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El lago sagrado, primera parte: Despedida de Bolivia

Los últimos días los he pasado despidiéndome de Bolivia en el lago Titicaca. Digo “despidiéndome” porque Bolivia no es un Marina D’Or al que llegas y te vas, y si te he visto no me acuerdo. No: de Bolivia hay que despedirse. Del mismo modo que, cuando se llega, es necesario un tiempo de adaptación para que el cuerpo se habitúe a la altitud, a la hora de marchar hay que tomarse también un tiempo para asimilar todo lo visto y vivido. Unos días para rumiar y rumiar antes de deglutir, si no queremos que la comida se nos atragante.

Copacabana - Basílica (4)

La localidad de Copacabana, a orillas del lago Titicaca, es el lugar ideal para este propósito. Haciendo honor a su apodo de “balneario” de Bolivia, se trata de un pueblito pequeño y tranquilo donde poco más puede hacerse que dar paseos alrededor del lago, sentarse en las terrazas a probar la exquisita trucha criolla en todas sus variedades (la más grande del mundo, según dicen), comprar artesanías,  y visitar su hermosa Basílica de estilo morisco, donde se encuentra la famosísima escultura de la Virgen de la Candelaria, venerada fervientemente en todo el país (y parte del extranjero).

Copacabana - Basílica (1)

Basílica de Nuestra Señora de Copacabana

Copacabana - Basílica (2)

El Calvario

No obstante, pese a ser un importante centro de peregrinación cristiana, no cometamos el error de pensar que Copacabana es un lugar católico, apostólico y romano: de eso nada. Como en el resto de Bolivia, en Copacabana se da un fortísimo sincretismo religioso, y la misma fuerza tienen las tradiciones de la fe cristiana que los antiguos ritos provenientes de las creencias aymaras, quechuas o guaraníes. Así, uno de los más curiosos actos a los que puede asistirse en el pueblo es la llamada “bendición de movilidades”: una ceremonia  que tiene lugar dos veces al día (por la mañana y pasado el mediodía) y en la que, como su nombre indica, se bendicen coches, autobuses,  furgonetas y todo tipo de vehículos. Para ello, no sólo se requiere la presencia del sacerdote (quien baña la “movilidad” en cuestión con agua bendita) sino que también se realizan ofrendas con flores, guirnaldas e incluso botellas de alcohol, motivo por el cual la entrada de la Basílica está siempre abarrotada de puestitos donde abastecerse de estos curiosos artículos. Tras la ceremonia, el coche queda hecho una preciosidad; incluso le ponen una banda (como a una “Miss”, jiji) con el honorable título de “Bendecido en Copacabana”.

Copacabana - Bendición de Movilidades (3)

Copacabana - Bendición de Movilidades (4)

Copacabana - Bendiciones (1)

Al mismo tiempo, también se bendicen personas (y las colas son del uno)

Salvando este tipo de curiosidades, no puedo ocultar que Copacabana es un lugar que no me ha dicho mucho. Me lo habían pintado tan bien, tan bien (“te vas a quedar por lo menos una semana”), que verdaderamente me ha sorprendido sentir tan poco “feeling” por el sitio (creo que esto ya lo he dicho antes: nunca debo fiarme de opiniones ajenas… está claro que mi gusto suele diferir bastante del general). De todas formas,  también debo reconocer que, para mi propósito, Copacabana me ha venido de perlas: en un lugar así, donde no hay nada que hacer ni nuevos estímulos para el cerebro, es fácil que los pensamientos fluyan a su aire, para un lado, para el otro,  hacia la izquierda, hacia la derecha… propiciando esa reflexión tan necesaria de la que hablaba antes.

Copacabana (1)

Calle "animada" de Copacabana

Copacabana - Puerto (2)

El puerto

Copacabana - Mercado (3)

Como siempre, para mí, lo mejor el mercado

Copacabana - Mercado (5)

El segundo día, ya cansada de dar vueltas sin ton ni son (tanto por dentro, como por fuera), adelanté sin más mi excursión a la Isla del Sol: el “highlight” del Titicaca en su parte boliviana.

Situada a una hora y media de Copacabana en barco, la isla Titicaca (como verdaderamente se llama, y esto es importante: ¡es ella la que da nombre al lago, y no al revés!) se trata de una pequeña isla de no más de nueve kilómetros de largo por cinco de ancho, de gran importancia ya desde la época precolombina debido a que los antiguos incas creían que en ella habían nacido los “hijos del sol” Manco Capac y Mama Ocllo, fundadores de la ciudad de Cuzco. Por ello, el lugar fue considerado sagrado, y todavía a día de hoy podemos encontrar en ella las ruinas de numerosos templos y construcciones de esta antigua civilización.

