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Dentro del S-21: La máquina roja de matar

El 17 de abril de 1975, tras varios años de lucha y progresiva toma de posiciones, las tropas de los Jemeres Rojos entraban victoriosas en la ciudad de Phnom Penh. Los ciudadanos se echaron a la calle para recibir con alegría a quienes veían como restablecedores de la monarquía (la guerrilla actuaba en nombre del príncipe Sihanouk, a quien decía querer restituir) y liberadores del ejército estadounidense (que en aquellos momentos bombardeaba el norte del país con la excusa de querer destruir posibles bases secretas que el Viet Cong tuviese en territorio camboyano). En definitiva, los soldados de la guerrilla fueron recibidos con todos los honores que merece quien, se espera, va a devolver la paz al país.

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[Entrada triunfal en Phnom Penh. Fotografía expuesta en el museo.]

Sin embargo, los Jemeres Rojos tenían otros planes para Camboya. Liderados por un grupo de intelectuales forjado años atrás en Francia (el llamado “Grupo de Estudio de París”, de marcada ideología maoísta), el nuevo gobierno declaró 1975 como el “Año Cero” de Camboya: inicio de una nueva era libre de la influencia del capitalismo y cualquier cosa que recordase al pasado, como la moneda, la religión, la sociedad de clases, la cultura, o cualquier tipo de manifestación artística.

Para ello, no habiendo transcurrido ni unas horas desde la toma de la ciudad, las tropas de los Jemeres Rojos obligaron a los habitantes de Phnom Penh (así como de todos los núcleos urbanos del país), a abandonar sus hogares y emigrar al campo. En la “nueva” Camboya, los habitantes de las ciudades no sólo no tenían cabida, sino que eran vistos como enemigos del Estado y fueron perseguidos bajo el sobrenombre de “Gente del 17 de Abril”. Entre los cargos de los que se les acusaba estaban elno haberse unido a la revolución antes (y por tanto, apoyar al antiguo régimen y, por extensión, también a Estados Unidos) y representar a una burguesía privilegiada que debía desaparecer.

Familias enteras fueron separadas, enviándose a cada miembro a una punta del país (cuando no asesinados) para, de este modo, eliminar cualquier tipo de vínculo afectivo o sanguíneo que actuase como obstáculo a esa nueva sociedad sin pasado que pretendían crear: una sociedad agraria conformada por gente estúpida, sin estudios ni pensamiento propio, sobre los que escribir, como en una “página en blanco”, la nueva historia de Camboya.

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[Acercándonos a Tuol Sleng.]

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Asimismo, se procedió a la abolición de la propiedad privada, la moneda, el mercado, las escuelas y los hospitales. Se destruyeron templos, se quemaron libros, ropa, y se obligó a los nuevos “campesinos” a vestir con indumentarias exactamente iguales (que podéis ver en la galería). En el campo, millones de personas fueron sometidas a unas condiciones de vida semejantes a la esclavitud: trabajos forzados, jornadas de 14 horas, falta de alimento… Baste decir que, durante aquellos años, Camboya se convirtió en el principal productor mundial de arroz, mientras sus habitantes morían víctimas del hambre y las enfermedades.

A pesar de acatar firmemente las normas impuestas por el nuevo gobierno, el miedo no abandonó a los habitantes de la Kampuchea Democrática: aquellos provenientes de las ciudades evitaban comunicarse con los “autóctonos” del campo por temor a ser delatados; se hacía necesario ocultar cualquier titulación universitaria, el simple hecho de llevar gafas podía considerarse motivo de sospecha, y la enfermedad o el agotamiento eran una vía rápida para ser llevado a los campos de exterminio, si se consideraba que habías dejado de ser “útil” para el “Angkar”.

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La locura de Pol Pot (máximo líder de los Jemeres Rojos, del que no se supo su identidad hasta tiempo después) llegó hasta el punto de crear “instituciones totales” donde encerrar a todos aquellos sospechosos de ser enemigos del estado para someterles a torturas a fin de que confesasen sus actividades secretas. Esto implica que no sólo campesinos o ciudadanos de a pie terminasen en estos centros, sino también soldados e incluso dirigentes del “Angkar”, tal era la paranoia de Pol Pot por encontrar al “enemigo oculto” dentro del Partido.

La prisión de Toul Sleng (S-21), hoy reconvertida en el Museo de los Crímenes Genocidas, fue posiblemente la más grande e importante de estas instituciones. Situado en pleno centro de Phnom Penh, este edificio había sido, en origen, un prestigioso instituto de la capital que los Jemeres Rojos convirtieron en cárcel tras su llegada al poder. Dado que el edificio no fue acondicionado de ninguna forma especial para el uso que se le iba a dar, resulta todavía más chocante, si cabe, imaginar las barbaridades de las que fueron testigo sus paredes de color crema en las que todavía hoy cuelgan algunas pizarras.

