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#minubetrip a Israel: Recorrido por la costa norte

Llegamos sobre las cuatro y media de la mañana, muy cansados tras un vuelo de casi cinco horas. De modo que cuando a las seis me tumbé por fin en la cama de nuestro hotel en Jerusalén, caí como un tronco y ya no desperté hasta casi las doce del mediodía.

Nuestras dos primeras jornadas en Israel fueron intensas y algo caóticas, todo hay que decirlo. Si alguno esperaba que hoy mismo empezase a hablar de los entresijos de la Jerusalén antigua y moderna puede regresar la semana que viene, porque los platos fuertes los guardamos para el final y hasta entonces recorrimos la costa norte del país, desde su frontera con Líbano hasta Tel Aviv.

Israel es un país pequeño. En apenas una hora se puede ir de Jerusalén a Tel Aviv, o de Tel a Aviv a Haifa. Es posible atravesarlo de norte a sur en cinco horas, y de este a oeste en tan sólo tres. El problema es que, en el camino, cada uno de estos lugares precisa días enteros para ser saboreados como merecen. Y quizá nosotros quisimos abarcar demasiado en tan sólo una semana. Una semana que, tranquilamente, se podría dedicar en exclusiva a Jerusalén.

Cesarea o «la ciudad de los tres Césares»

Nuestro recorrido comenzó en Cesarea, concretamente en la ciudad antigua, la Cesarea Marítima: una ciudad construida por Herodes el Grande unos 30 años antes del inicio de nuestra era; fecha  que en nuestra tradición cristiana viene marcada por el nacimiento de Jesús.

Ese personaje, Herodes, del que en el colegio sólo me contaron que había matado a un montón de niños (?), fue un gran militar y constructor, además de un buen administrador que consiguió impulsar el comercio y levantar la economía de su pueblo en una época de vacas flacas. No obstante, su calidad de vasallo de Roma hizo que nunca gozase de buena imagen ante sus súbditos; imagen que sus posteriores asesinatos (y filicidios) no contribuyeron a mejorar de cara a la Historia.

Como decía, la ciudad de Cesarea fue fundada por Herodes en honor a su protector, el emperador Cesar Augusto, aunque hay quien dice que también a Julio César y Tiberio, motivo por el cual es conocida como “la ciudad de los tres Césares”. Una ciudad, por tanto, pagana, de marcado carácter occidental, y que llegó a ser el puerto más importante del mundo antiguo.

Cesarea - palacio Herodes

Palacio de Herodes

Cesarea - hipódromo

Hipódromo

Cesarea - hipódromo

En Cesarea visitamos el palacio de Herodes (literalmente metido en el mar: no tenía mal gusto el hombre), el impresionante hipódromo para las carreras de cuadrigas, el teatro romano, en el que por cierto se encontró una inscripción que, al parecer, es uno de los pocos indicios de la existencia histórica de Poncio Pilato; así como el acueducto, y los restos de la antigua ciudad romana, con esos pisos de mosaico que nunca dejarán de asombrarme, por mucho desgaste que hayan sufrido con el paso del tiempo.

La ciudad de Cesarea fue posteriormente ocupada por los cristianos en tiempos de Bizancio, por los árabes, y todavía después por los cruzados. De todas estas ocupaciones quedan restos de muros, diversas construcciones, e incluso una iglesia, pero en lo que respecta al gran puerto, la restauración (para mi gusto, excesiva) no le ha hecho demasiado bien, y ahora parece un balneario moderno con aspecto de maqueta navideña (con buenos bares y restaurantes a su alrededor, eso sí).

Cesarea - teatro romano

Teatro Romano de Cesarea (contra las sillas de plástico no puedo hacer nada, lo siento)

Cesarea

Cesarea

Durmiendo en un moshav

Esta visita, a lo tonto, nos ocupó gran parte del día, de modo que cuando nos quisimos dar cuenta estaba casi anocheciendo y nos trasladamos hasta el lugar donde pasaríamos la noche: Betzet, una pequeña villa en el extremo norte del país, con una peculiaridad: es un moshav.

