Varios grupos de senderistas ascienden fatigosamente por el Camino de la Serpiente. Nosotros, desde el funicular, no podemos evitar sonreírnos imaginando la conversación que tendrán al llegar a la cima. “¿A qué altitud estamos, Pepe?” “Ufff… ¡unos 50 o 60 metros!”.
Y es que la fortaleza de Masada, el lugar hacia el que nos dirigimos, se encuentra en un macizo que se eleva unos 450 metros sobre el nivel del mar… Muerto; la mayor depresión sobre la superficie terrestre, 430 metros por debajo del mar «vivo». Vamos: el mar normal, el que toda la vida nos ha servido como referente para medir altitudes.
Al salir de la cabina y contemplar por primera vez los restos de la antigua ciudad, el primer pensamiento que se me pasa por la mente es: “Hay que estar loco para vivir aquí”. Acto seguido, giro la cabeza para encontrarme de bruces con el árido Desierto de Judea, rematado, en el punto donde debería unirse con el horizonte, por las aguas turquesas del Mar Muerto. Como una nota de frescura y (sí, es irónico) “vida” en medio de tan desolador paisaje.
Pero no, no nos engañemos; que la vista, si bien es impresionante, no compensa el bochorno que en esos momentos estoy sufriendo. ¡Y apenas llevo unos minutos! Ese primer pensamiento vuelve a mi cabeza tan rápido como la había abandonado ante la onírica imagen del mar. “¡Hay que estar muy loco para vivir aquí!”.
Herodes “el Grande” no debía pensar lo mismo. Fue él quien, en el año I a.C, mandó construir no sólo la fortaleza, a la que dotó de todas las comodidades imaginables, sino también un gran palacio junto a la misma en el que se instaló con su familia.
Pero no es esta parte de la historia la que ha hecho famosa Masada. Tras la muerte de Herodes y la posterior ocupación de la fortaleza por los romanos, Masada fue tomada por un grupo de rebeldes sicarios (una división de los zelotes) que se instalaron en ella con unas provisiones de agua (gracias a un avanzado sistema de canales que transportaban el preciado líquido hasta lo alto del macizo) y víveres que les auguraban una resistencia de varias décadas.
Ante semejante provocación, los romanos (que como la cultura popular se ha encargado de enseñarnos, “estaban muy locos”) decidieron montar un campamento en la falda de la montaña, y no moverse de ahí hasta que diesen con la manera de recuperar la fortificación. Casi un año pasó hasta que consiguieron montar una enorme rampa, de 196 metros de base y un 51% de pendiente, que les pemitió llegar hasta lo alto del macizo, donde construyeron una torre de asedio.
Previendo que su fin se acercaba, los habitantes de Masada decidieron hacer suya la frase “mejor morir de pié, que vivir arrodillado”, y antes de dejarse atrapar por los romanos (que a buen seguro les convertirían en esclavos), planificaron un suicidio masivo que en menos de una noche no dejó títere con cabeza entre las aproximadamente mil personas que, según se calcula, vivían en la fortaleza por aquel entonces.
Se hizo un sorteo según el cual diez hombres se encargarían de matar a los padres de familia, quienes antes habrían tenido como desagradable misión asesinar a su propia mujer e hijos. Una vez hecho esto, uno de esos diez debería matar a sus nueve compañeros, para después suicidarse, no sin antes prender fuego a toda la fortaleza… excepto a los almacenes de comida. Ya sabéis: para que no quedase la menor duda (si eso fuese posible) de que la apocalíptica decisión no había sido tomada en un día tonto, porque andaban escasos de pan.
Cuánto habrá de verdad y cuándo de leyenda en las palabras de Flavio Josefo es algo que quizá nunca pueda saberse a ciencia cierta. Pero los ostracones con los nombres están ahí. Y lo cierto es que, cuando uno conoce la historia (nótese el uso de minúscula), mira con otros ojos Masada.
El broche final a nuestro viaje por Israel lo puso un divertidísimo recorrido en 4×4 por el Desierto de Judea, que tuvo como colofón un placentero baño en las aguas del Mar Muerto (placentero hasta que el agua se te mete en todos los orificios de la cabeza… Entonces ha llegado el momento de salir corriendo).
