Si algo he aprendido en el tiempo que llevo en Nueva Zelanda es que éste es un país para recorrer con vehículo propio: moto, coche, furgoneta… siendo ésta última la opción más recomendable por aquello de llevar la “casa” a cuestas y ahorrar en alojamiento.

Pero yo he sido lo suficientemente poco avispada como para dejarme en casa el carné de conducir. Como diría el amigo Ignacio Izquierdo: EPIC FAIL. Y lo estoy notando… os lo aseguro.

Inconvenientes de no tener vehículo propio en Nueva Zelanda

Los tres mayores problemas que nos encontramos al pretender recorrer el país por nuestra cuenta y sin coche, son los siguientes:

1. El transporte público por si mismo no es caro (o no demasiado teniendo en cuenta dónde estamos), pero si a ello le sumamos el alojamiento, las excursiones, la comida, etc, no soñéis con que nuestro presupuesto baje de los 50 o 60 dólares diarios (viviendo justitos).
2. Aún suponiendo que el dinero no fuese un problema, Nueva Zelanda no es un país para ver ciudades (en esencia todas iguales), sino paisajes. Esos autobuses de los que ahora hablaré pueden llevarnos por ejemplo de Christchurch a Queenstown o de Queenstown a Te Anau, pero ¿qué hay de todo lo que dejamos en el camino? Es cierto que la mayor parte de estos autobuses paran en los puntos más fotogénicos del trayecto, pero no deja de ser un circuito cerrado con los tiempos marcados y se nota. Muchas otras veces no paran y dan ganas de saltar por la ventanilla.
3. Hay parques y enclaves naturales (como por ejemplo el que recientemente he visitado, Milford Sound) a los que sólo podemos acceder de dos formas: con nuestro propio coche o mediante excursiones organizadas cuyos precios están por las nubes. Si la primera opción nos falla no tendremos más remedio que pagar y compartir la experiencia con cincuenta personas con las que podemos llevarnos bien, indiferente… o mal.

De modo que mi primer consejo si estáis pensando venir a Nueva Zelanda es que lo hagáis preparados para ser autosuficientes, viajar por libre y conducir vuestro propio vehículo.

La Licencia Internacional no es necesaria: aquí todo el mundo usa el carné de su país y nadie (que yo conozca) ha tenido ningún problema, ni en el momento de alquilar o comprar el coche ni con la policía. Aunque si disponéis de ella, tanto mejor.

Si queréis más información sobre cómo recorrer Nueva Zelanda por vuestra cuenta, así como las opciones que tenéis para comprar o alquilar un coche o furgoneta, os recomiendo leer los post de Viajablog, 3 Viajes o las peripecias del mismo Ignacio Izquierdo al volante de su inseparable furgoneta amarilla. Lamentablemente en eso yo no os voy a poder ayudar, aunque sé por mis amigos que es posible comprar una van a partir de 1500 NZD, que luego tranquilamente se revende casi por el mismo precio.

Pero si os ha ocurrido lo mismo que a mi y sólo disponéis de vuestras dos piernas y algo de dinero, tranquilos: opciones para moverse hay.

Transporte público: el autobús

Página web de Naked Bus

Todas las ciudades de Nueva Zelanda se encuentran perfectamente comunicadas por una amplia red de autobuses de diferentes compañías, entre las que destacan Intercity, Newmanscoach y Naked Bus.

En cuanto a las dos primeras, decir que en realidad son la misma empresa y ofrecen buenos servicios, tanto en lo que respecta a la puntualidad como al estado y limpieza de los vehículos, las explicaciones del conductor-guía (¡no callan!) y las paradas (en todos y cada uno de los sitios que merecen la pena, motivo por el cual los trayectos son bastante largos).

Por su parte Naked Bus es con diferencia la compañía más barata. Para que os hagáis una idea, un billete de Christchurch a Queenstown que con Intercity o Newmanscoach cuesta a partir de 55 dólares, baja su precio hasta los 34.99 (me encantan estos decimales) con Naked Bus. Las primeras ofrecen, eso sí, más variedad de horarios a elegir. Con Naked Bus es posible conseguir también “ofertones” para días concretos, como por ejemplo billetes por un dólar.

Por otro lado tenemos compañías como Kiwi Experience, Straytravel y Magic Bus, que ofrecen unos pases para recorrer el país, o una de las islas, o sencillamente una zona, a unos precios que a mi me provocan calambres en los pies (carísimos, vaya).

El sistema es sencillo: eliges la ruta, el tiempo que vas a viajar, y en función de todo ello adquieres un pase que te permite hacer ese circuito cerrado, tomando todos los autobuses que quieras o necesites dentro del tiempo previsto. Estas compañías-agencias ofertan también diferentes excursiones, paquetes de actividades y deportes de aventura.

Autostop

Para trayectos cortos (e incluso largos, si tenemos tiempo y paciencia), siempre queda el autostop o hitchhiking. De esta forma, además de ahorrar algo de dinero tendremos la oportunidad de conocer verdaderos kiwis; una especie que, lo creáis o no, muchas veces brilla por su ausencia.

El único inconveniente del autostop es la pérdida de tiempo… pero si lo miramos por el lado positivo, incluso esa pérdida de tiempo es una estupenda ocasión para disfrutar de los paisajes del camino.  Posiblemente pocos países haya en el mundo donde el autostop sea tan agradable y seguro como en Nueva Zelanda.

En cuanto a la experiencia propia, decir que yo lo he probado ya un par de veces (una sola y otra acompañada) y en ambas ocasiones he llegado a donde me había propuesto. En honor a la verdad, también he de admitir que siempre me he desplazado a ciudades bastante cercanas a Queenstown (20 y 46 kilómetros cada una de ellas)… pero cuando a finales de mes comience a viajar hacia la Isla Norte, ya os contaré qué tal se me da con las distancias largas ;)

Como regalo, aquí tenéis un vídeo de mi primera vez haciendo autostop en este país (¡lo que hace el aburrimiento!):