Todos conocéis los kibutz, esas comunidades agrícolas surgidas a principios del siglo XX en Israel, bajo la ideología socialista de la propiedad colectiva, la administración democrática, el salario igualitario, etcétera. Pues bien, un moshav es bastante parecido, mantiene el carácter cooperativo de sus miembros, pero es algo menos extremo en su base (si bien los kibutz también han evolucionado bastante desde sus orígenes), admitiendo la propiedad privada de unas hectáreas que son asignadas a cada familia de manera igualitaria y se trabajan de forma independiente, pero  conservando, al igual que los kibutz, la propiedad colectiva de los medios de producción y la venta cooperativa de sus productos a través de una organización sin ánimo de lucro llamada Tnuva (seguro que el tema es mucho más complejo, pero a grandes rasgos espero haberlo explicado bien).

Belzet - Moshav

Belzet

Belzet - Moshav

En el moshav donde nosotros pasamos la noche viven unas 120 familias, y cada una dispone de un terreno de 3’7 hectáreas. Nuestro alojamiento, el Perach’s Place, se encuentra en una de estas pequeñas fincas; un conjunto de habitaciones a modo de casitas de madera independientes, con todas las comodidades: salón-cocina, habitación (la mía era una monada), baño con jacuzzi… Visto desde fuera, parecía el poblado de “los Otros” de Lost (y nosotros más contentos que unas pascuas… esa noche fue muy bonita).

Belzet - Moshav

Belzet - Moshav

Belzet - Moshav

Cenamos en un restaurante libanés de Shlomi, un pueblo a cinco minutos en coche de nuestro moshav. Esa cena, que nos pilló a todos bastante hambrientos pues debido al desorden de aquel primer día apenas habíamos probado bocado (a menos que como “comida” admitáis un miserable bocadillo de atún, frío y blando como el cadáver de Mary Santpere), fue sencillamente espectacular.

Se trata de un restaurante modesto, regentado por una familia de libaneses cristianos refugiados, de los muchos que habitan en Shlomi y alrededores desde 2006, tras la Segunda Guerra del Líbano. El restaurante, como digo, era modesto, pero lo que pasó por esa mesa no hay manera de describirlo: platos y platos, de hummus, labneh, tabule y otras tantas delicias de las que no recuerdo el nombre; todo ello rematado, cuando ya no podíamos más, por un cordero con arroz, que en mi caso y muy a mi pesar, quedó prácticamente íntegro en el plato.

Restaurante Libanés

Sólo pongo un par de fotos como ejemplo. Hay más en su galería de Flickr

Restaurante Libanés

Acre: un mosaico de culturas a orillas del mar

A la mañana siguiente comenzamos nuestro recorrido en el extremo norte del país en su franja costera: Rosh Hanikra. No entramos en sus famosas grutas, pero a cambio disfrutamos, a nuestra izquierda, de una espectacular vista de la costa israelí que se perdía en el horizonte, y a la derecha, de la algo más lúgubre estampa de la frontera con Líbano, cerrada a cal y canto. Una manera curiosa de comenzar el día. Desde ese punto, sólo podíamos ir dirección sur.

Acueducto romano

Y así lo hicimos. Parando, en el camino, en un acueducto romano en excelente estado de conservación, llegamos a Acre (Akko): una de las ciudades más antiguas del mundo, y uno de esos lugares que nunca te cansas de recomendar cuando te preguntan qué ver en Israel.

Su historia se remonta a los fenicios, siendo después ocupada por árabes y cruzados, caballeros, otomanos, templarios y mercaderes llegados de todo Europa, convirtiéndose en uno de los más importantes puertos del Mediterráneo oriental por aquellas fechas.

Es posible que todo esto os recuerde a lo que acabo de decir sobre Cesarea, pero existe una diferencia fundamental entre ambas, y es que, al contrario que la primera, Acre no es un parque arqueológico detenido en el tiempo: sigue viva. Todas esas construcciones, fortalezas, mezquitas, ciudadelas, baños turcos, pasadizos… todas esas huellas dejadas por las diferentes ciudades que se iban superponiendo a la anterior a medida que era ocupada, siguen ahí, intactas y más vivas que nunca, conviviendo unas con otras, en un mosaico multicolor que convierte Acre en una de las ciudades más interesantes de Israel para mi gusto.

