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El abrazo iraní (perdida en el gran bazar de Tabriz)

Entré en Irán a través de una de las fronteras más bonitas de todas las que hasta ahora he cruzado. Es decir, no la frontera en sí, sino los paisajes que la rodean; tanto en territorio turco como ya en territorio iraní, una maravilla.

El trámite de cruzarla fue feo, como todas las fronteras. O un poco más, por el empeño que ponen en hacerte sentir como uno de los criminales más buscados por la Interpol. Luego viene el episodio con los cambistas, que con la moneda que manejan en Irán y los múltiples problemas que la rodean (inflación, valores virtuales que no se corresponder al oficial, hablar en riales o tomanes…) es un lío interesante. Y dado que en Irán las tarjetas de crédito extranjeras no funcionan y hay que entrar con cash para todo el viaje en el bolsillo, el miedo a ser timado y perder dinero es aún mayor. Otra Birmania.

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La última prueba consiste en encontrar un medio de transporte que te lleve al pueblo más cercano donde tomar un autobús a tu destino final. Como los taxistas de la frontera me pedían 10 euros por llevarme a Maku y yo sabía que eso es seis veces lo que pagaría un local, eché a andar. No había caminado ni 800 metros cuando un taxi paró a mi lado. Iba ocupado por dos hombres elegantemente vestidos con traje y corbata, así que entré. Los individuos resultaron ser altos cargos de la policía y, sin hablar más de dos palabras en inglés, no solo me acercaron hasta Maku sino que después de bajarse donde les tocaba pagaron al taxista con la orden de llevarme a la terminal y no irse de allí hasta que mi transporte hubiese salido. Todo esto lo comprendí después, cuando tras haberme dado su número de teléfono por si tenía algún problema, el buen hombre me despedía desde el otro lado de la ventanilla del autobús.

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Y por fin llegué a Tabriz, mi primer contacto real con Irán y una ciudad que siempre voy a recordar con un cariño especial. En Tabriz pude comprobar que la hospitalidad iraní no es un mito, sintiéndome desde el primer minuto arropada y más tranquila. Porque para qué lo voy a ocultar: un poco nerviosa sí estaba. Creo que Irán es el único país que me ha impuesto algo de respeto desde que empecé a viajar sola. Lo que me imponía no era la seguridad ni mucho menos, sino mi condición de mujer y el miedo a hacer algo mal, a no saber comportarme dentro de una sociedad con unas normas de conducta tan estrictas y diferentes a las que estoy acostumbrada (en mi país y en cualquiera de los que viajo, que suelen ser Jauja).

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[Al final no es para tanto, y con los extranjeros siempre se hacen pequeñas excepciones :) ]

De modo que Tabriz ha sido mi “ciudad de entrenamiento”. Así dicho parece un chiste, pero siendo mujer hay ciertas cosas a tener en cuenta, y estas cosas requieren práctica. Por ejemplo, ponerse el pañuelo. Y que no se te caiga. Acostumbrarte a caminar con él en la cabeza aunque haga un calor de mil demonios. Aún peor: con la cazadora vaquera, porque en la mochila solo tengo camisetas de manga corta, la cazadora y un jersey. Muy apropiado.

Esa fue mi primera misión en Tabriz: comprar un vestido o camisola para ir cubierta (tres cuartos de mangas y hasta debajo del culete) y fresca al mismo tiempo. Para ello me dirigí al gran bazar de la ciudad, haciendo del trayecto hasta él mi particular laboratorio de pruebas para colocarme la ropa y complementos así o asá según cómo me mirase la gente. Desistí enseguida porque no servía para nada: lo llevase como lo llevase, me miraba todo el mundo. ¡Cómo no me van a mirar con estos pantalones Ali Baba de colores que me gasto! Soy una diana andante. Por mi parte yo también observo con una curiosidad infinita a las mujeres, unas tan monas con su manteau (llamémoslo gabardina) más o menos corto, vaqueros pitillo y un pañuelo de colores sujeto al pelo de forma casi simbólica, y otras completamente vestidas de negro y cubiertas con el chador, llegando incluso a sujetar la tela con la mano ¡o los dientes! para taparse la cara desde debajo de la nariz.

