Esta va a ser una entrada breve para poneros rápidamente al día de lo que he hecho hasta ahora. Ha pasado una semana desde la última vez que escribí; unos días en los que no he dejado de moverme de un lugar a otro del Valle de Kathmandu, y he de decir que si no he escrito antes no ha sido por falta de ganas.
Como vengo diciendo desde que estoy en Nepal, aquí la electricidad es un bien escaso que se da con cuentagotas. Por esa misma regla de tres, encontrar una conexión a Internet que funcione correctamente (o sencillamente que funcione) no es tarea fácil. Dado que además es bastante caro, y el precio no va acorde con la calidad del servicio, tras varias tentativas frustradas decidí esperar a llegar a Kolkata para publicar, aunque esto implicase tener que resumir tantos días en apenas unas breves líneas. De todas formas, estoy segura de que muchos agradeceréis que sintetice un poco y no me ande por las ramas como de costumbre; y sino es así, cuando veáis dónde he dormido los últimos días, creo de que me disculparéis…
Manifestación religiosa cerca de Bhaktapur.
Tras conseguir el visado de tránsito para India y recuperar mi pasaporte, me dirigí a Bhaktapur: un pueblito que podría describir como “medieval”, a una hora de Kathmandu.
Nada más llegar, la primera sorpresa nada sorprendente: para entrar en la parte histórica (que viene a ser la mayor parte del pueblo) hay que pagar ni más ni menos que 750 rupias. ¡Lo mismo que para el Taj Mahal! (salvando la diferencia del cambio de divisa). Cuando, tras hacer mis cálculos, y teniendo en cuenta que los hoteles de su interior no bajan de las 500 rupias, fui consciente de que la visita de un día me iba a salir por el presupuesto de tres (eso, privándome de comer), decidí buscar un hotel un poco más alejado del centro y probar suerte para intentar colarme en el pueblo. No resultó demasiado difícil: un par de vueltas alrededor de la muralla, de entrada en entrada tanteando a los guardias, hasta que, al final, a eso de las seis de la tarde, di con una calle sin vigilancia por la que pude colarme pasando desapercibida.
Una vez dentro, y habiendo confirmado la merecida fama del lugar (aunque en ningún caso justifica su desproporcionado precio), segundo dilema: ¿Volver a entrar al día siguiente por la mañana –pagando- para poder hacer fotos y mostrarlas aquí? Me vais a perdonar, pero la respuesta apareció clara en mi mente: yo ya había visto el pueblo, que era a lo que había ido. Lógicamente me hubiese encantado sacar cien fotografías para comentarlas aquí, pero si eso suponía quitarme días de viaje, la respuesta era claramente negativa. ¡Será por lugares del mundo que me quedan por ver!
Aún sin fotografías que lo demuestren, no puedo dejar de decir que Bhaktapur es un museo al aire libre en el que cada calle y cada edificio narra parte de su historia; una historia que sigue viva, pues Bhaktapur parece haber quedado anclado en un pasado remoto, donde la vida se desarrolla igual que siglos atrás. Incluso si el pueblo hubiese carecido de esa belleza arquitectónica, la visita habría merecido la pena tan sólo por escuchar a los más mayores del lugar que, al llegar la noche, se reúnen bajo los portales de las casas para cantar y tocar los crótalos, a la luz de una tenue vela, bajo un manto de estrellas que se hacen notar todavía más al contemplarse desde un pueblo sumido en la más absoluta oscuridad. El panorama nocturno del despejado cielo de Nepal no tiene precio, de verdad.
Changu Narayan.
Al día siguiente tomé un autobús que en media hora me acercó hasta la vecina Changu Narayan; otro patrimonio mundial que bien vale una mañana. Pero en lugar de aburriros con planas descripciones de cada casa o cada piedra, os voy a contar el trayecto en autobús, ¡eso sí que tiene miga!
Una forma muy común de moverse por Nepal, cuando el autobús local está lleno (o simplemente porque hace bueno y apetece), es en el portaequipajes del techo. Ésta, que de por sí ya sería una práctica peligrosa en cualquier lugar del mundo, en un país donde el límite de velocidad permitida es un concepto que no se conoce y entre montaña y montaña lo que hay es barranco, no os quiero ni contar. No obstante, tras cruzarme con varios autobuses así, la curiosidad pudo más que mí y, aprovechando que la distancia de Bhaktapur a Changu Narayan es de apenas unos diez kilómetros (más o menos cuarenta minutos), me animé y subí arriba.
«Vamos de paseo, ¡pi pi pi!»