Acre (Akko) - Zoco

Acre (Akko) - Zoco

Tres hombres y un destino.

Acre (Akko) - Zoco

Acre (Akko) - Zoco

Entrar en la fortaleza donde, allá por el siglo XI, vivieron los cruzados, no deja de ser una visita “de museo” (aunque imperdible), pero pasear por las laberínticas calles de su zoco… es retrotraerse en el tiempo. Los olores de las especias, el casi fantástico colorido de sus dulces, esas tiendas de antigüedades y artesanías que parecen sacadas de una película de Indiana Jones… El casco antiguo de Acre es, sin duda, un lugar para saborear lentamente.

Acre (Akko) - Zoco

Acre (Akko) - Zoco

Acre (Akko) - Zoco

Acre (Akko) - Zoco

Acre (Akko) - Zoco

Nuestro paseo terminó en el Caravanserai, un gran patio donde antiguamente paraban las caravanas que llegaban del Mediterráneo en dirección Damasco, Samarcanda y Asia Central. Muy cerca de él, nos introdujimos en el túnel subterráneo que los Templarios construyeron desde la fortaleza hasta el puerto para ser usado en caso de asedio, y salimos al mar.

Acre (Akko) - Caravanserai

Caravanserai

Acre (Akko) - Puerto

Acre (Akko) - Puerto

La vista del puerto de Acre es difícilmente descriptible con palabras que le hagan justicia. Para empezar, el mar tiene un color tan bonito y tan claro, que uno siente ganas de arrojarse a él nada más verlo. La estampa que aquel día componían los pescadores sobre las rocas merece una mención aparte, con las olas azotando sus piernas (en ocasiones les cubrían por completo) mientras las cañas se agitaban a cada nuevo embiste del viento, haciéndoles perder el equilibrio por unos breves instantes.

Me hubiese gustado hacer noche en Acre. Es una ciudad que, en unas pocas horas, se disfruta si uno se conforma sencillamente con paladear su presente, ese puzle cultural perfectamente integrado. Pero al que le guste la historia y quiera profundizar en cada uno de sus capítulos (y en el caso de Acre son tantos) necesitará, como mínimo, varios días en ella.

Acre (Akko) - Puerto

Acre (Akko) - Puerto

Acre (Akko) - Puerto

Acre (Akko) - Puerto

Haifa: jardines del Centro Mundial Bahaí

Abandonamos Acre, no sin cierta tristeza por mi parte, y nos dirigimos a Haifa: la tercera ciudad más grande de Israel, situada en la falda del Monte Carmelo.

De ésta nos contentamos con una rápida panorámica desde la cima del susodicho monte, con los jardines del Centro Mundial Bahaí en primer plano. Supongo que no os estaré descubriendo nada nuevo: se trata de otra de esas imágenes archiconocidas de Israel que ha llenado postales y panfletos turísticos enteros. Pero os aseguro que, por muchas veces que se hayan visto fotos, en directo es impresionante. Cada terraza tiene una simetría perfecta; el verde es VERDE; el rojo, ROJO. Cada detalle está cuidado con tal detalle, que parece de mentira; una acuarela. Y uno no puede dejar de preguntarse cuánto dinero y trabajo hará falta para mantener ese derroche de color, verdura y perfecta… perfección.

Haifa - Jardines Centro Bahaí

No era la primera vez que visitaba un Centro Bahaí. Aunque nunca llegué a contároslo (no sé si recordáis que estuve mala, y todo eso), el año pasado en India, el país con mayor número de fieles bahaíes del mundo, entré en el famoso Templo del Loto de Nueva Delhi, cuya suntuosidad no desmerece en nada ante éste de Israel. Sin embargo, en Delhi el protagonismo lo acapara, sobre todo, la forma del propio edificio, simplemente espectacular, y que puede recordar (bastante) a la Ópera de Sydney.  En Haifa, el efecto lo logra más bien el conjunto: esa interminable sucesión de terrazas que desde la cima del Carmelo llega hasta la ciudad, con la dorada cúpula del Santuario del Báb en el centro, es suficiente para que uno se quede con la boca abierta sin necesidad de nada más.