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[Rejas en todos los pisos para evitar -entre otras cosas- suicidios.]

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Estrictamente hablando, dado que no había ningún “después” de Toul Sleng, el S-21 era más un centro de interrogatorios y tortura que una prisión. Si el detenido tenía “suerte” y era sólo un hombre de campo, la espera era relativamente corta, y en un par de días o semanas era llevado a los campos de exterminio. En el caso de los detenidos de mayor nivel, o con acusaciones graves, la espera podía prolongarse varios meses, pero el final era el mismo: el S-21 era la antesala a la muerte.

Cuando, el 7 de enero de 1979, las tropas vietnamitas obligaron a los Jemeres Rojos a abandonar precipitadamente la ciudad y descubrieron Tuol Sleng, encontraron en sus habitaciones 14 cuerpos en avanzado estado de descomposición, todavía atados a camas de hierro, así como unas siete personas milagrosamente aún con vida. De los más de 14.000 prisioneros que, se calcula, pasaron entre sus muros, sólo siete sobrevivieron porque no hubo tiempo de matarlos. Siete.

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[En cada habitación, una fotografía de los cuerpos tal y como fueron encontrados.]

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Gracias al minucioso trabajo de archivo y documentación llevado a cabo por los trabajadores del S-21, se han podido conocer con precisión los métodos de tortura empleados en Tuol Sleng; estos incluían: aislamiento en celdas de no más de un metro de ancho por dos de largo; interrogatorios y palizas que podían prolongarse durante horas (en los que los sospechosos eran obligados a escribir sus propias confesiones, manuscritas y bien detalladas); descargas eléctricas, así como otros procedimientos menos ortodoxos que no voy a describir en detalle (cómo comerse sus propios excrementos, arrancarles las uñas o sumergirles la cabeza en calderos de agua hasta hacerles perder el conocimiento). Asimismo, a todos aquellos que pasaban por Toul Sleng se les hacían varias fotografías, tanto antes de ser torturados como después de muertos.

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[Celdas de aislamiento de ladrillo.]

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[Interior de una de las celdas.]

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[Celdas de madera.]

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La muerte solía venir, lentamente, en forma de golpes o puñaladas, ya que las armas de fuego no se usaban para no gastar munición. Una vez muertos, los cuerpos se quemaban, bien en el jardín posterior al edificio principal, bien en el vecino campo de Choeung Ek (a 15 kilómetros de la ciudad), cuando el número de víctimas se descontroló hasta el punto de alcanzar la cifra de 300 cuerpos al día, haciendo inviable deshacerse de ellos allí mismo, y mucho menos quemarlos a todos.

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[El jardín de la parte de atrás.]

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[Uno de los métodos de tortura (ver galería en Flickr para artefacto completo y explicación).]

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[«Árbol de los niños», Choeung Ek.]

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[«Árbol del silencio», donde se colgaba un equipo de música a todo volumen para ahogar los gritos y llantos de las víctimas (Choeung Ek)]

Personalmente, desde el momento que empecé a documentarme sobre el tema, me ha resultado casi inevitable establecer ciertas analogías con un caso que, a pesar de ser menos reciente que éste que nos ocupa, solemos sentir más cercano –o conocido-, como es el del holocausto judío durante la Alemania nazi. Sin embargo, a poco que se lea un poco sobre el tema, las diferencias emergen más que notables a simple vista. No son grandes descubrimientos, pero me han parecido lo suficientemente significativos como para compartirlos aquí (ahora es cuando la lío, seguro…):

En primer lugar, si bien en ambos casos los “detenidos” carecían de cualquier tipo de protección legal, en los campos de concentración nazis “simplemente” eran obligados a trabajar mientras esperaban la muerte, mientras en el S-21 debían pasar por un frustrante proceso de confesiones y torturas, que podía hacerles pensar que sus declaraciones eran objeto de estudio por algún tipo de tribunal y por tanto, albergar la esperanza de ser puestos en libertad. Por otra parte, mientras en los campos de concentración nazis, los detenidos políticos se encontraban separados del resto de los prisioneros, en el S-21 todos eran acusados de ser enemigos políticos y todos iban a ser asesinados por ello, fuesen hombres, mujeres o niños de apenas unos días de vida. Esto, por no mencionar la todavía más evidente diferencia de que los Jemeres Rojos asesinaban a sus propias madres e hijos a sabiendas de no contar para ello con ningún motivo “real”.

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[Fosas comunes, Choeung Ek.]

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[Todavía hoy salen restos a la luz…]

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[… que quedaran para siempre sin identificar.]