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Tabriz no es una ciudad especialmente bonita, pero tiene algunos edificios y rincones que destacan. Es por ejemplo el caso de la Constitution House o el de la calle Tarbiyat, peatonal y decorada con estatuas de viejos oficios. Allí se me acercó la primera persona ofreciéndose a mostrarme la zona, invitación que por acto reflejo rechacé, pensando dónde estaría el gato encerrado (mal acostumbrada me tiene el sur de Asia). A partir de ese momento, como si todos hubiesen estado esperando a que uno rompiese el hielo, fue una sucesión constante de llamadas e invitaciones a charlar un rato, por parte, eso sí, solo de hombres. De momento las mujeres se limitan a mirarme de arriba a abajo.

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[Hombre iraquí con el que estuve hablando un buen rato. Las mujeres detrás, mirando.]

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Con sus 24 caravanserais, 22 timcheh (salas abovedadas) e infinitas galerías, el de Tabriz es el bazar cubierto más grande del mundo y también uno de los más antiguos. Su historia comienza hace un milenio y vive sus momentos álgidos como uno de los centros económicos y comerciales más importantes de la Ruta de la Seda, especialmente durante el siglo XIII cuando Tabriz se convirtió en capital del Imperio safávida . En 2010 fue declarado Patrimonio de la Humanidad.

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Me considero amante y ya casi especialista en mercados, y puedo decir que el bazar de Tabriz es uno de los más hermosos y fascinantes de los que he estado, si no el más. Cada una de sus galerías y patios, desde el mejor conservado al más destartalado, tiene tal sabor que resulta difícil resistir el impulso a detenerse cada dos pasos para tomar una fotografía. Allí se vende todo lo imaginable: ropa, artículos para el hogar, de belleza, joyería… además de las clásicas especias, frutos secos, y cómo no, alfombras hechas a mano. Cada artículo tiene su sector, galería o patio, estando de esta forma el bazar dividido en sub-bazares con nombre propio, que conviene saberse para poder preguntar en caso de pérdida. Perderse es inevitable, y en ello reside su mayor encanto.

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Llevaba ya buena parte de la mañana recorriendo el bazar, sin saber dónde quedaba el norte ni necesidad alguna de averiguarlo, cuando un hombrecillo de cabello cano alborotado y mirada simpática se dirigió a mí en un casi perfecto inglés para preguntar mi procedencia y, acto seguido, invitarme a tomar té en una de las muchas teterías que se salpican dentro de ese laberinto de galerías. No dudé medio segundo en responder que sí, y con él (Ali) y su amigo Habib pasé las dos horas más deliciosas del día en un pequeño antro situado en un primer piso y de uso exclusivamente masculino, donde el olor del té se fundía con los aromas frutales procedentes de las pipas de agua. 

Sería incapaz de decir cuantos litros de té bebí en ese tiempo, pero sí de reproducir casi toda la conversación, que giró alrededor de temas de lo más diversos. Curiosamente, uno que les interesa muchísimo, y por el que todo el mundo sin excepción me pregunta nada más saber que soy española, es el de la independencia de Cataluña; posiblemente porque en la provincia de Azerbaiyán Oriental tienen un conflicto de similares características, aunque menos pronunciado a nivel político. Al margen de esto, estoy alucinada con la cantidad de conocimientos sobre España con los que cualquier iraní de la calle (una vez consigues traspasar la barrera del idioma, que es muy complicado) es capaz de sorprenderme. Historia, política, música, cine, geografía, personajes de actualidad, y por supuesto el siempre presente fútbol, son temas que dominan incluso más que muchos españoles que conozco. Ojalá pudiese decir que es recíproco, pero por suerte he venido aquí para aprender y atiendo a todo lo que me cuentan con mis seis sentidos.

