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Los últimos samaritanos

Decidme la verdad. Antes de haber viajado (o sin haber viajado todavía) a Israel o Palestina, ¿vosotros sabíais que los samaritanos han llegado hasta nuestros días? Porque yo voy a ser muy sincera: pensaba que eran cosa del Antiguo y el Nuevo Testamento. Unos personajes detenidos en los tiempos bíblicos, que tuvieron su momento de gloria en la parábola del buen samaritano y poco más. Me sonaban tan vetustos como el Sanedrín. Tampoco me había parado a pensar en ellos, eso es cierto.

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[La parábola del buen samaritano, Giacomo Conti]

Pues viven. Me dirijo a quienes, como yo, no tienen en su cabeza un inventario exhaustivo de todas las comunidades y sectas religiosas existentes en nuestro planeta. Sobre todo si ésta apenas cuenta con 750 individuos en sus filas, ¡cuatro gatos! 

Reconozco que la primera vez que leí que uno de los lugares de interés en Nablus era el «Monte Gerizim, donde viven los samaritanos», tuve que pellizcarme dos veces. Después busqué en la Biblia los pasajes relacionados para refrescar conocimientos que tenía ya muy oxidados, y seguí leyendo artículos hasta llegar a la época actual. La actualidad es lo mejor, pero empecemos por el principio.

Una breve introducción histórica

Los samaritanos son una comunidad étnica y religiosa que se considera descendiente de las Tribus de Israel. Su historia comienza en el año 926 a.C., cuando las diez tribus del norte se rebelan contra el rey Roboam (hijo de Salomón), desembocando en una división del reino en dos: Israel en el norte y Judá en el sur.

Doscientos años más tarde, hacia el año 722 a.C, los asirios invaden Israel (el Reino del Norte). Durante esta invasión algunos de sus habitantes se diseminan (llevados cautivos u obligados al exilio) por diversos lugares, desapareciendo de las páginas de la Biblia y dando origen al mito de las tribus perdidas de Israel. Tiempo después, en el año 587 a.C, los babilonios conquistan definitivamente el Reino de Judá y su capital Jerusalén, destruyen el Primer Templo y los judíos son llevados como esclavos a Babilonia (la primera diáspora judía).

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[Incendio de Jerusalén por el ejército de Nabucodonosor, Juan de la Corte]

Pero entonces, ¿quiénes son los samaritanos?

Estamos llegando a ello. Resulta que en medio de todo ese trajín, algunos habitantes del Reino del Norte que no abandonaron Israel durante la invasión, siguieron adelante con sus vidas, mezclándose con los colonos asirios y adoptando algunas de sus costumbres y creencias. Un proceso de mestizaje racial y cultural de lo más normal que da origen a los samaritanos (llamados así por la región de Samaria).

Y entonces, en el año 539 a.C, Ciro II El Grande conquista Babilonia y permite a los judíos regresar del exilio. Estos vuelven y rápidamente empiezan a restaurar su religión, lo que incluye también la construcción del Segundo Templo. Los samaritanos quieren unirse y construir el Templo con ellos, pero los judíos les rechazan por considerarles impuros al haberse mezclado con extranjeros, adorar otros dioses, etcétera. De modo que los samaritanos formaron su propia comunidad y construyeron su propio templo en el Monte Gerizim, que para ellos es el auténtico monte sagrado y ombligo del mundo. Otras diferencias del samaritanismo respecto al judaísmo ortodoxo son el reconocer a Moisés y solo a Moisés como profeta, y tener la Torá como único libro sagrado, no admitiendo validez del Talmud.

Con este planteamiento tenemos todas las papeletas para que haya gresca. Y la hay. Basta echar un vistazo a la Biblia para encontrar varios episodios en los que judíos y samaritanos demuestran llevarse más bien mal (de hecho, los judíos llaman a Jesús «samaritano» a modo de insulto en muchas ocasiones). Un pasaje que refleja bien estas hostilidades (en el que además se hace referencia al Monte Gerizim, versículo 20) es el del encuentro de Jesús con la mujer samaritana. Lo podéis leer aquí.

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[Cristo y la mujer samaritana, Stefano Erardi]

Los samaritanos hoy

Como decía al principio, los samaritanos hoy son cuatro gatos. Unos 750 individuos se calculan aproximadamente, divididos entre el barrio Nevé-Pinjás de Holon, cerca de Tel Aviv, y el pueblo de Kiryat Luza sobre el Monte Gerizim, en Nablus.

Cabe suponer que el ridículo número de personas que forman la comunidad samaritana actual no tiene nada que ver con el de siglos atrás. Del mismo modo que los propios samaritanos surgieron de un cruce entre pueblos, se cree que una parte de la población local de Nablus tiene orígenes samaritanos, al ser descendientes de familias samaritanas obligadas a convertirse al Islam durante el periodo otomano. Pero ese no sería el único motivo de su disminución.