¡Vaya viajecito! No sólo en cada curva el autobús se inclinaba hasta extremos insospechados (realmente en algún momento pensé que nos iba a lanzar a todos precipicio abajo), sino que, ironías de la vida, Nepal está lleno de cables de electricidad (me vais a decir que no tiene gracia el asunto) que al menor despiste pueden decapitarte o algo peor, por lo que hay que estar constantemente alerta para bajar la cabeza en el momento oportuno. A todo esto, junto a mi y el resto de chavales nepalíes viajaba también un francés que, en una ocasión en que un cable me golpeó fuertemente la cabeza, me miró con cara de circunstancias al tiempo que decía: “Don´t worry, It’s just electricity!”. Graciosito el tipo.
Una carrera de obstáculos en las alturas.
Segundos antes de recibir la h****a (eso me pasa por quitarme las gafas)
Y de Bhaktapur-Changu Narayan a Nagargok: un pueblo algo más metido en la montaña desde donde parten algunos trekking sencillitos, y famoso también por sus hermosas vistas de la cordillera nevada del Himalaya (algunos aseguran reconocer el Everest entre pico y pico; para mi era solo un puntito en el horizonte…), particularmente a la salida del sol.
Vistas del Himalaya desde Nagarkot.
De Nagarkot tengo poco que contar; el lugar en sí mismo no me dijo nada, y como tampoco entraba en mis planes hacer un trekking, cuando vi el panorama (muy bonito, pero nada más) decidí irme al día siguiente hacia un lugar con algo más de vida. Pero hasta el lugar más aburrido tiene su anécdota para el recuerdo, y Nagarkot no iba a ser menos.
En el autobús me había encontrado con Julio, un chico de Barcelona que también se dirigía a Nagarkot para pasar un par de días en la montaña. Una vez allí, ambos unimos fuerzas a la búsqueda y captura de una guesthouse barata, algo que se nos planteó como una misión imposible. A la vista de los resultados, terminamos accediendo a domir en una cabaña de hojalata que nos cedió una amable familia, en la que cuál no sería nuestra sorpresa cuando, al abrir la puerta, nos encontramos ¡una tienda de campaña!
Entrada al penthouse.
Lujo y confort.
Superado el ataque de risa inicial y tras cerrar el trato (100 rupias nepalíes por persona), acomodamos nuestras cosas y no regresamos hasta la noche. No nos había dado tiempo a cerrar un ojo cuando comenzamos a oír un ruido como de pezuñas contra la puerta, al principio bastante suave, por lo que ambos creímos que se trataría de un perro o algún otro animal que tuviese por costumbre dormir en el refugio y se había encontrado la puerta cerrada. Poco a poco, el ruido fue haciéndose cada vez más fuerte e insistente, lo que tampoco supuso ningún impedimento para que yo me quedase plácidamente dormida, dejando a mi compañero muerto de miedo y sin saber si abrir la puerta o no.
Hora de jugar a las películas de terror…
A las cuatro de la mañana me despertaron unos chillidos que decían tal que así: “¡Eeeehhhh!, ¡Aaaahhhhh!”. Sin abrir los ojos ni dar crédito a lo que estaba escuchando, permanecí en la misma posición, haciéndome la dormida, para ver cómo se desarrollaban los acontecimientos. Al parecer Julio seguía despierto y trataba de asustar a “la bestia” a base de gritos, pero lo que consiguió fue despertar al padre de nuestra familia nepalí, que salió a la calle y, a unos metros de la caseta, preguntó qué ocurría.
– WHAT-KIND-OF-ANIMAL-IS-THAT? –preguntó, a voces, Julio con su impecable spanglish.
–What animal? –respondió a su vez el pobre nepalí, al que le habían fastididado la última hora de sueño que le quedaba.
– THAT ANIMAL! DANGEROUS O NO DANGEROUS?
–Dangerous my friend, mountain very animals– contestó el nepalí, sin saber la crisis que estaba desencadenando en el interior de la choza.
–DANGEROUS??!!! BUT PROBLEM??? –respondió el, ahora más que nunca, acojonado Julio.
–No problem my friend, good sleep.
–OK, NO PROBLEM. BUT IF TOMORROW THEY EAT….!
Aquí ya no pude más y exploté en un ataque de risa con el que casi me ahogo. “¿If tomorrow they eat? ¿Qué demonios tratabas de decir con “If tomorrow they eat?”. “Tú cállate, que ya podías haber avisado de que estabas despierta. Como mañana nos haya devorado el Yeti de las montañas verás lo que te vas a reír”, repondió mi amigo enfadadísimo.
Por supuesto, Julio no vio la salida del sol ese día. Se quedó recuperando todas las horas de sueño que había perdido combatiendo al “Yeti”, todavía más frustrado al descubrir que el ruido no era otra cosa que el provocado por el roce de unos banderines que, debido al viento, golpeaban contra el tejado del refugio.
