porque mi hermana sea ahora uno de ellos ;)
[Una de ellas no es vietnamita.]
Lo primero que nos recibió al bajar del taxi fueron las sonrisas de Lan, Mai, Thuy y Ngoc, cuatro risueñas jovencitas, casi más emocionadas por nuestra visita que la propia Marina, que sobrepasando el papel que les tocaba desempeñar fueron unas excelentes anfitrionas tanto dentro de Pilgrimage Village como fuera de sus fronteras.
En cuanto al hotel, es una maravilla. Uno de esos que puedes recomendar sin miedo a equivocarte, porque además de ser un lujo, es un lujo bastante accesible. Siempre que no te decantes por una de las villas con piscina privada, claro (merece la pena echarles un vistazo, aunque solo sea por soñar despierto).
[De todas formas, por piscina no va a ser.]
El bungalow donde nosotros nos alojamos, sin llegar a esos extremos, era una preciosidad, con un baño casi más grande que la propia habitación, y lo que se convertiría en mi obsesión durante aquellos tres días: una ducha exterior en el jardincito, de modo que mientras te duchas (desnudo al aire libre, lo que le da un puntillo) escuchas a los pájaros cantar y la brisa te roza bajo el agua caliente. Tengo que decirlo: ES LO MÁS. En mi ranking top ten de experiencias (y mira que a priori es una tontería) queda esa laaarga ducha con agua bien caliente que me di tras un día de turisteo bajo un aguacero implacable, mientras alrededor de mi se caía el mundo. (Nota: De verdad, si no lo habéis probado, tenéis que hacerlo. Aunque desde el momento en que lo hagáis vuestra vida no volverá a ser igual y miraréis a vuestra aburrida ducha de siempre con desprecio.)
Porque sí: en «ésta mi segunda estancia» en Hue volvió a llover lo que no está escrito. Y mira que en esta ocasión he viajado en una época completamente diferente (la primera fue en junio). Parece que la ciudad tuviese una maldición con la climatología. O yo con Hue (?). Aun así, disfrutamos.
Revisitando Hue
[Al mal tiempo, buena cara.]
Visitamos la Ciudadela, que yo ya conocía de mi viaje anterior y de la que entonces no pude sacar muchas fotografías porque cayó un diluvio y (para rematar) mi cámara se quedó sin batería. En esta ocasión fui bien provista de baterías, pero cayó un diluvio igual. Algo alucinante; al final tuvimos que irnos porque no se podía caminar. En el único ratito donde el cielo concedió una pequeña tregua pude tomar un par de fotos, pero tampoco tienen mucho que mostrar. Como dije hace cinco años, para «ver» algo de la Ciudad Púrpura Prohibida de Hue hace falta un buen ejercicio de imaginación.
[En el corazón de la Ciudad Púrpura Prohibida.]
[Este dragón dorado con pinta de plastico malo ya me llamó la atención en 2010 y todavía no sé por qué lo han puesto ahí. Solo por haber resistido en el mismo sitio los últimos cinco años merece salir.]
Ese día llovió muchísimo. Lluvia de la que duele, de la que te hace esconder la cabeza entre los hombros y andar con pasos cortos y rápidos, aunque sabes que te vas a mojar igual. Para pasar ese rato fuimos al mercado Dong Ba. Gracias a dios siempre nos quedarán los mercados; laberínticos, bulliciosos, una exposición viva de usos y costumbres.
Y después, la ducha exterior con agua caliente bajo la lluvia ♥
Una de siete Tumbas Imperiales
El último día nos sorprendió con sol y tuvimos tiempo de hacer una última visita antes de tomar nuestro autobús nocturno a Hanoi. Elegimos la tumba imperial de Khai Dinh por su cercanía al hotel y creo que acertamos. Es espectacular (según dicen, la más majestuosa de Vietnam) y su sola visita nos llevó toda la mañana. Nos gusta viajar despacio.
[Dicen que la Historia la escriben los vencedores, pero a veces es… «cruel». Si no, que se lo digan a Khai Dinh: once años para levantar tu última morada, hacerte rodear de estatuas-guardaespaldas a lo Qin Shi Huang, subir los impuestos de tu pueblo un 30% para poder afrontar el caprichito… Y que el comentario más repetido entre los turistas durante la visita sea que eras enano. ¡Ja!]
Cierto es que podíamos haber apurado para ver un par de cosas más, pero para qué mentir, también nos apetecía disfrutar un poco de la piscina del hotel. Además, para entonces yo ya lo tenía claro: aunque hubiésemos visitado una tumba más, aún nos quedarían cinco y muchas otras cosas por ver. Ya he asumido que Hue lo voy a ir conociendo poquito a poquito, cada vez que venga, porque seguro que vuelvo. Una ciudad que en principio no significaba nada para mí, sin pretenderlo se ha introducido en mi vida, al parecer, para quedarse.
Fiebre del sábado noche (a la vietnamita)
Lo mejor que me llevo de Hue no es el banquete de bienvenida, ni la revisita a la Ciudadela, ni la tumba del pequeñín. Lo mejor que me llevo de Hue es la ducha exterior de mi habitación.
Que no, es broma (ejem).
