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Más de mil caras te vigilan (un viaje al pasado)

Aunque no apareciese en nuestros libros de texto, ni mucho menos nos examinasen de ello en Selectividad (hablo -a mi pesar o no- en calidad de “fruto” de la llamada “generación LOGSE”), el Khmer fue un poderosísimo imperio que dominó casi todo el sudeste asiático durante más de setecientos años.

Sus orígenes se remontan a finales del  siglo VII, su decadencia se sitúa en el siglo XV (con la invasión de los “siameses” chinos) y, para que nos hagamos una idea de su importancia, el territorio Khmer llegó a extenderse desde el mar de China hasta el Golfo de Bengala, abarcando lo que hoy es Tailandia, Laos, Camboya, Vietnam, Malasia y buena parte de Birmania. Casi nada.

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El Imperio Khmer tuvo como capital política, religiosa y cultural la Ciudad Sagrada de Angkor, la cual empezó a construirse a finales del siglo VIII bajo el reinado de Jayavarman II, considerado el fundador del Imperio. La ciudad de Angkor llegó a ocupar una vasta extensión de terreno en el que tanto Jayavarman II como sus sucesores levantaron incontables templos, terrazas y otros monumentos de los que en la actualidad se conservan unos mil, unos en mejor estado de conservación que otros, pero todos reflejo inequívoco del que fue uno de los mayores imperios del mundo.

No es de extrañar, por tanto, que Angkor sea hoy el principal atractivo que ofrece el actual Reino de Camboya, atrayendo a millones de visitantes cada año y formando parte integrante de numerosos packs combinados del sudeste asiático, como “extensión” a tours de 15 días por Tailandia, Birmania o Vietnam, reduciendo siglos de cultura y civilización a una visita que puede realizarse en uno, tres o siete días, en función de lo que se esté dispuesto a pagar y del tiempo que se disponga.

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[Hay quienes tienen todo el tiempo del mundo.]

Teniendo en cuenta que yo dependo de un presupuesto bastante humilde, tras estudiar el mapa y dudar largamente entre el ticket de un día (20$) o el de tres (40$), finalmente me decidí por la primera opción, segura de poder sacarle el mismo partido con mis 12 horas intensivas en bicicleta que el que le sacaría al ticket de tres días yendo a un ritmo más pausado y con un taxi contratado para llevarme cómodamente de templo en templo.

Debo reconocer que al principio no las tenía todas conmigo, ni por el esfuerzo que iba a suponer (aún me estremezco recordando el calor y el agotamiento sufrido en Bagan) ni por las condiciones atmosféricas que estos días nos afectan (lo mismo hace un sol abrasador, que empieza a llover y no para en dos horas). Por suerte, el día escogido ambos parámetros parecieron ponerse de mi parte… y vaya si lo conseguí.

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El lunes me desperté a las cinco de la mañana, mentalizada para “lo peor” y dispuesta a no bajarme de la bicicleta hasta haberlo visto absolutamente todo. A las cinco y media ya estaba dando pedales, y a eso de las seis había recorrido ya los aproximadamente siete kilómetros que separan mi guesthouse, en la actual ciudad de Siem Reap, del complejo arqueológico.

Sin embargo, cuando me encontraba a apenas unos 500 metros de Angkor Wat, el más famoso de los templos y símbolo incuestionable del sentimiento de una nación, una mujer-vigilante me detuvo para darme la “mala noticia” de que la taquilla se encontraba ni más ni menos que a cuatro kilómetros de ese punto, de modo que no me quedó otra que ir hasta allí y regresar de nuevo. Siete kilómetros desde Siem Reap, más cuatro de ida hasta la taquilla y cuatro de vuelta: 15 kilómetros, sin haber empezado siquiera el recorrido. Suma y sigue.

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[Músicos mutilados, una imagen tristemente recurrente.]

Una vez pasado ese trámite, Angkor Wat se impuso, por proximidad e importancia, como el primer templo a visitar. El reloj marcaba las siete menos cuarto de la mañana, y a esas horas eran relativamente pocos los turistas que podían verse atravesando sus murallas. Con esto no quiero decir que yo sea la más madrugadora del mundo: muchos se habrían levantado antes que yo para desplazarse ex profeso para ver la puesta de sol ante el majestuoso edificio, pero la mayoría de ellos, una vez visto el amanecer, regresaban a la ciudad a desayunar y tomarse el día con calma.

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[Muros de Angkor Wat.]

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[¿Por qué SIEMPRE hay un andamio para estropear la foto?]