Los dos últimos días de mi visado los he invertido en Pharping, un pueblecito que, a pesar de no ser tan “espectacular”, ni patrimonio de nada, me ha gustado más que ningún otro debido a su autenticidad, su encanto natural y al buen ambiente que se respira en la calle.
El tranquilo pueblo de Pharping.
Definitivamente, Pharping es el lugar ideal para descansar unos días, alejado de todo, y con la única compañía de los habitantes del pueblo, en su mayoría monjes budistas. Y es que, además, ha sido en uno de estos monasterios donde he dormido las dos noches que me he quedado en el pueblo, compartiendo instalaciones con unos sesenta monjes (entre estudiantes y profesores) que a todas horas llenan los patios y las clases.
Viniendo de una tenebrosa choza en lo alto de una montaña, qué queréis que os diga: estos monjes sí que saben. Por cien rupias una habitación doble para mi sola, con impecable baño privado, agua caliente (y chorro de ducha abundante; dos cosas que escasean mucho por estos lares, ¡sobre todo ambas a la vez!) y electricidad casi seis horas al día. ¡Un lujazo! El único requisito: no armar escándalo, algo que es de comprender tratándose de un lugar de retiro y estudio.
¡He dicho retiro y estudio!
En los alrededores del pueblo abundan, además de los monasterios, muchos templos budistas e hinduistas, de los cuales el que más me ha gustado ha sido el concurrido y folclórico templo dedicado a Kali. Diosa hindú de la destrucción y de la muerte, de ella se dice que frecuenta los crematorios y se alimenta de sangre, motivo por el cual los fieles acuden a realizarle ofrendas animales que se sacrifican allí mismo. El espectáculo no es precisamente agradable, pero si tenemos en cuenta que hasta el siglo XIX aún eran frecuentes los sacrificios humanos, al menos se puede decir que algo han avanzado…
Marea humana en el templo de Kali.
Larguísimas colas para las ofrendas.
Esta cabrita no quiere morir.
Despidiéndome definitivamente del Valle de Kathmandu, abandoné Pharping y puse rumbo a la frontera con India subida en un jeep que, a juzgar por los saltos que daba, la última vez que vio un amortiguador fue en los años ochenta (y ya no se acuerda). Fueron cinco horas de botes y meneos en una carretera de menos de dos metros y medio de ancho, donde cada curva podía ser la última, si el coche que viniese de frente no escuchaba nuestro claxon y chocaba contra nosotros, mandándonos derechitos al fondo del valle.
¿Quién se atreve a dar marcha atrás?
Breve parada en la mejor parte de la carretera (la mejor, con diferencia).
Una vez en la frontera, después pasar la noche en un hotel terrorífico, pisé de nuevo suelo indio. No puedo ocultarlo: lo echaba de menos. No es que no me haya gustado Nepal, pero… India es India y, al menos para mi, su gracia y autenticidad, incomparable. Cuando, sentada en un banco de la estación, doce indios se arremolinaron silenciosamente en torno a mí para observarme como quien mira la pantalla del cine, en lugar de sentirme incómoda lo primero que pensé fue: ¡Cómo lo he extrañado!
Ahora, tras un larguísimo viaje en tren de 21 horas en categoría sleeper, me encuentro en Kolkata; “Ciudad de la Alegría” en la que tengo depositadas grandes expectativas y que, por lo que llevo visto, no creo que me defraude en absoluto.
Aquí me quedaré hasta el 30 de marzo, que es cuando sale mi avión hacia Bangkok. Dado que mi principal motivo para venir a esta ciudad era colaborar con las Hermadas de la caridad, lo ideal hubiese sido quedarme por lo menos un mes, pero qué se le va a hacer: así se han dado las cosas, y espero que al menos estos veinte días me permitan hacerme una pequeña idea tanto del ambiente entre los voluntarios como de la vida en la propia ciudad.
Afortunadamente parece que aquí no hay tantos problemas con la luz, e Internet funciona bastante bien, de modo que cada poco me tendréis por aquí, ya sea para hablaros de Kolkata, compartir mi experiencia en la Mother’s Teresa House, o sacando a flote temas que, debido al ritmo del viaje, se me hayan quedado en el tintero (como la gastronomía o los trenes). Del mismo modo, si tenéis alguna pregunta o queréis sugerirme algún otro tema del que no haya hablado, no dudéis en decírmelo, ya que casi todos los días me conectaré un ratito para contestar a todo.
Adiós, tranquilo y apacible Nepal…
Hola Ku «por fin en casa», veo que te has hecho filoindia, lo cual, a pesar de chocante, no esta nada mal. Tengo curiosidad por saber como te va con las hijas de la madre Teresa. Como tú eres buena hija no dudo que te comportarás como una buena hermana. Un beso, te echo mucho de menos.