Los samaritanos son una comunidad muy cerrada que por tradición no admite el matrimonio con personas de otras religiones y tampoco con conversos; una endogamia por la que han tenido algunos problemas de enfermedades genéticas y que les dota de una fisonomía muy particular. Son inconfundibles. Para evitar esto, y como la condición de samaritano se transmite por vía paterna, en los últimos años ya se ha empezado a admitir (muy puntualmente) el matrimonio de samaritanos con mujeres de fuera, preferiblemente judías.

Por último (porque de los samaritanos se podría escribir un libro y hay que cortar en alguna parte), anotar que en la actualidad los samaritanos hablan tanto hebreo como árabe, y en el caso de los samaritanos de Nablus, tienen doble nacionalidad, israelí y palestina. Estos viven en el pueblo del Monte Gerizim (bajo control israelí y junto al asentamiento Har Bracha) pero son neutrales al conflicto y muchos trabajan en Nablus, donde tienen amigos y hacen vida normal (también en Israel).

El encuentro

Y por fin llegamos a donde quería llegar desde el principio. Esta información la he compartido simplemente para intentar transmitir la emoción que ha supuesto para mi conocer a los samaritanos. Detrás de todas estas lecturas y ratos invertidos en «ponerme al día» antes de ir a verles, hay mucha emoción. ¡Hacía tiempo que algo no me emocionaba tanto!

El encuentro fue breve, pero intenso. Subí a lo alto del Monte Gerizim dando un paseo con Ángela, Jesús y Fredi (los chicos de Sobre Rodas que había conocido el día anterior). Tardamos algo menos de una hora, y al llegar a la entrada del pueblo descubrimos que con motivo del Shabbat (era viernes por la tarde y ya empezaba a atardecer) tanto el Museo Samaritano, como el Centro del Buen Samaritano (cuyo director, dicen, responde a todas las preguntas que se le formulen), como el lugar donde supuestamente se levantó el Templo, estaban cerrados y no había apenas nadie en la calle. Esto último fue lo que más me decepcionó.

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[La calle. No pretende ser una foto bonita, es una foto ilustrativa.]

No nos resignamos y dimos un pequeño paseo hasta la Plataforma del Templo, cruzándonos en el trayecto con soldados israelíes y algunos pocos samaritanos que se dirigían hacia la sinagoga. Cuando ya regresábamos, mis amigos dijeron que querían asomarse a un mirador que habían visto no sé en dónde. «Éste es mi momento», pensé.

Corrí a la sinagoga, de la que salían unos cánticos fabulosos cuya procedencia quería conocer a toda costa, y cuando vi que no había nadie cerca (temía que fuesen tan ariscos como los judíos ortodoxos y me reprendieran) cruce la verja y me acerqué a una ventana, desde donde tomé una fotografía rápida del interior. Después regresé a la calle y esperé. Ya tenía una foto (menos es nada) pero quería entrar. El problema era que no sabía si podía, por ser mujer y por no ser samaritana. 

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Enseguida llegó un hombre, apresurado para unirse a la oración. Le paré en seco. «¿Puedo entrar?». El hombre me miró de arriba abajo, analizándome, y me devolvió la pregunta: «¿Eres judía?». Mierda. No sabía cuál era la respuesta correcta. ¿Sí? ¿no? Decidí arriesgarme con el no. «Soy cristiana», respondí con mi mejor cara de pena y niña buena a la vez (por si acaso). «¿Estás limpia?», volvió a preguntarme. «¡Limpísima!». Y entré en el templo.

No permanecí en el interior más que unos pocos minutos, pero los recordaré siempre. De pronto me vi rodeada por decenas de hombres (ni una sola mujer, salvo una niña pequeña) que, para mi sorpresa, me invitaron a sentarme junto a ellos. Una espesa nube de incienso y mirra (?) hacía que lo viese todo como a través de un velo, mientras los oídos se me llenaban de cantos y rezos vibrantes, gloriosos. Y sí, no lo voy a ocultar para idealizar la imagen: mientras unos se dejaban la voz cantando, otros bostezaban, se hurgaban en la nariz o simplemente miraban callados al suelo. Yo no podía dejar de mirarles a ellos. ¡Tan parecidos son entre sí!

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Con su parte cómica incluida (con todo el cariño que les he cogido, los samaritanos me siguen produciendo curiosidad y mucha gracia), fueron unos minutos muy especiales durante los cuales tuve la piel de gallina y el vello erizado cada segundo. Me hubiese quedado más, pero mis compañeros me estaban esperando, de modo que me acerqué hasta la puerta y traté de tomar unas últimas fotos con discreción. Ni una sola salió bien, pero lo mejor de aquella tarde no lo guardo en mi tarjeta de memoria.