Angkor Wat ha ganado su merecida fama al ser el templo mejor conservado (y el más grande) de todo Angkor. Levantado en el siglo XII por Suryavarman II, Angkor Wat fue al mismo tiempo palacio real y templo principal, y entre sus muros, rodeados por un enorme estanque, se calcula que debieron vivir unas 20.000 personas.

Sin entretenerme demasiado en describir cada estatua o bajorrelieve, sólo diré que verlo en su totalidad me ocupó hasta las nueve de la mañana, con subida al templo central (“Bakan”) incluida, desde donde puede disfrutarse de una panorámica de Angkor sin parangón alguno.

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[El Bakan.]

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No obstante, para ser sincera, debo decir que Angkor Wat no ha sido, ni de lejos, el templo que más me ha impresionado. No pongo en duda su majestuosidad o su tamaño que, supongo, se hará todavía más patente en una vista aérea en globo (podéis buscar imágenes en Internet, por ejemplo, ésta). Sin embargo, Angkor Wat es “sólo” eso: un templo enorme en cuanto a extensión y bastante bien conservado; pero si tengo que escoger, sin lugar  dudas me quedo con Bayon, en la ciudad fortificada de Angkor Thom.

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[Entrada a Angkot Thom.]

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[Imponente cabeza de Avalokitesh en la puerta de entrada a Angkor Thom.]

No tengo palabras para describir las miles de sensaciones que me recorrieron el cuerpo al llegar al templo de Bayon. Construido en el año 1200 por Jayavarman II en el punto que marcaba el centro exacto de Angkor, sus paredes están recubiertas por más de 200 caras de Avalokitesh, el Buda de la compasión (que por otra parte no deja de ser una representación del mismo rey-dios), mirando a los intrusos, vigilándoles desde todos los ángulos.

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Para mi, el más impresionante de los templos de Angkor. Bajorrelieves con representaciones de la vida cotidiana, capillas, pasillos, escaleras y, sobre todo, caras: caras gigantes, caras enormes, caras de sonrisa helada mirándote desde lo alto… Imposible permanecer más de dos minutos frente a una de ellas y no estremecerse.

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A continuación, dentro de la misma Angkor Thom, me acerqué para ver el templo de Baphuon; al menos, desde fuera.

Baphuon es el proyecto más ambicioso en cuanto a trabajo de restauración que se está realizando en Angkor, lo que le ha hecho ganarse por parte de algunos el título de “el rompecabezas más grande del mundo”.

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En vistas de la Guerra Civil que se avecinaba, este enorme templo fue desmontado pieza por pieza por un equipo de arqueólogos pero, lamentablemente, durante el periodo oscuro de los Jemeres Rojos, todos los apuntes para su posterior reconstrucción fueron perdidos o destruidos, lo que ha convertido su restauración en un trabajo de chinos que se prolonga en la actualidad y para el que se emplean casi las mismas técnicas que aquellas del siglo XI.

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[Avenida de acceso a Baphuon.]

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[En reconstrucción.]

Como me resultaría imposible describir uno por uno todos los templos que visité en mi paseo de 13 horas por Angkor, voy a pasar directamente a “mi otro favorito” (junto con Bayon): el templo de Ta Prohm.

El templo de Ta Prohm, que data del siglo XII, hizo en su época las funciones de monasterio real y universidad para los monjes budistas mahayanas, pero sin duda su mayor atractivo reside en que es uno de los pocos monumentos que, por “orden” de la Escuela Francesa de Extremo Oriente, no ha sido «rescatado de la selva», con objeto de conservarlo tal y como fue hallado por los exploradores a finales del siglo XIX.

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[¿Dónde estás, Lara Croft?]

Adentrarse en las ruinas de Ta Prohm es como retroceder al pasado trescientos años o meterse dentro de una película de ciencia ficción (¿a alguno le suena Tomb Raider?). La imagen que ofrece es simplemente impactante: algunos muros parece que vayan a desplomarse de un momento a otro, mientras que junto a otros directamente hay un cartel avisando del peligro que se corre acercándose a ellos (aunque “se sabe” que todo está más o menos controlado…). Piedras y piedras, entre las que crece la vegetación o se enredan las enormes raíces de árboles centenarios. Aquí, entre nosotros: yo todavía no soy capaz de comprender cómo han podido llegar ahí, ¿qué fue primero: la piedra o el árbol? ¿el huevo o la gallina? (evidentemente no soy tan tonta como para pensar que un templo puede crecer debajo de un árbol, pero cuando lo tienes delante te lo planteas todo…).