Ha molado el episodio de las pezuñas nocturnas :)) No me esperaba que en el monasterio tuviesen esas instalaciones de esparcimiento! Se van adaptando a los tiempos. Ánimo con el voluntariado! Es una buena forma de rematar la estancia en la India :)
Hola Carmen! No me conoces, pero como soy amiga de tus padres y me hablaron de tu viaje, estoy siguiendo todas tus entradas, y me tienes «absolutamente enganchada». Me siento un poco «entrometida» al leer tantas cosas, y sólo quiero desearte lo mejor, que no pares de tenernos al corriente, que lo haces fenomenal y súperameno, y que me encantan las fotografías que cuelgas! O sea, que ánimo, y que te vaya fenomenal en la casa de Madre Teresa.
Hola Laura!
Has conseguido ruborizarme con tanto halago… muchas gracias!
Me alegro mucho de que te guste el blog, y espero leerte mas a menudo, que no veas la alegria que da tener noticias de alli, ahora que se siente todo como tan lejos…
Un abrazo!
Como me he reído con los animales de la noche jajaja Es curioso como la noche y los ruidos nos hacen imaginarnos cosas :)
Como siempre me ha encantado, lo explicas todo tan bien que parece que estamos allí contigo.
Y ya veras como tu experiencia de voluntariado es muy positiva, por cierto este año es el Centenario del nacimiento de la madre Teresa, así que supongo que preparen algo especial… bueno ya nos iras contando.
Carmen si alguien dl cole te viera en la casa de la Madre Teresa creo q lloraría de emoción…tantas charlas, misas, y clases de Arsenio han servido de algo! al menos alguien ha llegado hasta alli!! jeej, te deseo lo mejor, ya veras como es una experiencia unica.
Creí q ibas a indagar algo mas x Nepal, cuando he visto alguna peli me he quedado prendada de los valles….pero claro…no son mas q eso..paisajes
estoy esperando q llegues a Bangkok para ver aun mas!!
q gracia me ha hecho lo de la tienda de campaña….a lo q no te acostumbres tu ya….jejeje un bsote enorme!
Cris!! Como me he reido cuando has mencionado a Arsenio, jajajaja. La verdad es que ahora que lo dices, no se si escribirles una postalilla desde aqui…
A mi tambien me hubiese gustado ingadagar algo mas sobre Nepal, pero en tan poco tiempo…! Lo que si tengo es mucho material en el tintero que no pude publicar por el problema con la luz, etc, y que si me animo, igual saco uno de esos dias…
Un beso enorme!
Hola,Carmen
Lo del viaje en el bus, deporte de alto riesgo,je,je…menos mal que lo del cable, no tuvo consecuencias. Me parece de maravilla lo de colaborar en la casa de la Madre Teresa, (dice mucho de ti como persona) ya nos contaras la experiencia, que supongo sera muy enriquecedora.
Lo del tema gastronómico, también de presenta interesante. Una pregunta ¿lo de la política en el país como lo ves? ¿como se gobiernan?
Bueno, esperamos con atención tu siguiente crónica
Un Besote!
Hola Riky!
Pues manana empezare con la madre… no se si dira mucho de mi como persona, pero si soy capaz de hacer algo medianamente util con este calor (me cuesta hasta caminar), de lo que si dira mucho es de la resistencia de mi cuerpo ante situaciones extremas… seguro!
Me apunto el tema de la politica para ver si puedo sacarlo uno de estos dias, de un modo u otro. Un abrazo!
Hola Carmen! hace tiempo que estaba por comentarte alguno de tus artículos y ta, hoy tocó! . Que decirte que no te hayan dicho… tus acertadas descripciones se esperan, leen, y disfrutan con mucha ansiedad, nos acerca a lugares que nos suenan extrañísimos y tan lejanos. Es bueno saber que lo que uno lee es la realidad misma, vista desde un viajero y no contada por un simple burócrata de viajes.
Va desde Montevideo, Uruguay, nuestro ánimo.
Besos, Yael y Pato.
Muchas gracias a los dos! No sabeis lo que se agradecen las palabras de animo =) Un gran abrazo desde Kolkata (con un calor y una humedad que no os podeis imaginar…)
Que pena!!! Me ha gustado mucho este post! Mucho ánimo guapa!
Viaje al atardecer
All About Cities
Hola ku!
como siempre un lujo leerte, y todos encantados de saber de ti. Seria genial que ahora fueses tu al cole ha hablarles a los niños de tu experiencia, y todos ahi sentaditos en el suelo en esas mini alfombras escuchandote con cara de ensimismados, jejeje. que buenos recuerdos…
muchos besos y animo
Palmy
Hola.
Me parece que hiciste un gran viaje. Y me sorprende tu habilidad con las cuentas. Me puedes dar algo de información sobre Nepal, y las compañías conlas que volaste. Gracias