Isla del Sol (2)

Escalera del Inca: 206 escalones que terminaron de partirme la espalda (pena obligatoria para acceder a la isla por su parte sur)

Isla del Sol (32)

Isla del Sol (3)

Vistas desde el balcón de mi habitación

En la actualidad, la Isla de Sol es un lugar paradisíaco, apenas habitado por pequeñas comunidades aymaras y quechuas, que se reparten en los extremos norte (el pueblito de Challapampa), sur (Yumani) y la costa este central (Ch’alla). Estos habitantes, que en total no suman más de 2.000, son completamente autosuficientes y subsisten por sí mismos dedicándose al pastoreo, la agricultura y la pesca.

Son muchos los turistas que visitan la Isla del Sol únicamente por medio día, en una excursión en la que, casi con el tiempo cronometrado, te dejan en un extremo y te recogen en el otro cuatro horas después. Yo no quería eso. Por otra parte, al haber adelantado mi salida de Copacabana, podía permitirme pasar allí las noches que me apeteciesen, y que al final fueron dos.

Isla del Sol (5)

Absolutamente toda la isla está "escalonada" debido a las terrazas de agricultura de la época precolombina

Isla del Sol (4)

El primer día hice “lo que tenía que hacer”: el famoso paseo de punta a punta de la isla. Sólo que, en lugar de llevarme tres horas, al tener que ir y volver, me llevaría el doble, y no serían 9 kilómetros, sino 18.  Al final no fue tan terrible como me habían advertido: no tardé seis horas, ni siete, en hacer el recorrido, sino únicamente cinco. Eso sí: morí en el intento.

El camino de ida fue como la seda: el sendero que debía seguir era “casi” llano, los paisajes me tenían obnubilada y el cuello me dolía de tanto mirar para un lado y para otro. Además, al salir bien temprano (sobre las siete y media de la mañana) hacía fresquito y la soledad durante todo el trayecto fue total: no me crucé ni un aldeano en todo el recorrido. Sin embargo, poco a poco el sol comenzó a dejarse notar, mis piernas empezaron a sentir el peso de las horas, y el terreno dejó de parecerme tan llano… Cuando por fin llegué a la punta norte, estaba tan cansada que vi un par de ruinas y me perdí todas las demás (en mi defensa: tan bien señalizadas no debían estar…).

Isla del Sol (8)

Empieza el paseito...

Isla del Sol (7)

Isla del Sol (9)

Seis kilómetros después... No hay nada peor que estar viendo todo el tiempo el final, y nunca llegar =S

Isla del Sol (11)

Esto debe ser algo

Isla del Sol (14)

Únicas ruinas que conseguí ver

Isla del Sol (17)

Pero todavía no había empezado lo bueno: el camino de vuelta SÍ fue demoledor. En lugar de seguir el sendero por el que había venido, cogí el de la costa este (más que nada porque buscaba las famosas ruinas… que nunca encontré) y nadie me avisó que ese era el camino de los “fortachones”: subidas, bajadas, precipicios, cuestas empinadísimas…. Por hacerlo breve: fue terrible, terrible, terrible. No veía la hora de llegar, y lo peor era que sabía que no había solución posible (ni aunque llevase dinero encima, que no era el caso): en esa isla no hay más transporte que los burros (que NO se usan como transporte, gracias a dios), y nadie iba prestarme uno para que me las diese de Sancho Panza…

Isla del Sol (19)

Eso sí: los paisajes del camino de vuelta fueron espectaculares

Isla del Sol (25)

Isla del Sol (26)

Al final, llegué. Y, en parte por la paliza que llevaba encima, en parte porque a esas alturas la isla ya había ejercido su influjo sobre mí y me tenía completamente hechizada, decidí quedarme un día más. Un día que dediqué a pasear por sus terrazas de cultivo centenarias, a cruzarme con los pastores de ovejas en los caminos de piedra; con las llamas silenciosas que, al menor descuido, te pegan un susto de muerte; y a seguir unos espeluznantes gritos hasta una casita en las afueras del pueblo, que al final resultaron ser “la hija del patrón, que está de parto”. Así, sin más. Sin anestesia.