Lo mejor que me llevo de Hue son los recuerdos de ese sábado noche, el día antes de nuestra partida, cuando las amigas de mi hermana nos «sacaron» a conocer la vida nocturna de la ciudad.
Decía que todo empezó en Filipinas porque en el archipiélago el karaoke (o videoke, como lo llaman allí) también es entretenimiento nacional, y yo por unas y por otras me quedé con ganas de probar. En Vietnam no iba a ocurrirme lo mismo. Lo que yo no sabía es que ese mismo entretenimiento puede tener muy diferentes enfoques según el país.
[A comernos la noche.]
Mientras en Filipinas el videoke está presente en todos los bares (y hogares), el alcohol corre entre canción y canción (¡cómo beben los filipinos!) y todo el mundo puede unirse a la celebración, en Vietnam es algo que se hace entre amigos. Muy entre amigos. Tan entre amigos que tú llegas con tu moto a una calle enteramente dedicada a este tipo de establecimientos (lo que parece vaticinar una fiesta loca), aparcas tu vehículo en el garaje que hay dentro del mismo edificio (por lo que tienes cero contacto con el resto de jóvenes que han salido para divertirse igual que tú) y de ahí pasas a una sala privada donde ya no vas a ver a nadie más que a los cinco o seis amigos con los que has salido. Creo que luego se quejan de que no ligan. Es complicado, sí. Y una pena, teniendo en cuenta lo guapas que se ponen para salir y lo poco que les cunde.
Pero lo pasamos genial. Al principio estábamos cortados, todo hay que decirlo. El 99% de las canciones ofrecidas en el catálogo son en lengua vietnamita y la única bebida alcoholica que se sirve para animar al personal es cerveza caliente con unos pocos hielos que se terminan en la primera lata. Creo que nuestros amigos quedaron asustados de la cantidad de cervezas que fuimos capaces de beber en las tres horas que permanecimos allí (ellos no bebieron nada), con la música a todo volumen y el aire acondicionado a temperatura glaciar. Si te alejabas del altavoz, te comías todo el aire y morías de frío. Si te alejabas del aire, te comías el altavoz y tus tímpanos explotaban. La cerveza, aún caliente, era necesaria.
¿Cómo terminó eso? Así:
Creo que no hace falta añadir más.
[Si vais, podéis saludar a Marina de mi parte. Seguro que os trata bien ;) Estará allí en principio hasta junio de 2015. Luego quién sabe lo que puede pasar…]
Si algún día voy a Hue (ojalá!) me acordaré de este hotel. Viajamos siempre en plan mochilero y a tope, pero un día de relax no viene mal para no perder la cabeza.
Tu hermana es muy guapa, se le ve buena chica, y se ve que os queréis, yo también tengo una hermana (10 años más joven que yo), que hace poquito voló a Múnich para ver a una amiga, y que ha vuelto tan encantada… que me la voy a tener que llevar a algún lado. Creo que ahora entiende un poco más mi fiebre viajera.
Un abrazo muy fuerte, me alegra mucho leerte!
¡Hola Ivy!
Con mucho retraso, llega mi respuesta. Claro que te tienes que llevar a tu hermana de viaje, yo con la mía ya tengo planes y estoy deseando que llegue el momento. Por ahora la prueba de viajar unos días juntas en Vietnam salió bien, ¡habrá que ver qué ocurre en un viaje más largo!
Un fuerte abrazo!
Muchas Gracias Ku!! ;)
Me alegra mucho que lo hayas disfrutado tanto como yo!!!
Conclusión: Hay que repetir!!
Me encantaría recibir a alguien que conozca el hotel por este post! me hará mucha ilusión!! jaja
La próxima…India? :P
Ya no queda nada!!!! ( «A Belén Pastores..»)
Lo pasamos genial. Tengo muchas ganas de que llegue ese esperado viaje a India juntas. ¡De este año no pasa!
Suerte en tu nueva etapa en el Pilgrimage, y da saludos a tus amigas!
Pero te ha gustado la ducha exterior o no? No me queda claro…
¡Que bonita experiencia va a vivir tu hermana! Seguro que ha sido raro-raro veros allí :)
(En la foto del karaoke estas mirando si había ducha exterior?!)
Un bacio bella!!
¡Jajajajaja!
¿Ducha exterior? ¿Qué ducha exterior? No sé de qué me hablas…
PD: La echo de menos. A la ducha, no a mi hermana :P
La lluvia nunca me gusta pero todo lo demas si. Espero ir pronto al pais y a el hotel. Acompañada de quienes ellos ya saben
Ya no queda nada para que vayáis :D
Pero que hermana más guapa tienes Carmen :D
Yo sí tuve mucha suerte con el tiempo que hizo cuando visité Hué y es una ciudad que me encantó, para mí fue toda una sorpresa, pues ya sabes que todas las miradas se las llevan Hanoi y Saigón.
Sé que Sele también tuvo suerte. Debo ser yo la gafe, jeje. A pesar de ello, Hué me gustó mucho. Aún me quedan muchas cosas por ver, así que seguro que vuelvo…
Muy buenos contenido me encanta vuestro blog como Guia
¡Qué mala suerte que te lloviera las dos veces! Yo disfruté muchísimo de Hue bajo un sol de justicia. ¡Increíble!
¡Qué suerte!