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Aunque todavía no se sabe con exactitud, se calcula que casi dos millones de personas fallecieron debido a la malnutrición, los trabajos forzados y las enfermedades durante los cuatro años que los Jemeres Rojos permanecieron en el poder, y al menos otras 200.000 fueron ejecutadas en centros como el de Tuol Sleng. Sumadas ambas cifras, se estima que entre 1975 y 1979, Camboya perdió un cuarto de su población, lo que supone el mayor autogenocidio de la historia.

Poco más dato puedo añadir al respecto; la reflexión personal a partir de aquí es cosa de cada uno.

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Quien quiera ahondar un poco más en uno de los episodios más cruentos y atroces de nuestra historia reciente, puede echarle un vistazo a estos títulos:

“First they killed my father: a daughter of Cambodia remebers”, de Loung Ung . Novelita, pero basada en la experiencia real de la autora. Estremecedora descripción de la lenta destrucción de una familia de clase media de Phnom Penh (El libro en español creo que se llama “Se lo llevaron: recuerdos de una niña de Camboya”; no debe ser difícil de encontrar).

“Voices from S-21: Terror and history in Pol Pot’s Secret Prison”, de David Chandler. Minucioso trabajo de investigación sobre la institución carcelaria llevada a cabo por un experto en la materia. Todo lo que queráis saber y más. Si lo leéis antes de venir a Camboya, viviréis la visita a Tuol Sleng desde otro prisma…

“Brother Number One”, del mismo autor que el anterior. Para interesados en la biografía de este angelito… (todavía voy por la mitad, pero de momento es muy interesante).

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[En recuerdo de las víctimas (Choeung Ek)]

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20 comentarios en Dentro del S-21: La máquina roja de matar

  1. panedu 16 mayo, 2010 at 15:53 #

    Muy buen reportaje, que incluyo a mis favoritos. Es curioso el hace emigrar a la gente al campo, supongo para que no tengan acceso a las ideas del «capitalismo».

    Imagenes duras aunque necesarias para entender lo que allí ocurrio… ah y quedan muy bien en blanco y negro.

    Yo siempre he pensado que la tortura te hace decir lo que te pidan, con tal de evitar el dolor. O por lo menos conmigo lo conseguirian.

    Según tengo yo entendido, en los campos de concentraión nazis se les decia que el trabajo les haria libres, aunque eso era totalmente mentira como sabemos… en cuanto a interrogatorios ni idea, pero si se que se hacian experimientos cientificos en campos de medicina (Para esto esta muy interesante el museo de Londres en la última planta).

    Voy a buscar algún documental sobre el tema, que me resulta muy interesante.

    Un beso y muchas gracias por este texto. :)

  2. Rubén 17 mayo, 2010 at 8:26 #

    «Nueva sociedad sin pasado»… y si llegan a tener más tiempo la dejan sin nadie que escribiese su futuro…

  3. Carlos 17 mayo, 2010 at 10:04 #

    Estas fotos puedes meterlas en tu top diez, son estremecedoras. Es la primera vez que veo un album completo! Me gustaria saber tambien que son los dibujos en color que tienes en el album, los de las torturas y las celdas.
    Creo que yo tambien voy a descargarme un par de documentales!

  4. Ku 17 mayo, 2010 at 15:39 #

    Edu: Bajate la peli «The killing fields». Aunque no sea documental, es bastante realistica (esta basada en una historia real).

    Carlos: Son los dibujos de uno de los supervivientes de Tuol Sleng. Ahora no puedo decirte el nombre, pero lo buscare…

  5. Criss 17 mayo, 2010 at 18:28 #

    wow Carmen…..impactante…y sobretodo me imagino la sensacion de estar ahi dentro…..q fuerte la verdad q se ponen los pelos d punta con estas cosas…y yo creia q la peli del niño con el pijama de rayas era fuerte………
    respecto a tu entrada anterior…jo preciosas las fotos y en mi humilde opinion no creo q nada de lo q hagas (ni siquiera estar sentada en la playa) sean unas vacaciones….xq estas estudiando historia,geografia,arte y mil cosas mas llevado a la practica y a lo bestia!!! ;)
    espero q todo siga bien, cuidate mucho!! un beso!!

  6. panedu 19 mayo, 2010 at 12:16 #

    Ya lo he bajado, esta tarde lo veo :)

  7. Mpot 20 mayo, 2010 at 14:45 #

    Es terrible,es increible como se puede hacer algo asi,sin escrupulos,no cabe tanta maldad,es horrible,estremecedor,me ha dejado sin aliento.
    Tengo mal cuerpo despues de leer esto.Lo peor de todo es que fue realidad
    Me abruma el pensar lo que vivieron.
    El sitio me da pánico!