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Por todo esto, Ta Prohm es, en mi humilde opinión y con permiso de Bayon, el lugar más mágico de todo Angkor (bueno, vale: los dos lo son, cada uno en su estilo). Lástima que a esas horas (cuatro de la tarde) todo Japón se hubiese puesto de acuerdo para ir al mismo sitio que yo, porque de haber estado sola ese templo es de los que requieren sentarse y disfrutarlo un par de horas.

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[Todos quieren la misma foto…]

Como no quiero alimentar todavía más la fama de brasas que debo tener, voy a ir terminando. En cuanto a mi experiencia personal, voy a reducirla a unos cuantos números que, creo, hablan por sí solos:

Salida: 05:30 a.m

Llegada a la guest house: 18:00 p.m

Tiempo encima de la bicicleta o pateando templos: 12 horas y media (excepto dos paradas de 15 minutos para beber agua y sentarme un poco).

Kilómetros recorridos en bicicleta: 14 de ida y vuelta hasta Siem Reap (más) unos 7,5 ida y vuelta hasta la taquilla (más) 26 del circuito grande en Angkor (más) 8 de la mitad del circuito pequeño. Total: 55,5 kilómetros en bicicleta

Kilómetros andando: Bufff… ni idea, ¿diez? ¿quince?

¿Lo recomiendo? SÍ: sin lugar a dudas. Un paseo agradable, en plena naturaleza y sin sensación de agotamiento, ya que las nubes que de vez en cuando tapaban el sol impedían que eso se convirtiese en un horno. Además hay muchos árboles dando sombra y brisa, y las carreteras no tienen nada que ver con las de Bagan: perfectamente asfaltadas. La bici iba como la seda.

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Una vez en Siem Reap, nada mejor que reponer fuerzas y líquidos en uno de los numerosos restaurantes y bares de Pub Street, donde si bien la comida es algo cara (para un mochilero, aunque hay alternativas), las jarras de cerveza están a 0’50$ y resulta de lo más agradable tomarse una mientras se observa la fauna que allí se mueve.

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La «fauna»: desde turistas dispuestos a pagar 3 dólares por meter los pies en una pecera durante diez minutos (el único e innovador “fish massage”), a camboyanos que no pueden darse ese lujo, al haber perdido sus piernas en algún campo minado, y que mantienen a sus familias con el único ingreso de los libros sobre el genocidio o camisetas con el dibujo de una calavera y el texto “Danger: Mines!”, que consiguen vender a los turistas. Da que pensar.

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13 comentarios en Más de mil caras te vigilan (un viaje al pasado)

  1. Luis 5 mayo, 2010 at 12:27 #

    Carmen!! Vaya tela!! He ido liado y me he puesto a leer hoy este y el último post, el de la entrada en Camboya… pa’ flipar! Me alegro que todo vaya bien y que estés disfrutando tanto. Cuídate mucho.

    Nos leemos ;)
    Salud!!

  2. po 5 mayo, 2010 at 11:41 #

    Ku me impresionas cada día mas, en todos los aspectos. Estoy muy orgulloso de tí. UN BESO

  3. Rubén 5 mayo, 2010 at 12:32 #

    Y después de la paliza al día siguiente te movías? El año que viene preséntate al Iron-Man ;D Por cierto, el fish-massage (creo que aquí lo llaman ictioterapia, los pececillos comiéndo las pieles muertas de los pies) ya ha llegado a nuestras fronteras.

  4. Criss 5 mayo, 2010 at 19:21 #

    Carmen!!! alucinaaaaaanteeee!!!! me dejas sin palabras, x las palizas q te das pero con todo ese animo, las ganas cada dia de ver y saber mas y mas, sobretodo de plasmar aki todo tannn bien, y de la forma d organizarte q tienes!!! aplausos xfavor!
    me da mucha penuca de la pobre gente q sufre d esas malditas minas, x desgracia es algo q aun existe…andate con muchisimo ojo
    increible tu foto en contraste q se ve la cara dl templo detras, y lo dl masaje d los pies, no lo habia visto nunca! jaja
    increibles los templos con las raices d los arboles….
    y una duda q me pregunto ahce mucho….pero como resistes todas esas caminatas con chanclas d un dedo?? mamma mia!!! aunq esta claro q xa cada uno la comodidad es una cosa!
    un besote enorme!!! cuidate mucho!!!