Haifa - Jardines Centro Bahaí

Una novia espontánea que pasaba por ahi

Haifa - Jardines Centro Bahaí

Un pueblo como otro cualquiera

Nuestra última parada antes de llegar a Tel Aviv fue en Zichron Yaacov: un pequeño pueblo de tradición agrícola que en principio (y “en final”, aunque esté mal dicho) no tiene absolutamente ningún interés turístico. Nada que lo haga destacar sobre los demás. Al parecer años atrás fue famoso por sus vinos, pero desde que los caldos de Galilea empezaron a despuntar, las uvas de Zichron Yaacok quedaron relegadas a un plano secundario dentro de la oferta israelí, y no están demasiado bien consideradas (aunque se siga produciendo).

Pues bien: me encantó esta parada. Si alguno de mis compañeros me lee, pensará que estoy loca, que no sé lo que escribo. “¡¡Pero si es un pueblo normal que no tiene nada!!”. Pues precisamente, precisamente por eso me gustó tanto. Para mí, es el lugar perfecto para analizar el modus vivendi de la sociedad israelí en la actualidad. Es “el pueblo” normal y corriente donde uno puede sentarse en una terraza a ver cómo se mueven, cómo gesticulan, cómo se relacionan los habitantes de un pueblo del montón, de clase media-alta, sin los artificios y el ruido generado por el turismo.

Zichron Yaacov

Zichron Yaacov

Aunque nos detuvimos en él pocos minutos, el tiempo justo para recorrer su calle principal y, en mi caso, escaparme del grupo para dar una vuelta rápida, creo que fue en Zichron Yaakov donde comencé a ser consciente de uno de los aspectos que más me han impresionado de Israel: su nivel de vida.

Tenía una vaga idea antes de ir, pero supongo que lo asimilaba más a grandes ciudades, como Tel Aviv, y nunca llegué a plantearme que en los pequeños pueblos fuese también así. No quiero generalizar: hay de todo, y se nota mucho la diferencia entre un pequeño poblado árabe y un kibutz, o una ciudad costera… hay diferencias. Pero poniendo el caso de Zichron Yaakov: un pueblo agrícola, de clase media (tirando a alta, porque como ya sabemos, la clase agrícola israelí vive muy bien, debido en parte a todo eso del cooperativismo, etcétera… demasiado largo para analizarlo aquí), en teoría “normalito”… qué queréis que os diga: su calle principal parecía sacada de una película americana, una de esas barriadas en las afueras de “la city” con sus pubs, sus terracitas, limpia, moderna… como si la hubiesen construido ayer. Me sorprendió, de verdad, no puedo negarlo.

Y de ahí, después de dar tumbos por la costa norte del país durante dos agitados días, llegamos a Tel Aviv. Pero esta ciudad se merece otra entrada…

Zichron Yaacov

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11 comentarios en #minubetrip a Israel: Recorrido por la costa norte

  1. Gonzalo 7 junio, 2011 at 17:11 #

    Brutal!!! Me he leído un cuarto del post y me está encantando… Esta noche más!!!

  2. machbel 8 junio, 2011 at 0:56 #

    Vaya con Israel, siempre creí que era un desierto de arena con un par de ciudades con un buen nivel de vida, como los Emiratos Árabes pero en versión «pobre». Viendo lo que cuentas, otro lugar a tener en cuenta.

  3. Bea 8 junio, 2011 at 11:18 #

    Me ha encantado el zoco de Acre! Muy interesante tu explicación de los kibutz y los moshav, tiene que ser una gran experiencia dormir alli… Saludos Carmen

    Bea

  4. Pau 8 junio, 2011 at 14:47 #

    Madre mía, esto no es un post, esto es un reportaje de revista. Brutal!