    Pd:me tengo que ir a desconectar,no puedo seguir pensandolo!

  8. Mpot 20 mayo, 2010 at 14:45 #

    Las fotos se salen de los esquemas (papi dice que una de las posibilidades es que acabes dedicandote a la fotografia profesinalmente,y mami y yo le damos toda la razón)

  9. Riky 22 mayo, 2010 at 18:18 #

    La miseria humana en su máxima expresión… que barbaridad!. Y pensar que los cabecillas de todo eso, eran personas con cultura…es incomprensible.
    Bueno forma parte de la realidad del país..de su reciente historia, y tu, nos lo cuentas de maravilla, como siempre…Cuidate
    Un besote!

  10. Laura 13 junio, 2011 at 13:04 #

    Interesante. Es raro encontrar un blog de viajes con tanto detalle. Lo cierto es que tu comparación con el régimen nazi yo la veo de una forma muy diferente. Camboya en sí era un gran campo de concentración, donde la gente era obligada a trabajar hasta la extenuación, morían de enfermedades, hambre o simples ejecuciones (por robar algo de comer, por ejemplo, o sin más, sin razón). Luego existían los campos de reeducación, donde también se obligaba a la gente a trabajar y además recibía torturas prácticamente diarias. Por último, estaban los santebal como el S-21, donde la gente pasaba generalmente poco tiempo y era torturada hasta la muerte. Algunas excepciones de personas que pasaran largos periodos en el S-21 son Bophana (la mujer que tiene el número 3 en tus fotos), Van Nath (que es probablemente el autor de los dibujos de los que habláis en los comentarios, pero no he encontrado el susodicho album) o Bou Meng (otro de los que podría ser autor de los dibujos). Ambos los dos se ganaron la supervivencia a cambio de pintar (Bou Meng obtenía tres meses de vida adicional por cada cuadro, por ejemplo, el periodo que tardaba en terminar una obra) y ambos los dos continúan vivos.

    • Ku 16 junio, 2011 at 16:00 #

      ¡Hola Laura!

      Madre mía, ¡eres toda una experta en el genocidio camboyano! Muchísimas gracias por la información: me ha encantado leerte, y me han entrado ganas de investigar un poquitín más sobre el tema.

      Por otra parte, y para justificar no sólo lo que escribí en este post, sino cualquier cosa que haya podido publicar a lo largo de mis viajes, debo decir que estas entradas han sido escritas in situ, sobre la marcha, y en muchos casos sin haber tenido demasiado tiempo para documentarme a fondo sobre la historia del país en cuestión.

      Siempre he intentado hacerlo lo mejor posible y dar datos veraces (o que yo en ese momento consideraba veraces), pero quiero que conste en acta que no dejan de ser un diario de viaje, que recoge mis impresiones en ese momento de una manera personal… nada más.

      De hecho, al releerme al cabo del tiempo, yo misma me he dado cuenta de que en tal lugar escribí algo que luego he sabido que no era así, o por el contrario, manifesté un sentimiento (por ejemplo, cuando no me sentí del todo a gusto en Vietnam) que luego, con el tiempo, no siento de esa manera. Al fin y al cabo, ¡no es más que un diario de viaje con pretensiones a más! :)

      En fin, lo dicho, ¡muchas gracias por todos los datos! ¡Un abrazo!!

  11. marc 21 junio, 2011 at 0:26 #

    Que pesadilla.. Y además que reciente en el tiempo, no????

    • Ku 21 junio, 2011 at 10:24 #

      Hola Marc!

      Sí, demasiado reciente… por eso admiro tanto al pueblo camboyano. Tienen una capacidad de renovación envidiable.

      Un saludo!

  12. Ramonchu 17 abril, 2014 at 17:42 #

    impactante… me he quedado sin palabras. Excelente post.

    • Carmen 27 abril, 2014 at 23:48 #

      Gracias por la parte que me toca. A mí también me costó encontrar las palabras para escribirlo.

  13. Javi PJ 7 agosto, 2014 at 11:32 #

    Por fortuna, en ocasiones, se hace justicia… o algo así… http://internacional.elpais.com/internacional/2014/08/07/actualidad/1407395023_497080.html
    «Cadena perpetua para la cúpula del régimen comunista en Camboya» – El País

    • Carmen 14 agosto, 2014 at 4:37 #

      ¡Hola Javi!

      Gracias por la noticia, no la había leído. Ahora, condenar a cadena perpetua a dos tipos de casi 90 años que se van a morir el mes que viene me parece un insulto…

      Estoy en contra de la pena de muerte, pero el sufrimiento que causaron y cómo se han reído de todos durante estos años de juicio merece algo más. Por lo menos, que sufran.

      ¡Un saludo!

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