  5. Carmen 5 mayo, 2010 at 19:46 #

    Hola Carmen!!!
    Lo primero de todo felicitarte por tu valor!!!! No sabes cómo admiro que hayas tenido la valentía de enfrentarte a una aventura así tú sóla!!!
    Me presentaré: Me llamo Carmen, soy de Santander y tengo 30 años. Ayer por la mañana, casi por casualidad, me comentaron de tu blog(ahora te diré quien!!) y por la tarde entré a ver qué tal estaba….Fué tal el enganche que me leí toda la entrada de Camboya y quería leer más y más….pero el deber me esperaba,(tenía que trabajar) y no pude seguir con la lectura,(muy a mi pesar!). Soy compi de tus papis y fué él quien me dijo de tu blog!! Hoy cuando le comenté lo mucho que me había gustado, se alegró mucho, la verdad y a continuación me dijo: «Escribe,escribe…y dile que Vuelva!!». Seguro que te echan mucho de menos, pero es que una oportunidad así en la vida…no se tiene siempre,verdad??? Y es gracias a tus palabras, tus fotos y esos comentarios que haces, a pie de foto, los que nos sirven de ventana a un mundo, que está ahí, pero que para nosotros es tan desconocido!!
    Ya me despido, diciéndote de nuevo que me encanta lo que nos cuentas y que mañana volveré ansiosa a leer tus aventuras y vivencias!!
    Un saludo,
    Carmen

  6. Luis Gallego 5 mayo, 2010 at 22:23 #

    Yo también quiero saber la verdad sobre las chanclas, para mi es el segundo mayor misterio de la humanidad después de las pirámides de egipto. Pensar que la gente paga por meter los pies en bichos, la gente está loca, yo no meto ahi mis pies ni aunque me paguen (bueno, si pagan bien sí).

    El tempo Ta Prohm tiene una pintaza….

    Sigue dándonos la «brasa», como tú dices

  7. Ku 6 mayo, 2010 at 12:52 #

    Ruben: Sabia de la existencia del fish massage, precisamente por eso me ha llamado la atencion su capacidad de revolucionar a las masas… sera por el precio! Y si…al dia siguiente me movia, aunque esa misma tarde andaba un poco a horcajadas, jeje. Nos estamos haciendo fuertes!

    Cris y Luis Gallego: Nunca hubiese imaginado que el tema de las chanclas provocaba tantos interrogantes, jajajaja. Lo cierto es que solo viajo con dos tipos de zapato: las botas de «trekking» y las famosas chanclas. Los cuatro primeros meses solo usaba las botas, y las chanclas solo me las ponia para las duchas, etc. Ahora hace tanto calor que ni se me ocurriria ponerme las botazas… de hecho estoy deseando tirarlas, pero como me pueden servir para ocasiones puntuales (como el trekking en Myanmar), me aguanto y sigo cargando con ellas… Sobre la comodidad de las chanclas… mmm… que quereis que os diga, yo ya me he acostumbrado! (al menos voy fresquita, je)

    Carmen: Que sorpresa! Vaya padres tengo… no paran de hacerme publicidad, que vergüenza, jeje. Me alegro mucho de que te guste el blog! Me ha hecho mucha ilusion tu mensaje, no sabes lo mucho que me animan este tipo de comentarios. Aunque fundamentalmente escriba para mi, resulta muy reconfortante saber que a la gente le gusta, y tambien es una manera de sentirme un poquito acompañada… Te voy a dar yo tambien un recado para ellos: si de verdad te gusta el blog, diles que todavia no puedo volver!! jejeje Un beso fuerte!

  8. Mari! 6 mayo, 2010 at 14:54 #

    GUAU!

  9. riky 6 mayo, 2010 at 19:48 #

    Hola Carmen
    Mira que as colgado fotos.. pues estas de los templos son indescriptibles. Creo que pese a lo bien que lo describes, y por muchas fotos que veamos, jamás nos haremos una idea de lo que tiene que ser estar frente a esos templos, esas caras…no se… sobrecogen.
    Bravo Carmen, lo estas haciendo muy, pero que muy bien.
    Un Abrazo.. y cuídate!

  10. Palmy 10 mayo, 2010 at 23:26 #

    KU!

    Increible como siempre de verdad. Una gozada leerte y para nada «brasa». Sigue así, un besote.

    Palmy

  11. Pablo 28 marzo, 2012 at 10:04 #

    ¿Pero cómo lo haces? ¿Puedes explicarme cómo viajas tanto? Es impresionante. Un saludo.

    • Ku 28 marzo, 2012 at 14:46 #

      Jajaja, ¡esta entrada es de hace dos años ya! Viajo a costa de mucho esfuerzo, trabajo y… ¡ganas! Si tienes ganas y viajar es la primera de tus prioridades, lo demás viene solo :D

      • Pablo 28 marzo, 2012 at 15:16 #

        Jaja, viajar es una de mis prioridades, y de hecho viajo un montón comparado con la gente de mi entorno, pero lo tuyo es insuperable, por eso quiero conocer el secreto :P

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