  5. Ku 8 junio, 2011 at 15:59 #

    @Machbel: Cuando vayas vas alucinar, es un país muy rico… y con mucha cultura y cosas para ver. El problema es que necesita muchos días. Un abrazo!

    @Bea: Gracias! Lo he explicado como he podido, y como yo lo he entendido, a grandes rasgos… seguro que el tema es mucho más complejo! Dormir allí es una experiencia fantástica, pero una noche me supo a poco!

    @Gonzalo y Pau: Decid la verdad: ¡no lo habéis leído! jajajajaja La palabra «sintetizar» y yo tenemos un problema… :( A veces me planteo dejar estos tochos para mi misma y empezar a hacer post cortitos, concisos y más frecuentes como los de Pachin… ganaría en calidad de vida y yo creo que en lectores ^^u Voy a hacer una encuesta planteando el tema :P

  6. Blai 10 junio, 2011 at 16:03 #

    Mmmm No me he podido resistir a ver la entrada, aunque no la he leído.. hehe

    A mi me faltó Cesárea, pero tanto Haifa como sobretodo Akko me encantaron! Me parecieron buenos ejemplos de convivencia israelita-árabe. Ya sabes, algo difícil de ver en Palestina…

    Un abrazo Carmen, y gracias por la invitación a la entrevista!

  7. pak 13 junio, 2011 at 11:45 #

    a mi me molan los post de Pau como los hace él y los tuyos como los haces tú.

    en la encuesta voto a favor de que sigas con tus «tochos», poco concisos y menos frecuentes :p

  8. José Carlos DS 13 junio, 2011 at 13:04 #

    Llevaba días queriendo leerme las primeras entradas sobre el viaje a Israel y al fine he pillado un hueco.

    Una entrada genial, al fin has podido descubrir por sobre el terreno, que todos esos nombres que te sonaban eran reales, como decías en una entrada anterior jeje

    Vaya tela con las sillas de plástico en el Teatro Romano… esos detalles… xD

    De lo que apenas me sonaba, es toda esa zona costera, muy bonita y como dices Zichron Yaacov parece el típico barrio que vi por las afueras de Los Angeles (si es que se puede decir que exista afueras en esa basta ciudad xD).

    Y desde aquí mi voto positivo para que sigas haciendo estos «tochos», de hecho en muchas ocasiones si me demoro en exceso en leer tus entradas, es porque hasta que no tengo un buen hueco para leerla de pe a pa no me pongo con ellas.

    Osea que tranquila, que hay muchos que estamos encantados de que «nos hagas» leer tanto jeje

    Saludos!

  9. fran soler 13 junio, 2011 at 17:40 #

    Que post más estupendo, te prometo que me entran unas ganas tremendas de irme para allá. Me ha sorprendido muy gratamente este país.Y las fotos geniales. Me ha encantado recorrer Israel de tu mano. Gracias
    Un saludo

  10. Ku 16 junio, 2011 at 15:48 #

    @Blai: ¡Haces bien en lo leerla! Yo no pienso pasarme por tu blog hasta dentro de unos días :P Un gusto recomendarte para la entrevista, ¡estoy deseando leerla!

    @Pak: jajajaja, ok, ¡tomo nota! De momento seguiré con mis tochos, mientras tenga cosas que contar… ¡y ya veremos a dónde me lleva la vida! ¡Un abrazo!!

    @José Carlos DS: Pues qué puedo decir… ¡muchas gracias! Me alegro mucho de que os gusten los tochos… Mi manera de viajar me ha ido empujando a escribir de esta forma, el estilo «diario» se ha impuesto como la manera más natural de relatar días y días de viaje… Supongo que cuando cambie la forma de moverme, se reflejará también en el blog, pero de momento, todavía quedan muchos caminos por recorrer… ¡veremos cuando viva en Bangkok! :P

    @Fran: ¡que me sonrojas! jajajaja Me alegro muchísimo de que te haya gustado :D Y no dudes en ir a Israel, ¡merece la pena! ¡un abrazo!

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