Isla del Sol (31)

Isla del Sol (27)

Isla del Sol (23)

Isla del Sol (22)

Ha sido poco el tiempo que he pasado en este país, y muy básicos los lugares que he llegado a conocer; pero de Bolivia me llevo recuerdos e historias que no me podría llevar de ningún otro lugar. Durante estos últimos días me he acordado mucho de una frase que uno de vosotros dijo, en un comentario, algunos días atrás: “Bolivia no es para turistas de lo fácil”. Es gracioso, porque yo jamás lo hubiese expresado de esa manera, y sin embargo, estos últimos días esas mismas palabras entraban y salían de mi cabeza cada dos por tres.

Bolivia no es para turistas “de lo fácil”, no. Y no me refiero únicamente a que Bolivia no es un destino por el que se pueda pasar de puntillas, sin escarbar y dejarse un poquito del alma en el camino. Eso también, pero no lo haría especial: hay otros lugares que requieren un esfuerzo semejante.

Copacabana - Mercado (2)

Me estoy refiriendo, en realidad, al tema del «daño». Por regla general, cuando a alguien le preguntan qué país o destino considera “duro”, India suele ser una de las respuestas más recurrentes. Y es cierto: India es un país duro, que impacta y que no deja indiferente a nadie.  Siendo yo también de esa opinión, me voy a permitir hacer una matización: India es un país “duro”, sí; pero Bolivia puede serlo mucho más, de una forma mucho más sutil, y al mismo tiempo, mucho más profunda también. Por una simple razón: el viajero que va a India, podrá sentirse golpeado por esa realidad tan cruda, tan brutal, tan diferente… pero, precisamente por esa diferencia, puede llegarse a la indiferencia también. Todo te golpea pero, al mismo tiempo, todo se ve desde una cierta distancia: ese no es tu mundo. Días después, de vuelta en casa, todas aquellas cosas que tanto nos impactaron en su momento, quedan en meras anécdotas para contar.

Sin embargo, lo que golpea de Boliva es algo mucho más personal. No se trata sólo de la durísima situación que -eternamente- atraviesa el país (que también), sino de algo más íntimo, algo que puede que ni sepamos definir exactamente… pero está ahí: dentro de nosotros. En Bolivia es imposible mirar las cosas desde una “cierta distancia” por un motivo muy simple: en Bolivia están nuestras raíces, y por eso, al partir, queramos o no, el daño lo llevamos dentro de nosotros mismos.

Copacabana - Mercado (1)

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13 comentarios en El lago sagrado, primera parte: Despedida de Bolivia

  1. OTRA LAURA 23 septiembre, 2010 at 7:45 #

    Como siempre:La narración impresionante, y las fotos geniales!! Me he enterado que vas muy bien situada en los Premios Bitácoras, seguro que tu blog va a ir escalando posiciones, porque es fantástico!!

  2. Sergio 23 septiembre, 2010 at 8:13 #

    Lo primero que hago cada mañana al llegar al trabajo es prepararme un café y encender el ordenador. Algunos dias desayuno solo, mientras la oficina se llena poco a poco, leyendo las noticias. Otros dias el correo me avisa de que tengo nuevo post de mi blog favorito. Esas mañanas son las mejores.
    Un abrazo!

  3. Almudena 23 septiembre, 2010 at 9:21 #

    Genial, me encantan las fotos, y lo que cuentas y como lo cuentas, eres genial, de verdad.
    besos guapa

  4. MARCELA 23 septiembre, 2010 at 9:29 #

    ME ASOMO HOY A LOS COMENTARIOS. A TU BLOG YA HACE MESES QUE ME ARRIMO Y LO DISFRUTO, POR TODO, POR TU CURRO, TU VALOR, PORQUE
    ESCRIBES BIEN Y BUENO, Y…PORQUE A TRAVÉS DE TI VEO MUCHO MUNDO.
    GRACIAS. TE QUIERO VOTAR EN BITACORA Y ¡MIRA QUE SE ME RESISTE!. LO
    SIGO INTENTANDO. MERECES MÁS PREMIOS QUE LOS COMENTARIOS.
    GRACIAS, CARMEN.

  5. Carlos 23 septiembre, 2010 at 12:01 #

    Otro fan con la baba colgando! Eres mas que buena: eres cojonuda! tienes un estilo propio inconfundible. No quiero que vuelvas!!! vamos a tener que hacer una colecta para que sigas viajando por ahi…
    Un besazo

    Mirandolo por el lado positivo: si vuelves tambien me pondre muy contento :)

  6. Riky 23 septiembre, 2010 at 18:10 #

    Hola!
    Muy interesante la entrada, y tus reflexiones finales. Hacia tiempo que no hacías ejercicio je,je.
    Deberias hacer campaña para la bitácora esa.. Yo me he enterado por poldo y ya te voté…es un poco rollo, pero al final lo consigues.
    Un Besote!