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13 comentarios en Los últimos samaritanos

  1. po 22 mayo, 2014 at 11:10 #

    En efecto son fotocopiados, parece uno mirándose en espejos superpuestos. Vaya coñazo para ellas (Arias Cañete)

  2. Alícia Bea 22 mayo, 2014 at 11:28 #

    Tremenda experiencia, Carmen. No tenía ni idea de que los samaritanos seguían existiendo. ¡Bendita ignorancia! Te he visualizado poniendo carita de pena y contestando que estabas limpísima para poder entrar. Es lo que tienes, leyéndote haces que viajemos contigo. Un saludo

    • Carmen 22 mayo, 2014 at 21:06 #

      Muchas gracias, Alicia! Me alegro de no ser la única. Solo dos personas más se han atrevido a decirme (por otras vías) que tampoco lo sabían, jeje.

      ¡Un abrazo!

  3. Miguel Ángel Otero Soliño 22 mayo, 2014 at 12:46 #

    En mi caso reconozco que si los conocía :) aunque aun no he estado en Tierra Santa. Es un pueblo muy curioso y como dices tu cuatro gatos, aunque ellos presumen que en el pasado fueron hasta un millon. Durante la pascua samaritana aun siguen sacrificando los corderos a cuchillo algo que los judíos dejaron de hacer hace tiempo.

    No es la unica minoría judía «diferente», son bastante singulares también los caraitas, en este enlace puedes conocer un poco su historia si te interesa

    http://turquistan.wordpress.com/2011/12/02/los-caraitas/

    O los Donmeh, medio judíos medio musulmanes

    https://planetatour.wordpress.com/2011/11/01/mezquita-nueva-salonica/

    Estos tampoco se mezclaban aunque actualmente ya si lo hacen

    La verdad que el mundo judío es una fuente de sectas y la verdad lo que separa unos a otros son detalles muy pequeños

    • Carmen 22 mayo, 2014 at 21:10 #

      Bueno, bueno… ¡impresionada me dejas! :D

      Lo de la Pascua lo he leído. Es muy curioso, pero como digo en el post, no puedo contarlo todo porque si no, no acabo nunca. Yo abro el camino para que el que quiera siga investigando ahora por su cuenta :P

      Voy a leer esos dos links que me has pasado. Parece muy interesante, y así cuando me los encuentre ya no me pillará de sorpresa!

      Un saludo, Miguel Ángel!

  4. Miguel Angel Angel Otero Otero Soliño 22 mayo, 2014 at 21:52 #

    Si si claro el mundo es inabarcable, pero eres afortunada de haber conocido a un grupo tan singular y en plenas oraciones.

    Para que veas que no te engaño, había escrito este post en mi blog hace ya un tiempo sobre ellos… compartimos fascinación común…te lo muestro no para publicitarlo, creo que el tuyo es mas completo y con fotos y experiencias originales… en el mio desgraciadamente no……

    http://planetatour.wordpress.com/2014/02/15/samaritanos/

    Te dejo igualmente, el enlace de un vídeo sobre la pascua samaritana es interesante y en castellano

    https://www.youtube.com/watch?v=mmU8I97eBi8

  5. Mami 23 mayo, 2014 at 19:00 #

    Muy interesante KU , yo desde el colegio , con la parábola, no había vuelto a oír sobre ellos. Siempre aprendemos contigo

  6. Pau 24 mayo, 2014 at 18:21 #

    Ya te dije por twitter que esto me dejó a cuadros :D

    Al estudiar en cole de curas había escuchado mil veces lo de los samaritanos, pero no tenía ni idea que habían llegado hasta nuestros días.

  7. Marta Pérez 26 mayo, 2014 at 14:50 #

    ¡Qué interesante leer y aprender estas cosas! En mi vida habría dicho que esta figura aún existe, ¡vaya experiencia viviste!

  8. Melita 23 enero, 2016 at 16:58 #

    jamás me «engancho» con un blog de viaje, pero este es espectacular!!! super entretenido leerlo, me encanta! gracias x compartir!

  9. Azucena 24 octubre, 2016 at 18:05 #

    Me gusto tu narración, muy completa y me ayuda a seguir leyendo Juan 4 de la Biblia, porque muchas de las cosas que describes profundizan mi entendimiento sobre ese capitulo.

  10. Alma 26 agosto, 2018 at 5:55 #

    Wow!!! Ignoraba que existieran como comunidad y mas aun con su propia religión!! Super tu relato, te felicito, a partir de hoy te seguire!!
    Bendiciones

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