Estas actividades son un tanto difíciles de transmitir si no se viven en carne propia, de modo que os dejo con las fotografías, que si bien no hacen justicia a la belleza de los paisajes, podrán daros una idea de por qué los cinco integrantes de este #minubetrip convenimos en que fue una de las mejores partes del viaje. Espero que os gusten :D
Que típico lo del 4X4 jejejeje… La verdad que es un momento divertido y que yo en Túnez no me pude aguantar y le pedí los mando a nuestro conductor jejejeje… pero tranquí… que no volcamos jejeje.
La verdad que el desierto de judea tiene un paisaje impresionante con el contraste del mar muerto… Espero poder visitarlo algún día.
Como va tu viaje???
Un saludo!
A mí me encantó Masada me pareció algo increíble que lograran sobrevivir tanta gente en un lugar tan inóspito y árido. Que lograran cultivar alimentos frescos y agua suficiente como para incluso no perder la costumbre de tener baños públicos!!!
Impresionante!!
La verdad es que son unos paisajes que impresionan, con el Mar Muerto de fondo y el desierto que lo ocupa todo. Nunca he estado por allí, pero me encantaría poderlo visitar algún día :)
¡Qué chulo!
Pese a lo tortuoso de la historia, me ha hecho gracia lo del megasuicidio colectivo, al menos, tu forma de contarlo… Interesante historia.
Un saludo y pásalo bien en tu actual viaje ;)
Hola Helena veo que coincidimos siguiendo algunos blogs no me extraña tenemos gustos parecidos, estoy preparando un top 10 sobre blogueros que han dado la vuelto al mundo y me estoy documentando para http://losmejorestop10.blogspot.com
Un saludo
Qué sitio más chulo pese a que no se ve ni un alma.
@Víctor: Nosotros no tuvimos la oportunidad de conducir… pero tampoco lo pedimos, jejeje, ¡estábamos demasiado ocupados maravillándonos ante el paisaje! Es un sitio espectacular, de verdad! Mi viaje va viento en popa a toda vela :D Dentro de un par de días empezaré a contar mis primeras impresiones en San Petersburgo, ¡me está gustando mucho! Un beso muy fuerte!!
@JD: Esa es la palabra: un lugar IMPRESIONANTE :D Aunque a mi (bueno, creo que esto ya lo he dejado claro, je) lo que verdaderamente me impresionó no fue que lograsen sobrevivir, sino que alguien realmenete quisiese VIVIR en este sitio, ¡agobiante! Aunque por lo que parece, no les faltaba de nada… Un abrazo!
@Zanahoria: antes de nada: ¡bienvenido! Seguro que pronto puedes verlo con tus propios ojos :) si no está en tu lista, añádelo ya porque te va a alucinar!!
@Helena: Jajajaja, esa era la intención: darle un toque cómico… Es que la historia se las trae! Lo que se me ha olvidado decir es que, según la documentación que se ha encontrado, al parecer sobrevivieron 5 personas… un par de mujeres y tres niños, si no recuerdo mal. Dicen que los soldados romanos les dejaron libres, asombrados ante la valentía del pueblo… ¡quién sabe!
@Pau: Jajajaja, Pachin siempre conciso y directo! :D Sí, es un lugar verdaderamente inhóspito… pero tiene su aquel! Un besazo!!!
Nos maravillamos tanto o más ante los desiertos que ante los paisajes llenos de verde y agua. Alguien debería estudiar eso.
jajajajaja, ¿estudiarlo? ¿por qué? Cada cosa tiene su encanto… :P
¡Carmen!
Lo prometido es deuda…¡ya he empezado a leer tus entradas sobre Israel! De momento voy a empaparme bien para preparar mi viaje de Octubre, seguro que me surgirán dudas y preguntas con las que darte deberes, ¡gracias de antemano por compartir!
¡Un abrazo, viajera!
Marita
¡No hay de qué, Marita!
Dime cualquier duda que tengas, estaré encantada de ayudarte :)
¡Un abrazo!
Gracias por compartir tus maravillosos viajes, yo no puedo viajar por ahora pero con tu experiencia viajo a través de tus líneas.
Te felicito.
Dios te Bendiga
Todos estos lugares están cargados de cultura y de historia, imagino que ese es su mayor atractivo. Muy lindas tus fotos gracias por compartirlas