  7. mami 23 septiembre, 2010 at 19:55 #

    Excelente entrada,tanto lo humano como lo divino. ¡Es buenisimo la bendicion de las movilidades. Sentada en el ordenador,me canso con tu caminata.Terrible.
    ¡Animo! sigue.

  8. Julia 23 septiembre, 2010 at 21:06 #

    Hola Carmen, no se si te acuerdas de mi. Te escribi hace unos meses contandote que me iba a birmania. He vuelto hace unos dias y lo primero que he hecho ha sido ponerme al dia con tu blog: es estupendo. Ya estoy buscando entre tus entradas algun nuevo destino para mis proximas vacaciones!
    Quiero agradecerte lo util que me fue toda la info que lei sobre birmania antes de ir. Ademas de hacerme soñar (que creo que es la principal virtud de tu espacio, mas que servir como una simple guia) recogi datos que me fueron muy utiles. Fui a los Moustache Brothers! Es de los mejores recuerdos que tengo de mi viaje.
    Por todo, muchas gracias, y mucha suerte en tus proximos destinos!

  9. Ku 24 septiembre, 2010 at 1:57 #

    Jo, muchas gracias a todos: me estáis sacando los colores últimamente… no sé ni qué decir!

    Riky: Muchas gracias, sé que no es nada fácil y no sabes cómo valoro el esfuerzo. No hacia falta, de verdad… Por cierto, ¿cómo es eso de «hacía mucho que no hacías ejercicio»? ¡Tú me quieres matar! jejeje

    Marcela: Hola Marcela! Encantada de «leerte» por aquí! =) Te digo lo mismo: muchas gracias por los elogios, no sé yo si tanto, tanto… es merecido o no. Y sobre el concurso no te preocupes, por favor! Me están llegando muchos mensajes pidiéndome ayuda e instrucciones y me estoy empezando a sentir hasta culpable!

    De verdad: lo agradezco muchísimo, no sabéis cuánto. Normalmente, los comentarios en las entradas ya son suficiente «recompensa» para mí, el saber que hay «alguien» en el otro lado (lo digo por todos esos espías que no decís nada, cabritos! :P ) , pero esto ya… es demasiado. GRACIAS.

  10. po 24 septiembre, 2010 at 10:39 #

    ku aunque dicen que dicen que el halago debilita creo que a tí te da mas fuerza. No sé si te lo dirá alguien pero hay una evolución en tu forma de ver y contar. Lo estas haciendo de puta madre pero no oigas a los que dicen que sigas. Vuelve cuanto antes te queremos achuchar.

  11. Criss 29 septiembre, 2010 at 1:47 #

    me sigue impresionando el color azul del cielo boliviano d verdad! espectaculares las fotos, y estoy de acuerdo con «po» jeje….algo ha cambiado en ti, y casi me emociona a mi esa relfexion comparando la india con bolivia, xq tienes razon, tal vez te hayas sentido un poco identificada en bolivia x tradiciones o xq no puedas escapar de lo q te rodea….es increible
    gran blog si señor!

  12. cecilia 9 mayo, 2013 at 2:06 #

    hola! ya se que llego un poco tarde pero recién he descubierto este blog que me gusta mucho.
    Solo quería decirte 2 cosas sobre el pors de Sucre… primero que quedarte a la ver la entrada de la virgen de Guadalupe fue un gran acierto porque es muy bonita y eso que no viste el Carnaval de Oruro que es la mayor expresión folclórica de Bolivia y Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad. y la otra cosa es que la ruta del CHE no es para nada una turistada pues el hecho de estar bastante lejos del circuito turístico clásico hace que casi nadie se pare por allí, en el pueblo de Vallegrande no hay ni HOSTELS, ni miles de negocios de recuerdos, ni mil guías peleándose para que vayas con ellos, lograr llegar de Vallegrande a la Higuera es todo una hazaña pero caminar totalmente en solitario por la quebrada y recorrer los lugares donde se escondió el CHE antes de morir es simplemente indescriptible… también me gusto que escribieras sobre el Barrio de Sopocachi ( donde yo vivo) y San Jorge.

    saludos!!!

    • Carmen 10 mayo, 2013 at 18:28 #

      ¡Hola Cecilia!

      Bolivia es un país del que tengo recuerdos muy intensos, así que no dudó que regresaré.

      Me queda pendiente el Carnaval de Oruro, del que he leído cosas muy buenas, y la ruta del Che, sobre todo… ¡de la próxima vez no pasa!

      ¡Un abrazo fuerte!

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