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Después de seis horas en el bazar, olvidé lo que había ido a comprar. Era lo mínimo que me podía haber pasado. No fui consciente de ello hasta estar de vuelta en casa, cuando mi host Ehsan (un excelente anfitrión a quien agradezco infinitamente toda la ayuda y consejos que me ha dado) me pidió que le enseñase mi nueva vestimenta.

Qué se le va a hacer: seguiré pasando calor unos días más, pero éste es un mal menor cuando, por encima de abrigos, cazadoras y pañuelos, te hacen sentir tan bien recibida y acogida. Al final de ese primer día en Irán ya me había quedado confirmado que la hospitalidad de este pueblo merece una entrada aparte en el diccionario, pero si hasta ahora estaba sorprendida, lo que me ocurriría al día siquiente ya me dejaría sin palabras.

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8 comentarios en El abrazo iraní (perdida en el gran bazar de Tabriz)

  1. Ivy 23 junio, 2014 at 11:44 #

    Me alegra ver que estás «bien», te mandé unas cosillas de Irán pero me imaginaba que ya sabías muchas cosas de antemano.
    Ay las dichosas fronteras, nos estamos volviendo locos con el cruce Egipto-Israel-Jordania (lo del ferry hay que descartarlo porque no hay garantía de horas). Y lo mismo Jordania-Israel (por el mismo lado que cruzaste tú). Pero más que nada, nos preocupa lo que ocurre si «pasamos» de los taxistas mafiosos y nos ponemos a patear por nuestra cuenta. ¿Nos detendrán? Comentaste en tu entrada que la policía te paró cuando empezaste a andar al cruzar de Jordania a Israel, ¿te pueden «obligar» a coger un taxi?¿Podría recogernos alguien si hacemos autostop?
    Es que tenemos en mente hacer como tú, pasar de los taxis y andar…

  2. po 23 junio, 2014 at 12:31 #

    que valiente eres

  3. Moni 23 junio, 2014 at 13:33 #

    Me encanta que estés en Irán, me intriga ese país y no se mucho, así que ya estoy esperando nuevos posts!
    Saludos!

  4. 2exploran 23 junio, 2014 at 16:13 #

    Hola Carmen!

    Nos alegramos mucho de tu visado y tu excelente entrada en Irán…y esto es sólo el principio ;) Nuestro recorrido desde casa de Ehsan (no será arquitecto y profe de italiano y tiene una hermana pequeña para comérsela???????) hasta el bazar de Tabriz fue con las mismas sensaciones en busca del tapaculos correspondiente ;)

    Un besazo!!!!!

  5. mami 23 junio, 2014 at 17:38 #

    KU , que bonito todo lo que nos cuentas ! Nosotros, al parecer tenemos una idea equivocada de IRAN pero no porque seamos ignorantes, sino porque quiza nos lo han transmitido desde otros puntos de vista, Pero para eso estas tu, ARRIESGANDO, y enseñandonos a ver el mundo de otra manera. TQ

  6. Pau 24 junio, 2014 at 14:26 #

    Me alegro de tener noticias tuyas y saber que sigues coleccionando grande momentos :D

  7. Ana 25 junio, 2014 at 0:36 #

    No es la primera vez que escucho hablar de la hospitalidad iraní. Me encanta que gente como tú haga caer los mitos que nos han hecho «creer» sobre ciertos países y sus gentes. Espero conocer Irán en un futuro no muy lejano y experimentar la hospitalidad de sus habitantes en primera persona.

  8. Marcello Arrambide 3 julio, 2014 at 17:39 #

    Toda una experiencia! sin duda visitaría el bazar, tus fotos de verdad muestran que seria fascinante!. Saludos

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